Leyenda Urbana
El voto indígena y el estruendoso silencio de Leonidas Iza
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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La debacle electoral que ha supuesto para Pachakutik, brazo político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), los resultados de los comicios del 20 de agosto pasado, los ha sumido en el más absoluto silencio, lo que ha impedido conocer qué harán de cara a la segunda vuelta, prevista para el 15 de octubre, en una definición que será histórica.
El golpe político debió doler porque tiene que ser interpretado como la respuesta contundente de la gente en las urnas a la conducta de esa organización en los últimos tiempos.
No de otra manera se puede entender que, en apenas 29 meses, Pachakutik haya pasado de ser la segunda fuerza política del país a disputar los últimos lugares en las preferencias de los ecuatorianos, lo que debe haber significado un sacudón a la estructura del movimiento indígena.
Era febrero de 2021, el brazo político de la Conaie celebraba una victoria electoral extraordinaria, que tuvo una repercusión significativa dentro y fuera del país, al destacarse el avance democrático de una organización que representa a uno de los sectores sociales más importantes.
Tal fue el triunfo en esa elección que Yaku Pérez, su candidato presidencial, estuvo a un tris de pasar a la segunda vuelta, por el masivo respaldo, al alcanzar el 19,39%, a décimas de Lasso que lo logró; en tanto que el bloque parlamentario con 27 escaños en la Asamblea Nacional confirmaba el excepcional momento político.
Hoy, dos años y medio después, en las elecciones que acaban de celebrarse, el 20 de agosto, Pachakutik ha sufrido un revés tremendo al obtener apenas cinco asambleístas; mientras que Yaku Pérez, que esta vez no tuvo el respaldo de la organización, apenas alcanzó 3,97%.
Pachakutik se quedó sin representación para la Asamblea Nacional en Guayas y varias otras provincias y ni siquiera inscribió candidatos a asambleístas nacionales por las pugnas entre las facciones.
Ha sido una caída estrepitosa que evidencia la travesía por la calle de la amargura por la que camina el movimiento indígena, envuelto en disputas internas por tener su control.
Y por una insólita la lucha por el poder político.
La conclusión, sin atenuantes, es que el pueblo les ha pasado la factura por la conducta indecorosa de varios de sus legisladores y la ausencia de ética en el accionar colectivo, evidenciado en episodios denigrantes.
Los ecuatorianos fueron a las urnas con el recuerdo de la Convención en la que se eligió a Guillermo Churucumbi como presidente de Pachakutik, entre disputas y hasta agresiones físicas, y la impugnación de los sectores contrarios, con Marlon Santi a la cabeza, que denunciaron manipulación de los registros electorales (padrón) para favorecer a un candidato.
Aunque ellos se negaban a admitir el papelón que protagonizaban, las imágenes daban cuenta de que habían pasado a ser unos actores más del mundillo de la política que tanto fastidia a la gente.
Los bandos confrontados llevaron sus discrepancias al Consejo Nacional Electoral (CNE) donde está Diana Atamint que llegó a esa alta posición, justamente, en representación de Pachakutik, y que, en semejante circunstancia, parecía no saber cómo actuar.
La división en Pachakutik solo refleja lo que ocurre en todo el movimiento indígena que parece ser usado para alcanzar pedazos del poder político del Estado y no siempre para lograr reivindicaciones, aun a riesgo de violentar al Ecuador.
Están frescas las jornadas de junio de 2022 que dejaron el doloroso saldo de fallecidos y heridos y la pérdida de más de USD 1.000 millones por los 18 días de bloqueos de vías y la paralización de la producción; también que fue Leonidas Iza quien llamó a las calles, y que el presidente Lasso cometió un desatino político al ordenar su arresto y convertir al dirigente en su contradictor directo.
Pero ha sido el paso de Pachakutik por la Asamblea Nacional y la Presidencia de Guadalupe Llori una de las experiencias más frustrantes que ha tenido el pueblo ecuatoriano.
Las altas dignidades fueron usadas para alcanzar prebendas y repartirse cargos, demostrando que el discurso de justicia y equidad es falso y que a las bases que dicen representar las traicionan de manera infame.
Frases como “si roban, roben bien compañeros”; las acusaciones de tráfico de influencia, los cambios de opinión de un día para el otro en votaciones cruciales; las denuncias de amenazas entre ellos mismos, los vídeos de los acuerdos de trastienda; y la acusación de violación a una joven por parte de uno de sus asambleístas colmaron la medida de los ecuatorianos que se llenaron de coraje, abochornados por semejantes actitudes.
El país usó su voto para castigarlos también por amnistiar a saboteadores de los pozos petroleros, a traficantes de tierras, a secuestradores y pirómanos a quienes camuflaron entre los luchadores sociales.
La gran interrogante, hoy, es qué harán en la segunda vuelta frente a dos finalistas: Luisa González y Daniel Noboa.
Para comenzar, tienen que estar alertas para que no se repitan episodios como el protagonizado por Jaime Vargas que, conchabado con el correísmo, en 2021, se inventó que la Conaie había decidido apoyar a Arauz, cuando la decisión fue dejar en libertad de elegir.
Fue la mentira de un sumiso violento que había sido maltratado por el gobernante autoritario que humillaba a los indígenas llamándoles “ponchos dorados” y que los dividió nombrando embajadores a unos y persiguiendo a otros.
Menos mal que dentro de la dirigencia de la Conaie y Pachakutik hay nombres honorables que salieron a desmentirlo y ponerlo en su sitio. Y que ahora también deberán actuar para enrumbar las organizaciones.
¿Qué pensará Leonidas Iza, presidente de la Conaie, quien no apoyó a Yaku en 2021 cuando fue el candidato oficial del movimiento? ¿Qué dirá de la derrota del 20 de agosto de Pachakutik?
Un estruendoso silencio ha sido su respuesta, hasta hoy.
Una pegunta más: ¿Seguirá buscando que el correísmo lo auspicie en algún momento?