Canal cero
"Usted tiene el poder, haga la revolución"
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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En los años setenta Fidel Castro era ya una figura mundial. Pero resultaba difícil que visitara los países de América Latina. Líder de la Revolución Cubana, adversario de Estados Unidos y su predominio continental, era el epítome del revolucionario radical.
El presidente ecuatoriano José María Velasco Ibarra, por su parte, era un político conservador. En su retórica caudillista, había reconocido: "la palabra revolución, amigos míos, es una palabra fácil de emplear, pero muy difícil de ejecutar".
Y había advertido: "¿Queréis revolución? Hacedla primero dentro de vuestras almas". Pero nunca se propuso ser revolucionario.
En 1970, Velasco se había declarado dictador con respaldo militar. Su gobierno fue represivo y favoreció a la oligarquía, pero tuvo rasgos de corte progresista, como la emisión del decreto más radical de la Reforma Agraria, y el desafío a Estados Unidos, enfrentado a la Unión Soviética en la Guerra Fría, que había logrado que la mayoría de los países latinoamericanos, entre ellos Ecuador, rompieran relaciones con Cuba.
A finales de 1971, Velasco invitó a Fidel Castro a visitar el país, provocando el disgusto del gobierno estadounidense. Fidel se entusiasmó, pero pidió visitar Guayaquil y no Quito por motivos de seguridad.
Se convino que, a su retorno de Chile, que visitó cuando era presidente Salvador Allende, pasaría al Perú para entrevistarse con el presidente Velasco Alvarado y luego haría una "escala técnica" en nuestro puerto principal.
Fidel Castro llegó a Guayaquil el 4 de diciembre de 1971. Fue recibido con honores de Estado. Hubo discursos de rigor y el comandante dio una larga rueda de prensa en los salones del aeropuerto.
Luego, Velasco le ofreció un banquete en el casino de la Fuerza Aérea. Estuvieron presentes miembros de la comitiva cubana, ministros, funcionarios y dirigentes de izquierda.
Velasco Ibarra, acostumbrado a ser el centro de atención y a un protocolo muy rígido, tuvo que ceder el protagonismo a Castro y soportar su informalidad y sus proverbiales salidas de tono.
Comentó que la comida ecuatoriana era muy buena y le dijo a Velasco: "No comprendo presidente por qué es usted tan flaco".
En otro momento le ensopetó a Pedro Saad, dirigente del Partido Comunista: "Pedro, el doctor Velasco no es fascista, como tú dices", dejando turulatos al turco Saad y al propio 'profeta'.
Velasco le dijo a su invitado: "Admiro la revolución cubana por su profundidad, por su fuerza popular". Pero Fidel no aceptó el cumplido de modo convencional y le respondió: "En sus manos está el poder, usted gobierna este pueblo, hágala. Haga esa revolución que usted admira". Velasco se quedó sin palabras, pero mantuvo la compostura.
La entrevista dejó memoria de las frases de Fidel y abrió el camino para que Ecuador reanudara luego relaciones con la bloqueada Cuba. Pero a Velasco Ibarra le salió el tiro por la culata cuando quiso hacerle un guiño a la revolución.