El Chef de la Política
¿Por quién votará la derecha-liberal en las próximas elecciones?
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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A pesar de que hay candidatos que se esmeran en convencer al electorado sobre la intrascendencia de las ideas e ideologías políticas, la realidad les juega en contra a cada paso.
Aunque es cierto que las categorías de derecha e izquierda que marcaban la división del mundo luego del fin la Segunda Guerra Mundial no son las mismas que ahora nos gobiernan, eso no puede ni debe llevar a creer que sin ideas es posible ejercer y comprender la política.
Hay, por tanto, un cambio conceptual respecto a lo que se conoce, hoy por hoy, como derecha e izquierda.
Ser de izquierda, por ejemplo, tiene que ver más con el rol activo del Estado en las relaciones sociales y económicas que con el posicionamiento que se pueda tener respecto a Rusia.
Ser de derecha, de su lado, implica estar más alineado con el papel del mercado y la apertura comercial que con la adhesión irrestricta a las políticas norteamericanas que, dicho sea de paso, son de libre comercio solamente cuando les resulta conveniente.
Pero la realidad actual se complejiza aún más porque a diferencia de antaño entran en juego en el posicionamiento ideológico de las personas la comprensión respecto a temas relacionados con valores.
Dicho de otro modo, lo que opinamos sobre la migración, el aborto, las diferentes formas de comprensión del género o el uso de drogas dan cuenta de una dimensión ideológica que puede denominarse conservadora o liberal.
Así, las restricciones frente a los temas mencionados dan cuenta de alguien más conservador mientras que una visión en el sentido opuesto reflejaría a una persona más liberal.
Siendo entonces que hay izquierdistas-conservadores e izquierdistas-liberales; y, derechistas-conservadores y derechistas-liberales, la pregunta que surge inmediatamente tiene que ver con el posicionamiento de nuestros presidenciales en alguna de esas cuatro categorías.
De ellas, la del derechista-liberal ha estado ausente históricamente y, aunque bien se podría discutir las razones para ello, acá lo que vale la pena analizar es hacia dónde dirigirá el voto el elector que, siendo parte de ese cuadrante, no tiene un candidato que lo represente.
Esta pregunta puede ser determinante en el próximo proceso electoral, pues hay mucha gente, sobre todo joven, que es más cercana a una visión económica en la que la empresa es el foco de atención (derechista) pero que a la par le apuesta a una visión progresista en cuanto a valores como los relacionados con el libre albedrío de las mujeres respecto al aborto o a la tolerancia en términos de diferencias de orden sexual (liberal).
Ese grupo de votantes, que parecería crecer cada vez más en el Ecuador, tendrá que tomar una decisión: le da el voto a alguien más cercano en cuanto a su visión económica o lo hace por quien le es más empático en lo relativo a los valores que deben primar en la sociedad.
Si lo que prima es el eje izquierda-derecha las opciones son Topic, Sonnenholzner, Noboa y en menor medida Hervas y Villavicencio. Si lo que termina priorizando este tipo de electorado es el eje conservador-liberal, ahí la única posibilidad es Pérez.
No es una decisión fácil para el electorado de derecha-liberal pues, votar por Pérez, implica vivir en una sociedad más respetuosa de las diferencias, pero en la que la capacidad de crecimiento del emprendimiento privado tendrá restricciones enormes y la apertura al entorno internacional también.
Basta ver el talante de los principales asesores de Pérez para que la conjetura anterior tome cuerpo.
La otra opción es inclinarse por alguien con una visión más dinámica de las relaciones económicas, pero que a la vez tenga una matriz conservadora en temas que ahora mismo son definitivos para la juventud, como el posicionamiento de la población LGTBI o la posibilidad del aborto sin mayores restricciones estatales o de corte religioso.
En esta disyuntiva, lo único seguro que tiene este segmento de la población es que la opción de Luisa González – y eventualmente Bolívar Armijos- no le resulta conveniente ni en el andarivel económico ni en el de los valores.
Difícil decisión de los electores y ardua tarea la de los candidatos para convencer a estas personas que no quisieran votar por ninguno de ellos, pero que, por la naturaleza obligatoria del sufragio, tendrán que hacerlo.
Resulta complicado conocer exactamente el porcentaje de votantes de derecha-liberal que tiene Ecuador, pero sí se puede intuir que es un grupo importante y que va en ascenso. Si esto es así, valdría la pena a futuro una oferta electoral que cubra este tipo de demandas ciudadanas.
Ahora mismo el país se debate entre una sola opción de izquierda-conservadora, la de la Revolución Ciudadana, y muchas de derecha-conservadora, con socialcristianos y otros en ese cuadrante. Si en la izquierda-liberal hay una alternativa, la de Pérez, le resultaría útil al país que la derecha-liberal tenga representación electoral.
De esa forma, quienes creen que tanto la libertad de mercado como la de las personas para decidir sobre sí mismas deben ser definitorias de un régimen democrático, tendrían a alguien en el cuadrante de derecha-liberal por quien votar y no estarían en la penosa disyuntiva que ahora mismo les aqueja.