Efecto Mariposa
Trabajo digno: ¿utopía o privilegio?
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
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El trabajo es un medio para alcanzar el bienestar material de las personas y contribuye a su desarrollo integral. El trabajo brinda sustento económico no solo a los trabajadores sino también a sus familias.
Por todos esos beneficios que se le atribuyen al trabajo, se pregona que la solución a problemas sociales y económicos de los países es generar empleos, argumento con el que concuerdo parcialmente.
Mi desacuerdo con la generación de empleo, como la receta para acabar con los males estructurales de los países, no es porque yo esté a favor de que nos la pasemos contemplando las estrellas noche y día y de que el Estado tenga que cargar con nuestra existencia.
Al contrario, creo en el trabajo no solo como un medio para disminuir las brechas sociales y económicas y para aliviar la pobreza, sino que lo considero una forma de realización personal, pero esto no se logra con cualquier trabajo, se necesitan trabajos dignos.
Cuando se habla de generar empleos es necesario decir la frase completa: generar empleos dignos. Incluir esta última palabra hace una enorme diferencia que va mucho más allá de garantizar el acceso al trabajo y que este sea justamente remunerado.
Un trabajo digno permite que los trabajadores desempeñen sus actividades en condiciones de libertad, estabilidad, dignidad, igualdad de oportunidades y seguridad ocupacional, económica y social.
No son dignos los trabajos que no permiten que las personas desarrollen sus capacidades, que no respetan los derechos laborales y que tienen a los trabajadores en sobresaltos por la inestabilidad y los bajos salarios.
Tampoco lo son los trabajos en los que persisten prácticas discriminatorias de cualquier tipo y en los que no se escucha a los trabajadores, reduciéndolos a la categoría de máquinas productoras.
Aunque todas las condiciones de un empleo digno están relacionadas directamente con el mercado laboral, tampoco se lo puede culpar de todos los males. De hecho, el mercado laboral es un espejo de las relaciones económicas y sociales de un país.
i en países con altos niveles de inequidad, solo se piensa en la simple generación de empleos, sin tomar en cuenta las condiciones de un trabajo digno, se abre espacio para que en el mercado de trabajo se reproduzcan relaciones sociales y económicas desiguales.
Tal es el caso de las desigualdades económicas y sociales que están presentes en los mercados de trabajo de todo el mundo.
Esto implica que no solo el empleo debe ser el centro de atención de las brechas, puesto que no se puede esperar que la generación de trabajos dignos resuelva desigualdades sociales y económicas que son estructurales.
La lucha contra las inequidades comienza mucho antes, garantizando la igualdad de oportunidades, el acceso a educación de calidad, a salud y a servicios básicos.
Las políticas de creación de trabajo decente para todos deben ir acompañadas de intervenciones para erradicar las situaciones que perpetúan las desigualdades, y no se limitan a los salarios o beneficios, puesto que para mejorar las condiciones del mercado laboral también hacen falta trabajadores preparados y productivos, con buena salud física y mental.
Por ejemplo, no se puede exigir a las empresas que paguen salarios que no sean proporcionales al esfuerzo realizado por un trabajador, o por encima de su nivel de productividad real.
El país tiene como desafío fomentar un entorno adecuado para la creación de trabajos decentes para todos e intervenir en el mercado laboral, para mejorar las condiciones de trabajo.
Sin embargo, la tarea estará completa cuando también se atiendan los temas relacionados con salud y educación de calidad.
Actualmente, según el INEC, a nivel nacional, solo 34,6% de la población tiene un empleo adecuado.
Tienen un trabajo adecuado quienes trabajan 40 horas o más a la semana, y perciben ingresos laborales mensuales iguales o superiores al salario mínimo.
En el área rural, el 17,9% de los trabajadores tiene un empleo adecuado, en la zona urbana 43,4%. Entre hombres y mujeres, las tasas de empleo adecuado son de 39,5% y 27,5%, respectivamente.
Aunque el trabajo adecuado no es comparable al trabajo digno, ayuda a tener una idea de cuántos trabajadores gozan de garantías mínimas, y esas cifras sugieren que tener un trabajo que cumpla con los principios y derechos fundamentales es un privilegio que muy pocas personas ostentan en Ecuador.
Las cifras reflejan que las desventajas sociales y económicas que afectan a ciertos grupos sociales, como los habitantes del área rural, también están presentes en el ámbito laboral.
Para avanzar en la creación de trabajos dignos, también se deben combatir las desigualdades sociales y económicas que coexisten desde siempre y que, en consecuencia, también se reflejan en el mercado laboral.
En Ecuador, abordar todos estos aspectos parece una tarea no solo compleja sino utópica.
Y mientras el trabajo decente no se manifieste como una señal concreta del reconocimiento de la dignidad humana y la justicia social para todos los trabajadores, tener un trabajo digno seguirá siendo un privilegio.