Con Criterio Liberal
Las Troyas literarias de Ecuador y el mundo
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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Casi tan entretenido y divertido como la buena literatura, aunque inversamente productivo, son las 'Troyas literarias', esto es, las disputas entre literatos.
Tienen una larga y suculenta tradición en la literatura, desde la archiconocida entre Góngora y Quevedo (“Érase un hombre a una nariz pegado”) hasta las de Pérez Reverte contra media humanidad (ahora Roca Barea).
Seguirlas es algo que divierte y reconforta frente al mundo del espectáculo actual -cine, música, moda- dominado por los asesores de imagen y la corrección en la que se evita toda polémica y confrontación.
Así cuando se pregunta a un actor o director, acostumbran a responden más o menos lo previsible por edulcorado casi como mensaje motivacional (que el equipo de rodaje ha sido maravilloso y todo siempre estupendo y súper positivo), en el mundo literario las polémicas y puyas más o menos sutiles siguen a la orden del día.
En Ecuador últimamente estamos viviendo algunas Troyas literarias, y de manera nada sorprendente no versan sobre la literatura sino de todo lo demás, del género y del sexo, de los orígenes o posición social, como antes y ahora de las ideas políticas (escritores 'comprometidos' -con el comunismo, se entiende- versus los 'pequeñoburgueses') o de la región de la que procedían.
Estas disputas que son la comidilla del mundo cultural, como los artículos sobre el último premio Joaquín Gallegos Lara otorgado a Izquierdo y no a Leonardo Valencia o sobre la última feria del libro de Quito que versan, sobre todo, de la extensión del libro, la condición social de los autores, o de la editorial que los edita, no sobre el contenido o calidad literaria.
Es bien sabido que los premios literarios, por ejemplo, no necesariamente reconocen el mérito literario sino los amiguismos o intereses o 'no-molestar' de quienes entregan el premio, y que se tiene una mejor biblioteca con los libros y autores no-premiados que con los que sí (por ejemplo con los Nobel de literatura).
O que los libros más vendidos en un año (bestsellers) son fácilmente olvidados en una década, frente a libros de más enjundia o mérito (long sellers).
Creo que las polémicas en el mundo literario han de ser bienvenidas, pues significan que la literatura está viva, que sigue habiendo opiniones diversas y representan autenticidad humana y posible publicidad gratuita (el escándalo, la disputa también venden).
Eso sí, si fuesen disputas sobre el contenido de libros o autores que sí se han leído los que polemizan sería todo mucho más enriquecedor para todos.