El Chef de la Política
El último año del Gobierno y la amenaza de la revancha verde flex
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Inicia el cuarto y último año de Gobierno de Lenín Moreno y una de sus principales preocupaciones será definir las estrategias para que su salida del poder le implique los menores costos políticos. Sin duda alguna, el mayor temor que circula en Carondelet, y que se irá incrementando en la medida que pasen los días, es la posible revancha de la Revolución Ciudadana frente a lo que sus huestes han llamado “la traición al proyecto”.
Dicha afirmación, que fue parte del discurso de los primeros dos años de oposición y que ahora ha sido reemplazada por el vacío argumento de la implantación de políticas de ajuste neoliberal, no tiene como objetivo solamente posicionar a dicho sector político frente al próximo proceso electoral sino que constituye, además, una amenaza real y perfectamente creíble.
En efecto, las declaraciones y hechos que el país ha observado en los tres años que han pasado dan cuenta que, si la Revolución Ciudadana logra recuperar espacios en 2021, es muy probable que Lenín Moreno y parte de su Gobierno terminen con sus huesos en la cárcel o en el exilio.
Frente a tan dramático escenario de eventual persecución política y judicial, respecto al que los más preocupados deben ser los que juraron amor eterno al líder de Bélgica y ahora lo llenan de improperios, una posibilidad que estará barajando el Gobierno es arrimar el hombro a una candidatura presidencial que, aunque no provenga del oficialismo, le garantice que luego del 24 de mayo de 2021 sus principales actores podrán circular sin contratiempos por el país.
Si en algún momento creyeron que en los socialcristianos se podía hallar el aliado idóneo, las cercanías expresas o tácitas del PSC con la Revolución Ciudadana seguramente han cancelado ya esa opción. Con ello, Guillermo Lasso es quien queda en el tapete; no obstante, sus posibilidades reales de acceder a la presidencia están aún por verse. Por tanto, jugarse al todo o nada con un solo candidato ahora mismo no les resultará un buen negocio.
Por ello es que Otto sigue presente como una carta adicional bajo la manga. Proviniendo del Gobierno actual, resultaría menos probable que asuma la actitud de Moreno frente a Correa; sin embargo, ni eso puede darse por descontado ni tampoco que al final lleguen a pesar más las afinidades del Vicepresidente con las élites guayaquileñas que lo llevaron al poder.
Además, y más importante, el Segundo Mandatario tiene pocas opciones reales de ganar la elección presidencial en 2021, y él lo sabe. Si llega a ser candidato será esencialmente para posicionarse y esperar a próximos procesos electorales.
Así, con la incertidumbre aún reinante, recién hacia finales de año el Gobierno podrá decidir cuáles son sus mejores opciones. Hasta tanto, la única certeza en Carondelet es que sus apoyos girarán no sólo hacia quiénes se muestren más lejanos a la Revolución Ciudadana sino también hacia quienes, además, tengan razones de fondo para no llegar a acuerdos políticos ex post con dicha agrupación política.
En ese contexto, las reformas económicas que urgen al país y la reestructuración del Estado, deberán esperar al nuevo gobernante. Nada de eso será motivo de preocupación fundamental del Gobierno actual en lo que resta del período presidencial.
Lenín Moreno y muchos de sus ministros tendrán otras prioridades, discutibles desde la perspectiva de los intereses del país pero justificadas desde el punto de vista humano. De hecho, el solo pensar que la revancha verde flex puede estar a la vuelta de la esquina, debe ser ya motivo de insomnio en Carondelet y sus alrededores.
En el Gobierno conocen bien que su ex líder no olvida, se guarda todo, resentimientos fundamentalmente, y en el momento más oportuno los saca a relucir. Lo vieron y lo aplaudieron. Ahora, eventualmente, serán ellos los que sean sus víctimas. Esas son las idas y vueltas de la política cuando no existen posiciones ideológicas claras y las decisiones circulan alrededor de personalismos.
En resumen, a menos de un año de que Lenín Moreno deje el Gobierno, ni aún los más optimistas esperan decisiones trascendentales en lo político y mucho menos en lo económico. Si no las asumió en tres años es poco realista creer que lo hará ahora que el fantasma de la revancha verde flex se acerca con fuerza.
Aunque las cercanías con presidenciables que puedan ser más benévolos para enfrentar la arremetida de la Revolución Ciudadana será la prioridad del Gobierno, no deberían desestimar los apoyos de otros sectores sociales.
A diferencia de otros presidentes que en su último año se preocupan menos de la aceptación popular y los desafectos que se pueden generar entre diversos actores, ese no debería ser el caso de Lenín Moreno pues su paso por la política nacional no terminará el 24 de mayo de 2021.
En efecto, si ese día la correlación de fuerzas en la legislatura y el Ejecutivo le resultan poco favorables, quizás un poco de apoyo ciudadano haga menos tortuoso el transitar del ex presidente por cortes de justicia, a las que deberá acudir con mayor frecuencia de lo que él mismo se imagina.
Si la revancha verde flex gana espacio, al Presidente Moreno y a su equipo cercano, sobre todo al de los otrora altivos y soberanos, les espera la cárcel o el exilio. No habrá razones jurídicas a las que puedan apelar. Primará la lógica del ajuste de cuentas.