En sus Marcas Listos Fuego
Víctimas de violación, doblemente víctimas
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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No quería escribir esta columna. No quiero escribirla mientras la escribo, sin embargo, si el sistema ha conseguido ahogar hasta sus voces, ¿cómo no voy a gritar, mientras puedo hacerlo?
Quiero que lean despacio. Si son mujeres, perdónenme, pero les pido que imaginen que esto lo viven ustedes o sus hijas. Si son hombres, quiero que piensen que esto lo viven sus hijas, hermanas o su madre. Pero necesito empatía, necesito que me traigan gasolina, que el fuego lo invito yo.
Hace unos días recibí una llamada. Una mujer había sido violada, estaba en shock y no sabía qué hacer. Ahí entro yo, que se supone que debería saber cómo proceder. ¿Qué deberíamos buscar?
La respuesta es, en lo humano, proteger a la víctima. En lo técnico, preservar la prueba. ¿Qué se debe preservar? Todo lo posible. Por ejemplo, buscar a través de un examen médico-legal evidencias científicas de que hubo una violación: heridas, moretones, desgarros, inflamaciones.
En lo científico: buscar en las mucosas rastros de ADN del agresor. Y en lo toxicológico: verificar si la víctima fue drogada. En lo psicológico: una evaluación para verificar el daño inmediato.
Ajá, sí, en las películas, en la facultad de Derecho, en los libros. En cualquier país medianamente civilizado. ¿Pero en la vida real?
Llegamos a medicina legal, en las instalaciones de la Fiscalía, y ¿qué creen? No había turnos. Los escasos funcionarios de la institución estaban ocupados, aturdidos, y nos pedían que regresáramos el sábado. Pero, ¿qué creen? Ese día era miércoles.
Entonces me indigné y les pregunté (sí, alzando la voz con ira, con mucha ira): ¿y qué se supone que debe hacer la víctima hasta el sábado? ¿Apretar las piernas para que nada de lo que lleva dentro se le riegue?
Perdónenme por el exabrupto, pero estas situaciones no merecen otra reacción que un exabrupto.
La respuesta fue, un sí con la cabeza gacha, "que no se bañe hasta el sábado y que conserve la ropa interior en una funda de papel", con un hilo de voz.
Me mareé. ¿Cómo salía de esa oficina a explicarle a una víctima, devastada, que el Estado no tiene recursos para atenderla, que debe conservar el sudor de su violador encima hasta el sábado y que seguramente hasta el sábado, en caso de llevar esperma de él adentro, ya estará embarazada?
Así que fui perdiendo el control y empecé a mandar al diablo a todo el mundo. Puse a toda mi oficina a trabajar, movilicé a todos, preparamos desde denuncias hasta acciones constitucionales, hasta que fue tanto el bullying que aplicamos que nos dieron la dichosa cita (creo que era la media hora de almuerzo de quien nos atendió).
Claro, una cita para un frío, mundano y nada empático examen ginecológico. Pero decidieron no quedarse con las prendas (ropa interior) porque me exigían orden de un fiscal. El fiscal de turno, saturado de casos hasta el techo, humanamente no podía atendernos.
¿Y el examen toxicológico? Pues imposible, porque el Estado, por falta de presupuesto, no tenía reactivos.
Ajá, no tienen especies para darte una cédula. OK, entiendo, somos un pinche país tercermundista. ¿Pero no tener insumos para garantizar un proceso penal transparente a una víctima de un delito sexual? Eso ya es de primer imbecilmundistas.
Así que improvisamos, fuimos a un hospital privado, arrastrando con mucho tino a una mujer que cada vez se hundía más en depresión. ¿Saben lo que ocurrió? Que ningún hospital privado, pelucones y todo, acepta realizar exámenes, de ningún tipo, a víctimas de violación.
¿Por qué? Porque aplican algo denominado 'medicina defensiva', es decir, prefieren ahorrarse problemas y evitar ir a declarar como testigos en un juicio.
Así que fuimos a otro hospital privado, al único que no habíamos probado aún, y tuvimos que decir que la víctima fue robada y que creíamos que con escopolamina. Ahí sí nos atendieron.
Quiero que piensen, hasta este punto, que todo esto tomó 17 horas. Sí, 17 horas, una víctima de uno de los delitos más atroces que puede sufrir un ser humano, tuvo que soportar en frías sillas de oficinas públicas para ser rechazada y humillada una y otra vez, porque sus impuestos y los de sus padres valen para nada.
En la noche regresamos a Fiscalía en busca de los resultados, ¿y qué creen? Nos golpeamos otra vez contra la realidad. Varias mujeres heridas y violadas en sillas, llorando, desamparadas.
Les preguntamos qué les había pasado. También eran víctimas, llevaban varias horas ahí, pero ya se iban, porque no había turnos. A lo lejos se veía a los médicos legistas, con ojeras, agotados, trabajando sin descanso y sin ayuda, sin presupuesto y sin insumos, exigiendo más personal y recibiendo el eco de su propia voz como respuesta.
¿Saben lo que ocurrirá con los casos de esas mujeres? Nada. Absolutamente nada. Porque ante la ausencia de inversión en justicia por parte de todos los gobiernos que hemos tenido, las pruebas no se pueden preservar, lo que significa que no habrá evidencia alguna para procesar a sus agresores. ¿Chévere no?
Hermoso ser ciudadano de este maldito Estado. Súper cool. Y luego me piden que respire y que no escriba columnas mandando a todos a la mierda.
Mi cliente se pudo hacer los exámenes, tras un proceso brutalmente revictimizante e inhumano. ¿Saben por qué? Porque tuvo un equipo jurídico, enterito, peleando por ella de sol a sol.
¿Saben qué consiguen las mujeres pobres que no tienen recursos para un abogado? Nada. Reciben lo mismo que han recibido desde que nacieron. Nada.
Cuando salimos con los resultados y las vimos a ellas, a las desplazadas por la sociedad, siendo desplazadas ahora también por el Estado, me dio hasta vergüenza tener resultados médicos en la mano, porque claro, yo sí pude amenazar vehementemente con un escándalo mediático, con una acción de protección, con una denuncia penal, porque yo sí pude hacerles entender las consecuencias jurídicas y públicas de no atenderla porque conozco la ley.
¿Y las que no tienen abogados que peleen por ellas? Reitero, nada. Violación y nada más para ellas. A ellas les dicen, "regrese otro día" y como no conocen sus derechos, como no tienen nadie que les explique el procedimiento, se van sin ser atendidas.
Sí, se van y regresan a la casa donde les espera, impune, su agresor.
Por eso, déjenme decirles, me causa gracia y hasta ternura ver el "plan de lucha contra la inseguridad" del Gobierno. ¿Cómo van a combatir el narcotráfico si no son capaces de atender de forma rápida, eficaz y humana a una ciudadana que ha sido violada?
Yo entiendo que acabar con la criminalidad es un proyecto jodido y a largo plazo. No les pido que solucionen eso para mañana.
Ya, hasta entiendo que, pese a que pago un impuesto de circulación con la matrícula de mi auto, deba caer en baches y cráteres porque se roban hasta el agua de los floreros.
¿Pero no tener la decencia, el mínimo de decencia, para triplicar el presupuesto de medicina legal, triplicando su personal, triplicando sus insumos, para atender a las víctimas de toda clase de violencia con rapidez y eficacia?
¿Cómo quieren que seamos positivos cuando las obligaciones más básicas del Estado, cuando las garantías más elementales de Derechos Humanos, no existen?
¿Cómo pueden los jueces, los fiscales, los médicos legales, prestar un servicio célere e integral si el Estado no les entrega las herramientas? Ni papel bond. En serio.
Seguimos creyendo que la eficacia de la justicia significa conseguir condenas en casos mediáticos y no nos damos cuenta de que son estos pequeños casos, de ciudadanos de a pie, los que constituyen la verdadera justicia. Por eso, otra vez, pueden irse todos al carajo.