Fiestas julianas: Los Chonos habitaron Las Peñas antes de la Fundación española de Guayaquil
El barrio Las Peñas, en las faldas del Cerro Santa Ana, es el único conjunto arquitectónico de madera que conserva Guayaquil. Los Chonos ocuparon la colina antes de que los españoles asienten la ciudad en el lugar, según hallazgos arqueológicos.
Una vista desde el río Guayas de las casas del barrio Las Peñas y del cerro Santa Ana, en el centro de Guayaquil.
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El tiempo parece suspendido a lo largo de los 450 metros de la Numa Pompilio Llona, la calle empedrada que atraviesa el barrio Las Peñas, en el cerro Santa Ana. Y los vecinos dicen que vivir en el lugar supone todavía una suerte de “misticismo”.
Se trata del lugar donde nació la ciudad y del único conjunto de casas de madera que conserva Guayaquil, modelos del estilo denominado como la arquitectura naval ‘guayaca’.
El barrio patrimonial, desde donde se expandió la urbe, conserva las viviendas de la arquitectura vernácula o tradicional, de inicios del siglo XX. Y las fachadas de tonos pasteles apuntan al río Guayas, con sus balcones y ventanas de celosías de madera.
Este 25 de Julio, Guayaquil celebra 489 años de Fundación. Pero antes de que los españoles asienten finalmente a la ciudad en el Cerrito Verde o Cerrito de la Culata -como se llamó al lugar-, el sitio tuvo una ocupación precolombina.
Al menos a eso apuntan los hallazgos del arqueólogo Marco Suárez, que excavó las faldas de la colina, un sitio rodeado de manglares en tiempos prehispánicos, y extrajo 11.000 fragmentos de cerámica, previo a la construcción de los túneles de Santa Ana (1999-2001).
El material apunta a una ocupación Chona. Los chonos, parte de la cultura Milagro-Quevedo, habitaron las colinas del Litoral y los sistemas fluviales del Guayas entre 500 D. C. hasta la invasión española en 1500.
Alrededor de la Plaza Colón se extrajeron elementos precolombinos una lasca de obsidiana, roca volcánica proveniente de la Sierra y usada como cuchillo, para cortar.
Suárez también halló fragmentos de pequeños torteros de cerámica con rasgos decorativos, usados para hilar o fortalecer el torque en el trabajo textil.
Guayaquil era un territorio chono antes de la conquista, según la investigación, y no necesariamente huancavilca como se instaló en el imaginario colectivo.
La “mística” de vivir en Las Peñas
Entre 2004 y 2005 las grandes peñascos que forman la calle Numa Pompilio se enumeraron y se retiraron para soterrar cables y construir aceras, pero cuando volvieron a colocar las piedras, la calle quedó para siempre desnivelada. Eso y su estrechez limita el paso de vehículos.
Marta Aguirre, que vive en el barrio desde 1988, se siente privilegiada de residir en una suerte de burbuja lejos del afán de la ciudad. “Hay una mística en estas fachadas coloridas antiguas y en el empedrado. Vivir aquí es como vivir en otra época y en otra ciudad”, dice.
No obstante, Aguirre dice que al menos tres casas están deterioradas y que, ante los altos costos que representa mantener un bien patrimonial, los dueños optan por dejar que se caigan las viviendas de construcción mixta para vender los terrenos.
De hecho, la construcción de un nuevo hotel generó reclamos de los vecinos por su fachada moderna y la altura permitida. “Todo lo que se construya debe ajustarse al conjunto”, agregó Aguirre. Y se requieren también incentivos municipales para los bienes patrimoniales, dijo.
En el barrio han vivido a lo largo de más de un siglo expresidentes de Ecuador, entre ellos Carlos Julio Arosemena Tola, Alfredo Baquerizo Moreno o Carlos Arroyo del Río.
También se trató en su momento de una vecindad de escritores y poetas -como Numa Pompilio Llona, quien le presta nombre a la calle principal-, artistas plásticos y músicos, como Antonio Neumane, el autor de la música del himno nacional.
Una arquitectura de herencia naval
La antigua casa donde vivió Neumane ahora es un teatro, el Estudio Paulsen. Y en el barrio siguen buscando inspiración artistas como Edgar Calderón, que estableció su taller y lleva 34 años pintando una obra marcada por casitas coloridas y callejuelas apretadas en cerros.
Las Peñas alberga también la Casa del Artista Plástico, una vivienda patrimonial de la asociación que cada año, por la Fundación de la ciudad, organiza una exposición a lo largo de la calle. La muestra se organizará este año entre el 26 y 28 de julio.
El arquitecto y urbanista Florencio Compte ha estudiado el aporte naval y de los carpinteros de ribera, de los astilleros de la ciudad, a la arquitectura tradicional de Guayaquil.
Una arquitectura que se aprecia en conjuntos como los del Parque Histórico (Samborondón) y el de Las Peñas. El barrio se reconstruyó a inicios del siglo XX tras el incendio grande de 1896, que consumió casi toda Guayaquil y acabó con las construcciones coloniales.
Compte determinó una relación entre la construcción naval y la de edificios a través de expertos carpinteros de ribera, quienes aplicaban principios navales en el tratamiento de los ensambles de las piezas estructurales, en los ornamentos y en procesos constructivos.
Uno de los elementos característicos son balcones de inspiración francesa o las ventanas tipo chazas (una palabra de origen naval), con celosías de madera.
Las ventanas abatibles de chazas permiten tamizar la luz y regular la entrada de aire, así como observar del interior al exterior (y no en sentido contrario). Y se convierten, según el arquitecto, en un regulador del ambiente interior en un clima de altas temperatura y humedad.
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