Canal cero
Vargas Torres, el héroe radical
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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A fines del siglo XIX se levantaron las montoneras, sobre todo en Esmeraldas y Manabí. Eran campesinos que reclamaban tierra y libertad. Actuaban luego de los “pronunciamientos” contra los regímenes conservadores “progresistas”, a veces bajo el liderazgo de notables locales, como Luis Vargas Torres, quizá el más conocido.
Luis Vargas Torres nació en Esmeraldas en 1855. Hijo de José Vargas y Delfina Torres de la Carrera, fue miembro de una familia de rebeldes radicales. Sus hermanos fueron Pedro, José María, Clemente y Carlos Concha Torres. Luis quedó huérfano de padre siendo niño. Se le mandó a estudiar en el Seminario Mayor de Quito, pero lo abandonó para dedicarse al comercio y a la política. Se juntó con los radicales que actuaban desde tiempos de García Moreno. Uno de sus líderes, Nicolás Infante, cayó en una de las tempranas luchas.
Durante la dictadura de Ignacio de Veintemilla vivió en Guayaquil, dedicado a los negocios. Los abandonó cuando supo la muerte de su hermano Clemente en un levantamiento revolucionario. Viajó a Panamá y le ofreció a Eloy Alfaro todo su dinero para comprar armas para la revolución. Regresó al Ecuador con otros liberales trayendo rifles y municiones. Organizó una fuerza con la que tomó la ciudad de Esmeraldas, el 16 de enero de 1883. Alfaro lo nombró jefe de una división del ejército que, luego de cercar Guayaquil, la tomó en julio de ese año, terminando con la dictadura.
Asistió como diputado por Esmeraldas a la Convención de 1883-84 y en ella defendió los principios liberales frente a la mayoría conservadora. Recibió una cantidad de dinero por los gastos que hizo en la campaña contra la dictadura, que la entregó a Alfaro para la compra del buque Alajuela, con la cual vino al Ecuador, pero fue derrotado en el combate naval de Jaramijó por las fuerzas del gobierno de Caamaño. Vargas Torres se exiló en Panamá y, a finales de 1886, Alfaro le encargó la invasión del Ecuador desde el norte del Perú. Avanzó a Loja y la tomó, pero fue reconquistada por el coronel Vega Muñoz.
Vargas Torres fue apresado, juzgado sumariamente y condenado a muerte junto a varios seguidores. Pudo huir o salvar su vida si pedía clemencia, pero no lo hizo. Fue fusilado el 20 de marzo de 1887 en la plaza de Cuenca, sin dar la espalda al pelotón de ejecución y sin permitir que le vendaran los ojos. Dejó un mensaje que decía: "Quiera Dios que el calor de mi sangre que se derramará en el patíbulo enardezca el corazón de los buenos ecuatorianos y salven a nuestro pueblo".
Desde entonces fue considerado un héroe de la lucha por la libertad y un referente del radicalismo. En la tradición popular esmeraldeña y montonera se han conservado varias coplas como:
"Vargas Torres fue el primero
gritó con todo való;
por la libertad yo muero
de mi patria el Ecuadó".
Con el triunfo liberal de 1895 el culto a su memoria creció y se ha mantenido hasta el presente. La universidad pública de Esmeraldas y varias escuelas e instituciones del país llevan su nombre.