El Chef de la Política
Abad no va a juicio: Asamblea Nacional deja con los churos hechos a presidente, jueza y fiscal
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Todo estaba listo y dispuesto para cumplir con el deseo presidencial de dejar fuera de juego a Verónica Abad. A la petición de Carondelet, que ahora mismo es de aquellas que se cumplen o se cumplen, la justicia reaccionó rápidamente, genuflexa como es, ante los mandatos del poder. Cuando desde arriba se le pide algo, ahí la maquinaria opera a la brevedad. Si hay que cambiar el delito para que la cosa fluya, pues se cambia. ¿Cuál es el problema? Si hay que pedir autorización a la Asamblea Nacional imponiendo dos días de plazo, pues se lo hace ¿Quién dice miedo? Si hay que decir que toda la documentación es secreta a pesar de no tratarse de un caso relacionado con la seguridad nacional, pues se dice y declara así. ¿Dónde está la dificultad?
A fin de cuentas, la manipulación de la justicia en el país no empezó ni terminó con el presidente que nos disgusta. Acá, desde siempre, el Poder Judicial fue el patio trasero de los gobiernos de turno y lo sucedido en estos días no fue sino la confirmación de la regla. ¡Cuánta agilidad para atender lo que el poder político demanda! ¡Cuánto servilismo expuesto sin mayor pudor! Si la orden era echar a patadas a la vicepresidenta, había que facilitar la resolución del entuerto por esa vía. Que en lo visto y dicho hay argumentación jurídica, musitan los ahora golpeados por la negativa de la Asamblea Nacional. Pamplinas. A otro perro con ese hueso. Nadie les cree. Lo que pasó, en lo de fondo, es que tuvieron errores de cálculo. A repetir. Ellas y él.
Ni defensa de Abad, ni exaltación de lo actuado por parte de los animales humanos en la Asamblea Nacional. Tampoco esa es la síntesis del triste evento. Porque la verdad sea dicha, no es que las frutas en esa arena se movieron por razones jurídicas o de interés nacional. Simple y llanamente, enjuiciar a la vicepresidenta no convenía a intereses políticos específicos y en eso, la Revolución Ciudadana supo evitar las tentaciones.
Obvio, si daban paso a la orden de Carondelet, enviada con papel membretado de jueza y fiscal, la tesis de la manipulación de la justicia en el país se les venía abajo. Había que decir lo contrario pues ahí su discurso de combate se mantiene intacto.
No solo eso. Ahora, con el mal manejo de fichas de ellas y de él, la idea de que en Ecuador los presidentes manipulan a fiscales y jueces para perseguir a quienes le son incómodos toma más fuerza.
Porque hay que decirlo, con ese rápido cambio de delito, de uno no tan conveniente a los intereses de Carondelet a otro que sí le sirve, cualquier reconocimiento internacional o la aparición en la lista de los topes de topes, empieza a hacer agua.
Pues sí. Acá los costos de la derrota política sufrida en la Asamblea Nacional son compartidos y si bien una parte del pasivo la tiene que masticar el Ministerio de Gobierno y su único e irrefutable vocero, otro pedazo de ese guiso se lo tiene que engullir la Fiscalía General. Toda la confianza ganada a lo largo de casi seis años, labrada pasito a pasito, de un solo golpe se viene abajo. Porque tapar el sol con un dedo es difícil, como difícil es dejar de ver que, en este episodio, desde el Ministerio Público le rindieron honores al poder político.
Por ahí mismo va la actuación de la jueza. Todo a prisa. Si le pidieron que haga algo pues ella lo ejecuta, sin chistar. Sin preguntar. Sin alzar la voz y peor la cara. Tenga usted, le envío todo en secreto para que allá se limiten a votar. Encima, le doy dos días, bajo prevenciones legales, como dicen los jurisconsultos.
Y ahí, cuando ante tanta imposición se esperaba que vuelva a rugir quien quiere ser heredero del que rugía en serio, nada. Pasividad absoluta. Todo lo contrario. Lo que usted disponga, señora jueza. Si hay que hacer en sesión virtual, lo hacemos. No hay problema. En otras circunstancias, con esas poses desde el Poder Judicial, distintos discursos habrían corrido por los cauces legislativos.
Porque lo que en la tienda socialcristiana pasó, también hay que decirlo, no es que se opusieron genuinamente a que Abad vaya al cadalso. Simplemente vieron que RC no estaba en la línea y, como buen jugador de la política local, aplicaron la máxima de que siempre es mejor quedar del lado de los ganadores. Si los antiguos altivos y soberanos votaban de otro modo, vaya a ver el país la aplastante mayoría en favor del enjuiciamiento a la vicepresidenta que se habría dado.
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Al final, jueza y fiscal quedaron en muy mal predicamento frente a su poderoso emisor, quien ahora tendrá que inventar otra estrategia para deshacerse de Abad. Algo que deje contentos y satisfechos a propios y extraños. Algo que redima también, en alguna medida, el lamentable papel que la justicia ha jugado, nuevamente, en este episodio.