Contrapunto
Un virtuoso de la música aspira al Premio Eugenio Espejo
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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Ambateño como Juan León Mera o Juan Montalvo, estudioso incansable, perseverante, muy exigente, prolífico en la dirección orquestal, así es, en pocas palabras, el maestro Álvaro Manzano, uno de los 100 aspirantes al Premio Nacional Eugenio Espejo 2020, en la categoría ‘Creaciones, realizaciones o actividades a favor de la cultura o de las artes’.
Este artículo será escrito en primera persona por causa de la sincera amistad que existe entre el periodista y el maestro. Es justo reconocer que todos los nominados, que suman 200 en las tres categorías, tienen bastantes méritos para adjudicarse el premio, que se otorga cada dos años, a modo de reconocimiento del Estado a una trayectoria profesional que demanda de enormes sacrificios personales.
Mi memoria se remonta a los primeros años de la década de los noventa del siglo anterior cuando conocí a Álvaro en lo que podría considerarse una “aventura” de alto riesgo. Se trataba de un proyecto que consistía en llevar a la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador (OSNE) a los estudios de Ecuavisa para grabar un programa mensual.
Nunca antes una orquesta de esas características había grabado nada en un canal de TV y la logística entonces era precaria. La orquesta tenía un pequeño camión que llevaba los atriles, algunas plataformas y los instrumentos más grandes: los contrabajos.
Pocos músicos tenían carro propio y a muchos los vi cargando sus intrumentos por la cuesta de la calle Bosmediano o en los pocos buses que llegaban hasta el barrio Bellavista.
La aventura por mi lado era que el programa, que se transmitía el primer domingo de cada mes, tuviera sintonía y pudiera venderse para que lo recaudado ayudara a la orquesta.
El primer programa se transmitió a las 22:30, excelente horario, el segundo a las 23:30 y los siguientes siempre después de la medianoche, es decir, casi sin audiencia y sin venta de auspicios.
La aventura duró seis meses, me permitió conocer de cerca el vértigo de dirigir una orquesta bajo la batuta de un maestro exigente. Algunas veces, por un pequeño error, paraba la grabación para comenzar de nuevo, cuando la obra ya se estaba acabando.
Conozco a la Sinfónica Nacional desde mi época universitaria, a finales de los setenta y a comienzos de los ochenta. Ha tenido excelentes directores, pero me atrevo a decir que ninguno como Álvaro Manzano le ha dado tanto vigor, con un nivel tan elevado de excelencia musical.
Cuando hablo de perseverancia me refiero a que el maestro se pasó seis años buscando la posibilidad de una beca para estudiar dirección musical. Estuvo muy cerca de lograrlo en Estados Unidos y en Italia, pero “a último momento algo pasó”, dice Álvaro a PRIMICIAS.
Luego, a través del que fuera el Instituto de Crédito Educativo y Becas, logró una beca en la ex Unión Soviética, lo cual marcó definitivamente el éxito para Álvaro y para Ecuador.
¿Por qué para Ecuador si fue un logro personal del músico? Porque a través de la música Álvaro Manzano ha representado a todos los ecuatorianos y ha permitido que en otros países conozcan nuestro arte, nuestra cultura; y también la música del mayor compositor nacional: Luis Humberto Salgado.
Los países donde Manzano ha dirigido son Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, El Salvador, Estados Unidos, Estonia, Guatemala, Honduras, Islandia, México, Paraguay, Perú, República Dominicana, Rusia y Venezuela.
En los 36 años de profesión, que también incluyen una maestría en bellas artes, ha dirigido 1.000 conciertos desde que por primera vez dirigió a la OSNE, en 1985, en diferentes períodos. Es también director de ópera, un título que logró con honores en el Conservatorio Tachaikovsky de Moscú. Obras tan exigentes como la Novena Sinfonía de Bethoven o la Consagración de la primavera de Stravinsky han estado en el repertorio de Manzano.
En lo personal nunca he faltado, ya sea en la Casa de la Música, en el Teatro Nacional Sucre o en la iglesia de La Compañía, a escuchar cualquiera de las sinfonías de Tchaikovsky dirigidas por Manzano.
La última que recuerdo con emoción fue la Sinfonía número 5, opus 64, en el Teatro Sucre el año pasado. Puede ser la influencia rusa o lo que sea, pero me atrevo a decir que nadie en el país interpreta a Tchaikovsky como Manzano.
“Es un compositor representativo ruso; un gran melodista y un músico que sabe como llegar al alma”, responde el director para definir al gran maestro ruso. Y sobre Mahler dice que “es mucho más intelectual”; sin embargo, no puede reprimir su origen judío, el cual se refleja constantemente en su música. “Mahler es una de las más grandes cimas de la música”, resalta Manzano.
El 9 de agosto es el Día Nacional de la Cultura y se conocerá a los tres ganadores que el jurado considere son los que más han aportado al país en los ámbitos artístico, literario y científico. Muchos son los nombres que podrían ganar y Manzano manifiesta que, simplemente la nominación, “es un gran honor y compromiso”.
Solo los que somos el público que aprecia la buena música sabemos que, muy cerca de su jubilación, sería un gran reconocimiento para el prolífico maestro, para su natal Ambato y para todo Ecuador.