Canal cero
Volver a tener patria…
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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En 1940, la oligarquía liberal realizó el acostumbrado fraude electoral. Andrés F. Córdova, encargado del poder, arregló las elecciones para que Carlos Arroyo del Río triunfara ante José María Velasco Ibarra y Jacinto Jijón y Caamaño, candidato conservador.
Hubo protestas y fueron reprimidas. Arroyo del Río era un poderoso abogado de intereses extranjeros.
En septiembre de 1940 inició su gobierno con apoyo de los conservadores, que denunciaron el fraude, aunque aceptaron dos ministerios, entre ellos, el de Relaciones Exteriores, ocupado por Julio Tobar Donoso.
En 1941, Ecuador soportó una invasión de tropas peruanas, sin embargo, el gobierno careció del liderazgo para enfrentarla.
Luego de la derrota del pequeño y mal equipado ejército ecuatoriano, en enero de 1942, se suscribió en Río de Janeiro un Protocolo en que Ecuador cedía a Perú amplios territorios amazónicos que había reclamado históricamente.
Aunque el resultado era inevitable, el ministro Tobar Donoso tuvo una actitud indigna y humillante. Las fuerzas oligárquicas tradicionales estuvieron juntas en la hora del desastre nacional.
El gobierno de Arroyo acentuó su carácter represivo, como una estéril dictadura constitucional que no aprovechó la Guerra Mundial para promover la industria y el crecimiento económico, como sí lo hicieron otros países de América Latina.
Con facultades virtualmente dictatoriales, Arroyo incrementó la represión. Los carabineros y cuerpos de seguridad mantuvieron un clima de terror.
Frente al trauma colectivo causado por la crisis y al desastre territorial, hubo una reacción desde la izquierda, para reconstituir los valores nacionales.
Benjamín Carrión, destacado intelectual del socialismo, lanzó la consigna: “Volver a tener patria”, que Joaquín Costa propuso a la España del 98.
Carrión planteó que Ecuador se reconociera como una "nación pequeña", que podía ser una "potencia cultural", sobre la derrota y la traición de la oligarquía.
Lo que coadyuvó para que el pueblo recobrara su autoestima, asumiera protagonismo en la historia y retomara el proyecto nacional.
Al fin de su gobierno, Arroyo enfrentaba el repudio nacional y la oposición se unió.
Socialistas, comunistas, conservadores, disidentes liberales e independientes formaron la 'Alianza Democrática Ecuatoriana' (ADE), para luchar por la alternancia democrática. Eligió candidato presidencial a Velasco Ibarra, cuya popularidad crecía como 'gran ausente'.
En 1944, Arroyo quiso imponer como sucesor a Miguel Ángel Albornoz, un banquero liberal, y declaró, desafiante, que sería presidente "ni un día más, ni un día menos".
El 28 de mayo, el pueblo de Guayaquil y una parte de la guarnición militar, se lanzaron a una insurrección que, en pocas horas, cubrió al país.
El arroyismo cayó con 'La Gloriosa', la movilización popular y democrática más grande de la vida republicana.