Efecto Mariposa
Los trabajadores pobres
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
Actualizada:
El trabajo es una de las puertas de escape más efectivas para salir de la pobreza. Sin embargo, muchas personas que trabajan no logran cubrir sus necesidades básicas, como alimentarse diariamente tres veces al día y enviar a sus hijos a la escuela.
Este grupo de personas hasta tiene un nombre: trabajadores pobres.
Según la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), los trabajadores pobres son las personas que tienen un empleo y que viven en un hogar cuyos ingresos están por debajo de una línea de pobreza dada.
Entonces, si se pregona que el trabajo es la solución digna para salir de la pobreza, ¿por qué hay personas que experimentan privaciones económicas a pesar de que tienen un empleo?
La respuesta es simple: los trabajadores pobres tienen un empleo, pero son informales, lo que implica que perciben ingresos insuficientes e inseguros.
En efecto, diversos estudios revelan que los trabajos bien remunerados, seguros, estables, regulados y dignos son inaccesibles para las personas en desventaja económica, pues, debido a la misma situación de pobreza, estas personas se ven en la necesidad de abandonar los estudios para comenzar a trabajar muy jóvenes, experimentando la explotación laboral desde temprana edad.
En Ecuador, según la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (datos de 2023), la tasa de pobreza por ingresos de los trabajadores asalariados es de 11,7% (perciben un ingreso familiar per cápita menor a USD 89,29 mensuales), mientras que para quienes entran en la categoría “independientes” es 23,5%. Ver la Figura 1.
En la Figura también se observa que el 2,7% de los trabajadores asalariados y el 9,4% de los independientes viven en situación de pobreza extrema, es decir, perciben un ingreso familiar por persona de menos de USD 50,32 mensuales.
Según el INEC, pertenecen a la categoría asalariados los empleados de gobierno, los empleados privados, los empleados tercerizados, los jornaleros o peones y los empleados domésticos. En el grupo de los independientes están quienes son patronos y aquellos que trabajan por cuenta propia.
Las cifras de los trabajadores pobres ecuatorianos merecen algunas reflexiones.
Primero, si bien el trabajo por cuenta propia se puede adornar con nombres apropiados para disfrazar la realidad (emprendedores o microempresarios), la verdad es que este grupo de personas se desempeñan en el sector informal, de ahí que no es ninguna novedad que vivan en condiciones de pobreza.
Después, la existencia de trabajadores pobres es una señal inequívoca de la falta de trabajo decente. Este concepto, propuesto por la OIT, hace referencia a empleos que proporcionan a los trabajadores ingresos justos, derechos y protección social.
De esta manera, no es difícil concluir que, si un empleo no proporciona ingresos suficientes para que un trabajador salga de la pobreza, este no cumple con el componente de ingresos del trabajo decente. Y no solo eso, hay razones de sobra para creer que tampoco se respetan los otros requisitos de este tipo de trabajo.
Por último, el hecho de que haya trabajadores ecuatorianos que viven en situación de pobreza y pobreza extrema hace que tambaleen los argumentos de que el trabajo duro es la única salida a la pobreza y el inefable “los pobres son pobres porque quieren”.
Para erradicar la pobreza no se trata solo de generar empleos, sino de garantizar que estos sean suficientes, seguros y dignos. Y esa debería ser la discusión del Ministerio de Trabajo, de los empleadores y de las organizaciones de trabajadores.
Es crucial que se priorice la creación de trabajos decentes como parte fundamental de la lucha contra la pobreza, no solo como una fuente de ingresos, sino como un medio para promover la dignidad, la justicia social y la igualdad.
Más trabajos, sí, pero que todos sean decentes.