Efecto Mariposa
¿Vivir más años o tener mejores años?
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
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La disyuntiva entre vivir más años o tener mejores años encontró un punto de encuentro con la esperanza de vida saludable, también conocida como esperanza de vida en buena salud.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la esperanza de vida saludable es el “número promedio de años que una persona puede esperar vivir en plena salud desde el nacimiento”.
En otras palabras, la esperanza de vida saludable considera la cantidad de años que una persona vive con buena salud, destacando la importancia de aumentar la longevidad, pero manteniendo la calidad de vida.
La esperanza de vida saludable en Ecuador, según la OMS, corresponde a 68,5 años y está sobre la edad promedio de la región de las Américas (66,2) y del mundo (63,7).
La esperanza de vida en buena salud no implica ausencia de enfermedades, sino que hace referencia al hecho de vivir sin trastornos físicos o mentales que afecten la calidad de vida. Así, se puede considerar que una persona que padece de hipertensión (controlada) se ajusta a esta definición, mas no alguien que sufre de demencia.
Debido al creciente interés de vivir más y mejor, se han destinado ingentes recursos y muchos científicos han centrado sus esfuerzos para encontrar la verdadera fórmula para vivir más.
La periodista Ellen Huet señala que la investigación sobre la longevidad en Silicon Valley se ha convertido en “la ciencia más candente y en una comedia trágica”.
Al parecer, ya hay un plazo para conocer la receta para vivir más y mejor. Corina Amor, científica española, menciona que en 10 años la ciencia podría ayudar a concretar el sueño de alargar la vida al máximo mientras se goza de buena salud física y mental.
Amor asegura que los avances científicos permitirán llegar a los 130 o 140 años, aunque el costo económico de vivir muchos años será impagable para la gran mayoría de personas.
El deseo de vivir más también ha desatado una epidemia de desinformación, con la cual está disponible una enorme lista de recetas que se venden como milagrosas, que asocian causalidades donde no las hay y que al final se convierten en engaños, puesto que carecen de evidencia científica sólida.
En internet se promociona el consumo de vinagre en ayunas, la leche dorada, la cúrcuma, un vaso de agua con limón en ayunas, dietas, ollas especiales e infinitas vitaminas. Sin embargo, para ninguna de estas supuestas soluciones existe evidencia científica de que solo consumiéndolas o usándolas se puede mejorar la salud y alargar la vida.
Asimismo, debe tomarse con precaución la información presentada en el famoso documental de Netflix: Vivir 100 años: Los secretos de las zonas azules, en el que se presentan lugares con personas centenarias junto con sus prácticas diarias, aduciendo que estas son las responsables de que las personas vivan más.
En el documental mencionado se asocia, por ejemplo, el alto consumo de camotes de los habitantes de Okinawa (una isla japonesa) con una supuesta baja incidencia de diabetes en esa población.
Si bien existen estudios que sugieren el papel antidiabético del camote, los científicos son cautelosos en establecer la relación “si come camotes, no tendrá diabetes”, y recomiendan más ensayos y análisis.
Encontrar la receta de la vida larga es tan difícil que, incluso para los casos en los que sí existe abundante evidencia científica, los mismos científicos recomiendan tener precauciones.
En un estudio que analiza diversas investigaciones sobre el efecto del consumo moderado de vino tinto sobre la salud, se concluye que entre quienes consumen esta bebida hay una menor tasa de mortalidad por causas cardiovasculares.
No obstante, en el mismo estudio se advierte que el hallazgo debe tomarse con prudencia, puesto que aumentar el consumo de vino podría ser perjudicial para personas vulnerables al alcohol, debido a la edad, medicación o patologías.
Otro aspecto que se debe considerar es que las recetas mágicas prometen que el consumo de un solo producto cambiará la vida, ignorando la importancia de tener un enfoque holístico, que incluya aspectos como: nutrición equilibrada, actividad física regular, sueño adecuado y el cuidado de la salud mental.
Además, con frecuencia, las recetas mágicas olvidan mencionar un elemento clave para vivir más y mejor: la genética. Este elemento permitiría explicar la existencia de aquella persona de 100 años que presume de haber llegado a esa edad, a pesar de que toma aguardiente con frecuencia y fuma.
En la búsqueda de la fórmula para una vida prolongada y plena, la esperanza de vida saludable surge como la combinación óptima de vivir muchos años y bien.
Con todo, debemos estar conscientes de que no existen soluciones extraordinarias y que tampoco se trata de vivir obsesionados con calorías, restricciones y prohibiciones, sino de seguir un conjunto de hábitos y tomar decisiones que beneficien nuestra salud física y mental. Evidentemente, hay circunstancias, como la pobreza, que limitan la adopción de estilos de vida saludables.
La clave está no solo en alargar la existencia, se trata de enriquecerla, de disfrutar cada momento con salud y vitalidad para avanzar hacia un envejecimiento más saludable y satisfactorio.