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Si pudiera volver atrás, evitaría el divorcio
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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“Me encanta el toque de queda" -dice un amigo de mi hijo – "porque puedo salir temprano sin que me digan mandarino”. Tenemos un mes más de esta medida por el estado de excepción que se vive en Ecuador y creo que a la mayoría nos encanta.
El mandarinismo significa gobierno arbitrario y en la familia se aplica cuando el hombre está sometido por la mujer.
El machismo acuñó esa palabra hace años para promocionar el autoritarismo, el control sobre las decisiones, el no colaborar en las tareas de la casa. Se utiliza para menospreciar a los que las comparten y son amables.
Complacer a la esposa, llegar a acuerdos, elegir lo hermoso y pacífico, priorizar el respeto, poner el ego y la competencia a un lado de manera consistente, son cualidades de un hombre inteligente.
Y son cualidades de una mujer inteligente también, que entiende la relación como algo equitativo, donde ya no hay roles de género ni estereotipos.
Cuando una persona actúa de forma intrusiva en el espacio y tiempo del otro, la relación ya no es equitativa. Él o ella sufren y hasta se oponen a que la pareja salga a sus actividades propias o de amigos. En ese caso es momento de acudir a tratamiento psicológico.
El arte de llevarse bien y con respeto es la clave obvia para seguir juntos.
Seguir adelante por los hijos es otra clave. El dolor que tienen los niños, adolescentes y hasta hijos adultos, ante la separación de los padres es inmenso. Acaba con su autoestima, su percepción de la integridad de los roles paterno y materno, duermen mal, comen mal, retroceden en los estudios, pueden caer en depresión, y una lista de consecuencias negativas.
¿Qué mejor regalo para nuestros hijos que construir y proteger su estabilidad, así nos cueste un mega-esfuerzo?
En Ecuador las principales razones para la rotura matrimonial son: la infidelidad, abandono del hogar, violencia intrafamiliar, problemas de dinero.
El divorcio es el peor negocio, es una frase que se repite continuamente.
En la mayoría de los casos es correcta, porque se compara con tener un negocio boyante o al menos estable, y de pronto, se lo parte en dos. Ambas empresas quedan en quiebra o con una pata menos.
En el divorcio, las mujeres se llevan la peor parte.
Según Ángela Guarín, de la Universidad de Wisconsin-Madison, los hombres mejoran paulatinamente su bienestar económico, en tanto que las mujeres experimentan una reducción del 35% en sus ingresos. Ellas tienen menos tiempo porque en general están a cargo de la custodia de los niños, lo que retrasa su recuperación.
Según el padre Ángel Espinosa de Los Monteros, el único motivo de divorcio es no valorar lo que se tiene. Y añade: "Lo que se valora, se cuida".
En la película de Orson Welles, el Ciudadano Kane perdió todo: castillo, vida de sociedad, esposa, dos hijos. Perdió todo por una infidelidad. "Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde". Se aplica a la salud, al trabajo, dinero, pareja.
“El que no perdona destruye el puente por el que tendrá que pasar más tarde” – dice el padre Ángel.
Una amiga me decía, si pudiera volver atrás haría lo imposible para evitar el divorcio.
Amar y ser amado: eso es la felicidad. Pero amar es un verbo que se conjuga, se actúa. Se puede conseguir esa felicidad accionando el amor.
Como con el trabajo, si quieres hacerlo bien, trabaja. Actúa.
Dicho todo lo anterior, si el motivo es irreconciliable, ¿cuáles son los pasos para tener un divorcio lo menos devastador posible?
- Estar conscientes de que es un paso sumamente difícil que tiene cuatro estados de duelo: negación, rabia, tristeza, aceptación.
- Facilitar a la persona para que salga de casa.
- Conseguir ayuda profesional en el área legal y de psicología.
- Hablar respetuosa, clara y sinceramente entre la pareja y también con los hijos.
- Organizar las cosas económicas lo más pronto posible.
- Cumplir los acuerdos y compromisos.
- No buscarle más pies al gato y pasar la página.
- Con los hijos mantener la rutina, no sobreprotegerles. Darles atención y cariño.
- No desvalorizar al otro frente a ellos porque, nuevamente, “no hay que destruir el puente por el que se pasará más tarde”.