Urgente: un poco de inteligencia emocional para nuestros políticos
Es Ph.D. en Economía. Docente-investigadora de la Universidad de las Américas. En sus investigaciones combina sus dos pasiones: la economía y la ciencia política.
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Ya sea para dirigir una empresa, una ciudad o un país, la clave del éxito es tener buenos líderes. Pero ¿cuáles son las características de los buenos líderes? ¿Educación? ¿Edad? ¿Experiencia? ¿Proveniencia?
Pues bien, varios estudios han demostrado que la inteligencia emocional es un componente importante del liderazgo. Los expertos definen la inteligencia emocional como la capacidad de entender, utilizar y manejar nuestras emociones de manera positiva.
Daniel Goleman y Richard E. Boyatzis han identificado que la inteligencia emocional tiene cuatro dominios:
- Autoconciencia.
- Autorregulación.
- Conciencia social.
- Manejo de las relaciones.
La autoconciencia se refiere a la capacidad de los individuos de reconocer y comprender sus emociones, estados de ánimo e impulsos, así como el efecto que estos tienen en las personas que los rodean.
La autorregulación concierne a la capacidad de las personas de animarse cuando se encuentran tristes, así como de calmarse cuando están molestas.
La conciencia social es la capacidad de entender con claridad las emociones de otras personas y lo que realmente les está sucediendo.
El manejo de las relaciones se refiere a conocer nuestras emociones y las de los demás, y utilizar este conocimiento para gestionar las interacciones interpersonales con éxito.
¿Por qué es importante la inteligencia emocional al liderar? Permite que un líder tenga una mente abierta a considerar otras ideas y perspectivas.
Un líder emocionalmente inteligente establece conexiones interpersonales saludables, pues está en capacidad de ajustar su pensamiento en respuesta a las emociones y comportamientos de los demás.
En situaciones difíciles, la inteligencia emocional es muy necesaria. Un líder que posee esta característica responderá a la adversidad de manera tranquila y considerada, pues maneja muy bien sus emociones y las de los demás en momentos de estrés o presión.
Si evaluamos a nuestros líderes políticos en términos de su inteligencia emocional, ¿en qué escala se ubicarían? Si bien no conocemos a la mayoría de ellos en persona, podemos analizar cómo se manejan en redes sociales y tener una idea de cuáles son sus fortalezas y sus debilidades.
Los resultados no son alentadores, pues las redes sociales reflejan que una gran parte de nuestros políticos carece de autorregulación y actúa impulsivamente.
Otros, en cambio, haciendo gala de su poca empatía, no interactúan bien con los demás porque están absortos en sus propias ideas y creencias, sintiéndose dueños de la verdad.
En fin, el cinismo, la desconsideración y el negativismo imperan.
Más que nunca, Ecuador necesita líderes emocionalmente inteligentes, políticos que lideren al país manteniendo un rumbo firme hacia el desarrollo, siendo conscientes de cuáles son sus fortalezas y sus debilidades.
Que puedan liderar a los ecuatorianos de diferentes grupos y orígenes, conduciéndonos a un objetivo común.
Si bien la experiencia y capacidad son importantes, la inteligencia emocional es crucial. Sin embargo, ¿Dónde están estos líderes?