Canal cero
Las víctimas de Aztra
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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Héroes y heroínas del Ecuador
Parecía imposible semejante salvajada, pero el 17 de octubre de 1977 se produjo la “Masacre de Aztra”. Cayeron asesinados los trabajadores, mujeres y niños en el ingenio Aztra, provincia de Cañar.
La dictadura militar del “Consejo Supremo de Gobierno” de Alfredo Poveda, Guillermo Durán y Luis Leoro (1976-1979) se planteó el objetivo del “retorno al régimen constitucional”.
Pero, para prolongarse en el poder, boicoteó ese retorno. Benefició a los grupos dominantes, revisó la política petrolera, obstaculizó la reforma agraria, dio créditos a los empresarios y aumentó los precios de los productos, entre ellos el azúcar.
La dictadura violó derechos laborales, aplicó decretos anti obreros y leyes que criminalizaban la lucha social, dividió a las centrales sindicales encarcelando a sus líderes, reprimió con violencia y muerte a los campesinos.
El retorno a la constitucionalidad se alargó por acción del sector represivo y pro oligárquico de las Fuerzas Armadas liderado por Durán Arcentales y su principal brazo ejecutor, el general Bolívar Jarrín Cahueñas.
En esas circunstancias, los trabajadores de Aztra agotaron todos los recursos para que se les pagara del incremento del precio del azúcar y se cumpliera el contrato colectivo. Pero la empresa y las autoridades dilataron el trámite.
El 15 de octubre los trabajadores declararon la huelga y luego tomaron las instalaciones. La respuesta fue suspender el trámite del conflicto colectivo e incrementar la presencia de la policía, a la que la empresa pagaba por servicios de seguridad en el ingenio, contra su rol de agente del orden público.
Cuando llegaron refuerzos policiales, el coronel Reyes Quintanilla y los mayores Díaz y Cruz dispusieron el ingreso a la fuerza a las instalaciones del ingenio.
Mientras los trabajadores en huelga recibían la visita de sus familiares, a las 18:00, según cuenta Víctor Granda en su libro sobre el tema, luego de rodear a más 3.000 personas con más de 200 efectivos, se escuchó el ultimátum de un oficial que concedía dos minutos para que los huelguistas abandonen el lugar. Pero la garita y las puertas estaban bloqueadas.
Los policías hicieron disparos y lanzaron bombas lacrimógenas. Los trabajadores y sus familiares fueron empujados a lanzarse masivamente al canal de riego que rodeaba el ingenio. La represión se extendió hasta el día siguiente en los cañaverales y en la vía a La Troncal.
La policía allanó y varios dirigentes y asesores laborales como Santiago Espinoza y el doctor Brummel Reyes fueron vejados y detenidos. Los cadáveres fueron apareciendo y llegaron a 24. La mayoría se había ahogado, pero también tenían golpes e impactos de bala.
El gobierno culpó a los propios trabajadores. La justicia, luego de un breve trámite, dejó en la impunidad la matanza y dictó sobreseimiento definitivo de los hechos y sus presuntos responsables. Pero la masacre de Aztra y sus muertos han vivido en la memoria colectiva como heroicas víctimas de la represión dictatorial.