Una Habitación Propia
Para vivir con orgullo hay que vivir sin miedo
María Fernanda Ampuero, es una escritora y cronista guayaquileña, ha publicado los libros ‘Lo que aprendí en la peluquería’, ‘Permiso de residencia’ y ‘Pelea de gallos’.
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Mientras escribo esto, en Madrid, la ciudad en la que vivo, se está celebrando el Orgullo, una de las fiestas LGTBI más importantes del mundo.
La bandera arcoíris ondea por todos lados, cantidades de parejas del mismo sexo, grupos de amigos y visitantes de todos los países se pasean por el centro de la capital demostrando abiertamente su inclinación sexual, identidad y alegría de ser quienes son y en muchas tiendas y negocios se puede leer la palabra Pride, orgullo, en inglés.
Recuerdo que hace diecisiete años, la primera vez que vi la Marcha del Orgullo Gay recorriendo la Gran Vía, sentí que esta era la ciudad más extraordinaria del planeta Tierra. Que la gente sea quien es, que se le permita ser quienes son, me parece, debería ser el uno punto uno de todas las constituciones.
Vengo de un país en el que en cada familia hay un armario. El querido actor Roberto Manrique, por ejemplo, salió de él hace muy poco, a pesar de que, según ha contado, lleva años en pareja con personas de su mismo sexo.
Yo conozco muchísimas mujeres que aman a mujeres y a muchísimos hombres que aman a hombres que no pueden hacerlo abiertamente en nuestro país. Todavía, año 2022, es un tabú inmenso.
Qué decir ya de las personas transexuales, de quienes dicen están "confundidas" o influenciadas por "ideas extranjeras" cuando no hay nada que salga más de dentro como la comodidad de estar en el cuerpo que sientes que te corresponde.
La polémica sobre la película de dibujos animados 'Lightyear' no ha hecho otra cosa que confirmar el atraso, oscurantismo y vergonzoso puritanismo de nuestra sociedad.
Dos mujeres que son pareja se dan un beso. "Guau. Qué obscenidad. Que alguien piense en los niños".
Leo cosas absolutamente incomprensibles sobre si los niños y las niñas deben ver la película, pero quizás la más dañina es la que dice que van a pensar que "eso" es normal.
¿Qué quieren que piensen? ¿Que es monstruoso que dos mujeres se quieran? ¿Que es una anomalidad?
Quieren, entonces, perpetuar el pensamiento retrógrado e infame que ha hecho que miles de ecuatorianos y ecuatorianas vivan vidas ficticias (causando daños inmensos a sus parejas e hijos), se suiciden, sufran depresión, sean alcohólicos o drogadictos o emigren para siempre buscando en otros países la posibilidad de ir de la mano de las personas que aman.
"¿Cómo les explico yo a mis hijos esa escena?", se preguntan los y las personas que no hacen nada por explicar a esos mismos niños y niñas la desigualdad social, los pequeños que piden dinero en los semáforos, las inmigraciones sumidas en la pobreza, los asesinatos, la guerra, el dolor de los demás.
Creo yo que es más fácil explicar el amor que el odio.
Mientras la ciudad en la que vivo hay una hermosa ebullición de banderas de colores y la alegría de mujeres y hombres que celebran el orgullo de ser quienes son, en la ciudad a la que pertenezco se quiere censurar una película animada porque sale un matrimonio de personas del mismo sexo dándose un beso.
Quiero creer que poco a poco están cambiando las cosas en Ecuador para la gente LGTBI, pero este tipo de manifestaciones rancias me quitan la esperanza. Si hay odio a unos dibujitos y a unos personajes, imagínense el que hay para personas de carne y hueso.
Por eso para tantas personas homosexuales es tan difícil salir a la calle con orgullo. El orgullo te puede matar.