En sus Marcas Listos Fuego
Transportistas decapitados
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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Hola Mónica Palencia. Hola Giancarlo Loffredo. Les felicito por su flamante designación como Ministros. No los conozco, pero el éxito de su gestión, sea de la tendencia que sean, será el éxito de una nación.
Por eso hoy me dirijo a ustedes. Quizá no me conozcan, pero si fracasan, lo que significaría ríos de sangre inocente, me conocerán mejor, porque tengo una maestría en restregar fracasos en la cara, pero un doctorado en siempre querer ayudar.
Así que lean con atención, porque hoy les contaré la historia de uno de los sectores más olvidados por las fuerzas de seguridad del Estado: el de los transportistas, que a diario son desmembrados, decapitados.
El Poder Ejecutivo, a través de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, tiene la obligación de dar seguridad a la ciudadanía. Sí, no pagamos impuestos porque es chévere regalar el fruto de nuestro trabajo. Víctimas somos, pendejos no.
Los transportistas también son ciudadanos, pero además, un brazo de trabajo esencial para el país. ¿Por qué? Porque sin transportistas seríamos un terruño incomunicado por las fallas geológicas.
Yo sé que todos ven a los camiones, volquetas, buses, etc., con ira. Como somos un pueblo violento y propenso a desatar nuestra naturaleza al volante, no percibimos la necesidad que tenemos del otro, del otro conductor.
¿Se han preguntado cómo llegan las importantes cantidades de alimentos a los supermercados? ¿Cómo llegan los materiales de construcción a las grandes obras? ¿Cómo llega el material a zonas remotas para que funcionen los proyectos petroleros de los que vive el país? La respuesta es sencilla: gracias a los transportistas.
Lo que nadie nos dice es que los están matando en las vías. Las carreteras de la costa (principalmente) se han convertido en un caldo de cultivo del lumpen. Todos los días, docenas (sí, en plural) de choferes son interceptados en las vías y secuestrados.
Decenas de familias reciben dedos de choferes (al día) y una promesa de no enviarles la cabeza a cambio de una tarifa fija de USD 10.000.
Poblaciones enteras trabajan y colaboran con los secuestradores. Hay recintos campestres donde todos saben dónde están los secuestrados, quienes son los secuestradores. Existen poblados enteros al servicio del crimen.
Las vías de la costa ya no son infraestructura del Estado para la vialidad nacional. Ese nombre pomposo podemos dejarlo para las elecciones. Las vías de la costa son trampas mortales.
El Poder Ejecutivo tiene el deber de admitir que el sector del transporte sufre un mayor índice de criminalidad. Se movilizan por todo el país porque ese es su trabajo. Si deciden no circular hacia la costa, o hacia las fronteras, dejan de trabajar y por ende el país se paraliza.
La Policía y el Ejército conoce y tiene perfectamente identificado que en las carreteras de la costa y fronteras los transportistas son vacunados, secuestrados, decapitados, desmembrados, asesinados.
La empresa privada ya perdió la esperanza y cada vez decide evitar esas rutas, desproveer al país. Se los digo porque por mi trabajo tengo contacto directo con, por ejemplo, la industria alimenticia nacional y la realidad es que ya nadie quiere proveer de productos de primera necesidad en zonas en las que la única garantía que les da el Estado es que sus productos serán robados, pero lo que es peor, que sus transportistas serán hallados degollados en alguna cuneta de nuestras gloriosas vías de primer orden.
Y el Estado, en lugar de dar una solución ante la evidencia estadística, mantiene esas zonas desprotegidas. Y todos nosotros, como grandes cretinos, estamos cerrando el año tributario para calcular cuánto debemos pagar de impuestos para recibir a cambio un funeral.
Por eso, Mónica y Giancarlo, es su obligación no solo diseñar, sino ejecutar medidas reactivas contundentes, que permitan no solo reaccionar de forma determinante, sino además, instaurar mecanismos preventivos definitivos.
Han asumido un reto titánico. Han recibido un país agonizante, de arterias sangrantes. Es hora de cauterizar las heridas y salir de cacería, con la ley en la mano, con la ley como un hierro ardiente.
Bienvenidos, Mónica y Giancarlo, a su primera semana de trabajo.