Con Criterio Liberal
Un Ecuador sin subsidios
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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La eliminación de los subsidios en Ecuador es la mejor medida económica que se ha tomado en el país desde la dolarización.
Mejor aún, esta medida supone un radical cambio de rumbo en la política económica del Ecuador. Durante la década correísta, casi todas las medidas económicas que se tomaron fueron en la dirección contraria al libre comercio y la prosperidad, ahora, por fin, se toma una tan necesaria medida que por más de 40 años lastraba el presupuesto de Ecuador de una manera pesada e injusta.
Y es que los subsidios son muy injustos, es esta una evidencia que no se puede obviar ni dejar de repetir. Los subsidios suponen que otros paguen lo que uno consume. Y a nadie le parecería bien que si yo voy a comer a un restaurante de lujo, lo paguen otros con sus impuestos, o que si el señor Gómez se va de vacaciones, lo paguen todos los demás ciudadanos.
Pues con los subsidios es igual, cada vez que alguien consumía gasolina en Ecuador, en lugar de pagar todo su precio, como es lo justo y ocurre con los otros productos, una parte importante la pagaban los demás ciudadanos, los que no consumían esa gasolina.
Y encima se añadía desigualdad a la injusticia, pues quienes más gasolina consumen son, o las personas de clase media-alta que tienen carro propio (y cuanto más poder adquisitivo un carro que consume más), o los empresarios transportistas, que tenían un negocio subvencionado (y por ello muy lucrativo). Todo esto pagado por las personas más humildes que no pueden acceder a un carro y han de viajar en bus.
Es difícil pensar en una política económica más injusta que los subsidios. Y esta es la que se ha mantenido en Ecuador por décadas, la que muchos presidentes han intentado eliminar en el pasado, y la que ahora algunos dirigentes transportistas (con comportamientos mafiosos) y actores políticos oportunistas quieren defender, pero como no tienen razones, lo hacen con violencia, quemando llantas y convocando un “PARO”. Esto es, impidiendo a los ecuatorianos honrados ir a trabajar...
Es imperativo que el Gobierno Constitucional de Ecuador resista las presiones de los violentos. Que quede claro que en democracia las diferencias políticas se resuelven en la Asamblea o con negociaciones, pero nunca con violencia.
Aquellos que pretenden tumbar un gobierno a base de paralizar un país, merecen el más rotundo repudio de los demócratas, de esa gran mayoría de ecuatorianos que quiere ir a trabajar pues sabe que ese es el camino a la prosperidad.