Contrapunto
Lo que hasta ahora no se había escrito sobre Manuelita
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
Actualizada:
A veces el librero ofrece un libro con poca convicción y, cuando eso ocurre, el lector-cliente lo compra con escaso agrado.
Se trataba de una de las tantas biografías que se han escrito sobre Manuela Sáenz y, además, por el hecho de que el autor no era ni latinoamericano ni inglés, sino estadounidense.
Y poco conocida en nuestro medio: Pamela S. Murray. La biografía se titula 'Manuelita, por la gloria, por Bolívar' (la portada está sin comas; en inglés 'For glory and Bolívar'). Solo en el título se menciona al personaje con el diminutivo, después simplemente es Manuela o Libertadora.
Es la biografía de la mujer más importante de nuestra historia, por no decir de toda América, en la lucha por la Independencia escrita con pasión por Murray, nacida en Seatle, Washington.
El comienzo del relato es severo, no escatima críticas a todo lo que se ha escrito sobre la quiteña. Dispara contra los historiadores por haber relegado al personaje a un papel inferior de chica mala, indecente e incluso ninfómana.
Cree Murray que así se contó la historia, pero muy poco dijeron sobre los 26 años que sobrevivió a la muerte de Simón Bolívar.
Manuela "fue mucho más que la amante del Libertador", fue una mujer decidida que participó en acciones militares y en el mundo de la política, "oficios que en la época se destinaban solo a los hombres".
Murray la ubica como una de las grandes figuras femeninas del hemisferio y para eso se basa en una investigación in situ en Colombia, Ecuador y Perú.
En la biografía cita al historiador peruano Ricardo Palma, quien define a Manuela Sáenz como una persona que no sabía llorar y había "renunciado a su sexo".
Después, acusa al científico francés Jean-Baptiste Boussingault -quien la conoció en Bogotá- por haber dicho "era de una naturaleza equívoca, cuyas aspiraciones y espíritu masculino estaban en un cuerpo de mujer".
La lista de historiadores que acusa es larga, y a las biografías las califica de simplistas. Advierte que el libro busca ofrecer una perspectiva más equilibrada, con matices que no son románticos ni pretenden darle el rol de heroína o de santa, solo "busca recuperar a la persona histórica".
Se salvan de la diatriba Alfonso Rumazo González y Víctor von Hagen, porque describen con seriedad la vida de Sáenz. Pero apunta que Rumazo destina casi la mitad de su libro a la relación de ocho años con Simón Bolívar y muy poco a los 26 años que sobrevivió a su famoso amante.
Von Hagen ocurre algo similar, si bien incluye detalles de su vida exiliada en Paita.
Críticas aparte, la biógrafa dedica bastante espacio a la vida de Manuela Sáenz en Bogotá tras la muerte del Libertador y luego en su exilio en Paita.
Esto ocurre cuando Vicente Rocafuerte le impide su ingreso a Quito, donde pretendía radicarse y cobrar algunas deudas por la herencia a la que tenía derecho.
En ninguna parte se menciona la anécdota de que la quiteña lanzó una corona de laureles que impactó en el cuerpo del militar venezolano. En medio de los festejos por la visita de Bolívar, que ocurrió poco después de la Batalla de Pichincha.
Según von Hagen, la pareja se conoció en un baile en la casa de la familia Larrea, pero la historiadora no halló evidencias de esa reunión.
Desmiente a los historiadores que han asegurado que Manuela, tras la muerte de Bolívar, se sumió en una "triste oscuridad". Sostiene que en Paita se reinventó a sí misma y encontró nuevas fuentes de orgullo, autoestima e influencia personal.
Los datos tienen el respaldo de 631 citas, muchas fuentes primarias, cartas inéditas que demuestran que Manuela Sáenz, si bien pasó necesidades económicas en Paita, siempre buscó recursos mediante el trabajo y el comercio. Asimismo, mantuvo una fluida relación epistolar con Juan José Flores.
En su casa recibió a importantes figuras de la política nacional. El entonces joven político conservador Gabriel García Moreno y a varios exiliados ecuatorianos de la naciente e inestable República.
Y fue visitada nada menos que por el que fuera considerado el héroe de dos mundos, el que unificó a Italia y luchó en Sudamérica: Giuseppe Garibaldi.