Tablilla de cera
¿Que Taylor Swift es producto del Pentágono? La ultraderecha gringa está chiflada
Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.
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En las oscuras entrañas del Pentágono, en una oficina situada entre la que acoge a la unidad que oculta la verdad sobre el asesinato de John F. Kennedy y otra que hace lo mismo con los ataques del 11 de septiembre, ciertos agentes secretos trabajan arduamente para que este domingo los Kansas City Chiefs ganen el Supertazón 58 (el “Super Bowl LVIII”) de manera que el ala cerrada de ese equipo Travis Kelce y su novia, la estrella del pop Taylor Swift (cuya relación es también producto de las maquinaciones del "estado oscuro") puedan forzar a cada elector del país del norte a votar por el presidente Joseph Robinette Biden.
Más o menos eso es lo que creen algunas decenas de miles de estadounidenses. Y no producto de su imaginación, sino de una cascada de comentarios de las lumbreras que alumbran a ese sector social.
Cuando la revista Time nombró a Swift en diciembre “Persona del año”, la derecha se enfureció diciendo que era una conspiración de los medios izquierdistas. Ya en enero, un comentarista de la cadena de televisión hegemónica de la derecha, Fox News, Jesse Watters, sugirió que Swift puede ser un agente del Pentágono para diseminar desinformación favorable a los demócratas.
El excandidato presidencial republicano Vivek Ramaswamy tuiteó su convencimiento de que Swift y Kelce están siendo promocionados artificialmente por los medios para preparar el respaldo que Swift dará a la candidatura de Biden.
La cadena ultraderechista One America Network (OAN) dijo que la pareja no es más que una “masiva operación psicológica” que aprovecha el Super Bowl para “una campaña de lavado de cerebros diseñada para adoctrinar a las masas y alejarlas de la religión”. El exfuncionario de la administración Trump, Stephen Miller, dijo que lo que está pasando con Taylor Swift “no es natural” sino fabricado. Janine Pirro de Fox News advirtió a Swift que no se metiera en política. La campaña de Trump se prepara para una “guerra santa” contra la “izquierdista” Swift… Ejemplos, como ven, no faltan.
En verdad, se necesita estar muy chalado y dispuesto a creer en patrañas (acuérdense de la pizzería que dizque ocultaba una central de pedofilia de los demócratas) para aceptar estas narrativas. “Relájense, bobitos”, dijo el columnista del Washington Post, Eugene Robinson, “Taylor Swift no es el enemigo”. Mejor suena en inglés porque mezcló dos verbos, creando una nueva palabra: “Chillax, dudes”.
Es verdaderamente demencial que las teorías de la conspiración lleguen tan lejos. Ahora sí, se les resbaló la teja. Es casi imposible de creer que decenas de miles de estadounidenses de verdad consideren que es un complot de la izquierda el noviazgo de la más formidable estrella de la música actual, la hermosa Taylor Swift, con un integrante de un equipo del más estadounidense de los deportes, el fútbol americano.
¿Cómo pueden convertir en demonios a dos seres tan perfectos que podrían ser, que son, objetos de admiración de millones de estadounidenses y verdaderas musas de su cultura popular?
¡Déjense de cosas!, ¡si esa historia de amor es perfecta para una melosa película de Hallmark!
Digámoslo claro: si los Chiefs ganan el domingo, no será por una operación secreta del Pentágono o la CIA, sino porque son buenos, son los campeones reinantes, tienen a uno de los mejores quarterbacks de la historia, Patrick Mahomes, y este sería su cuarto campeonato de la historia (1970, 2020, 2023).
Lo que no se sabe es si la diva del pop llegará a aplaudir a su amado desde el palco, como lo ha hecho frecuentemente desde septiembre.
Tras dar 66 conciertos de The Eras Tour en 24 ciudades de EE. UU., México, Argentina y Brasil, y ganar más de mil millones de dólares, la cantante ganó este domingo su décimotercer Grammy y anunció, por sorpresa, que lanzará un nuevo álbum en abril. Acto seguido viajó a Japón, donde comenzó ayer la etapa asiática de esa famosa gira con cuatro conciertos consecutivos en el Dome de Tokio (es decir, que siguen hoy, mañana y pasado). Y Tokio está nada menos que a 9.000 km de Las Vegas, Nevada, donde se celebrará el Supertazón.
Pero ya todos han hecho los cálculos. La Swift, por supuesto, no viaja en aviones comerciales, y la distancia puede ser salvada en 11 horas y media, en su jet privado. Así que, si sale a medianoche del sábado de Tokio, llegará la tarde de ese mismo día a Las Vegas, lo que le dará incluso tiempo para dormir placenteramente toda la noche.
Que salga a medianoche y llegue a la tarde del mismo día no se debe a ninguna conspiración, sino a que la Tierra no es plana (cosa en la que creen algunos otros conspiranoicos) y hay algo que se llaman husos horarios. Así que, si a la cantante le apetece, sí puede llegar al partido. No al partido político, sino al partido final de fútbol americano, en el estadio Allegiant, uno de los dos más nuevos y lujosos de EE. UU.
Los rivales de los Chiefs serán los San Francisco 49ers, campeones de la otra conferencia, quienes no han ganado un campeonato de la NFL en los últimos 49 años. Pero nada está dicho, como en cualquier deporte de competencia (a no ser que al CIA haya comprado el resultado).
Lo que sí parece descartado es que la Swift cante en el medio tiempo del partido, el famoso show que es visto por más de 100 millones de televidentes, incluso por aquellos que saben poco o nada del deporte de las tacleadas.
Swift tampoco podrá relajarse mucho porque enseguida tiene que viajar a Australia, donde tiene seis shows en Melbourne y Sídney, antes de fin de mes, para seguir a Singapur en marzo. Y, ya en mayo, a Europa: estrenará el nuevo Bernabéu en Madrid, y luego Ámsterdam, Milán, Londres (donde dará nueve conciertos consecutivos en Wembley)... hasta agosto, para volver a conciertos en EE. UU. y concluir en Canadá en diciembre.
¿Tendrá tiempo en agenda tan apretada para apoyar a Biden para las elecciones de noviembre?
Ella ya ha apoyado a candidatos demócratas en el pasado, incluyendo a Biden en 2020. Y su influencia, sobre todo en la población joven, no es despreciable: con solo un post en Instagram el año pasado, en el que opinaba que los jóvenes deberían registrarse y votar, logró que 35.000 jóvenes se inscribieran (eso sin decir nada de sus 300 millones de seguidores de sus redes sociales).
Por su parte, Kelce apareció hace algún tiempo en un anuncio de Pfizer recomendando vacunarse contra la covid-19, lo que es anatema para un creciente sector de la derecha gringa que considera que exigir vacunarse va en contra de la sacrosanta libertad individual o, peor, que las vacunas causan autismo.
Me parece interesante el comentario del profesor Matt Harris en The Conversation de que para las elecciones presidenciales, probablemente tendría mayor efecto la reacción de Trump al apoyo de la cantante que el propio anuncio de ella.
En todo caso, si Taylor Swift apoya a Biden no será producto de una conspiración. ¿No les parece que el Pentágono y la CIA tienen cosas más importantes que hacer, como seguir ocultando la verdad sobre las muertes de Kennedy o de la princesa Diana o apoyando a aquella cofradía secreta que controla el mundo?