Los tahúres de la sucesión
Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
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Parecía un meme. O una secuela de la estupenda serie ‘Succession’ que terminó el domingo. El magnate Álvaro Noboa Pontón lanzaba su candidatura a la Presidencia, descalificando y desheredando (políticamente al menos) a su hijo y sucesor, Daniel Noboa Azín, que corre por el mismo puesto sin el menor chance.
Si en las elecciones del año 2006, Alvarito fue el gran elector pues los votos de rechazo a su candidatura le dieron el empujón definitivo al novedoso Rafael Correa, hoy el video ya no es gracioso sino deprimente pues muestra a un viejo débil y deschavetado.
Ese no era el caso de Logan Roy, el patriarca multimillonario de ‘Succession’, personaje calcado de Rupert Murdoch, dueño de un imperio mediático con enorme poder político y ávidos herederos.
Despótico, inmoral, arrollador, capítulo tras capítulo Logan descalifica a sus hijos y manipula sus sentimientos y sus anhelos de heredar el trono, exacerbando así la incesante disputa entre ellos.
Acá, en la disputa interna del movimiento indígena, Marlon Santi intentó una jugada astuta: para neutralizar la ofensiva de las fuerzas de Leonidas Iza le propuso públicamente la candidatura a la Presidencia.
Pero Iza no se dejó engatusar por un desafío que hubiera puesto en riesgo su imagen del líder todopoderoso que puso de rodillas a dos gobiernos, pues no hubiera alcanzado ni el 10% de los votos.
Además, como el tema principal de esta campaña es la seguridad, y considerando que no hay nada que genere más inseguridad que el estallido social que él practica y pregona, le hubiera tocado suavizar su discurso revolucionario.
Algo que ya hicieron los correístas, quienes se han quedado solo con el membrete vacío de ‘Revolución’ y ahora proponen un imposible retorno al pasado.
En cambio, a Virgilio Saquicela, le quitaron el caramelo de la boca. Tahúr de provincia, el cañarejo jugó muy bien sus cartas, traicionó a Creo, traicionó a Democracia Sí y pactó con el diablo, pero le barajaron cuando estaban a punto de merendarse a Lasso y al buen doctor Borrero. Habrá que verlo en la segunda temporada.
Otro maestro de las jugadas políticas que siempre cae de pie es Gustavo Larrea. Él aupó a Lenin Moreno y al mentado Saquicela y hace dos meses, con gran olfato, se alió con Yaku Pérez, bien posicionado por la excelente campaña del 2021.
Siendo el único candidato ambientalista, Yaku cuenta a su favor con la campaña paralela del Yasuní, pero tiene en contra la cercanía de un político tan desgastado como Larrea.
Aunque en plena decadencia, y aunque le falló su díscola sucesora (esa Cynthia que recuerda a la Shiv de ‘Succession’), el gran tahúr de la política de las últimas décadas, Jaime Nebot, se sacó de la manga un candidato que encaja perfectamente en el perfil del outsider de mano dura contra la delincuencia.
Joven, guayaco, distinto, hombre de armas, claro y contundente en la pantalla, pero con un rabo de paja del largo del cable submarino de Telconet, Jan Topic se presenta como el Bukele ecuatoriano.
Y eso vende pues al 55% de los ecuatorianos no les importa abdicar de la democracia a cambio de seguridad. Una apuesta suicida que tampoco le inquieta a Nebot, quien sufrió su propia ‘Succession’ con Febres Cordero.
Falta el tahúr del ático, que la tiene complicada pues cree que está nombrando al próximo presidente. O presidenta. Y tiene pavor de repetir la experiencia con su sucesor Lenín Moreno.
No, tampoco le interesa que sepa manejar el país: para eso estará él tras bastidores. Sus requisitos son lealtad y sumisión. Pero como eso ya no le garantiza un Aráuz justamente crecido con su 47%, lanzó el globo de ensayo de una manabita alineada con Provida contra el aborto.
En cualquier caso, los tahúres de la política deberían ver ‘Succession’, cuya enseñanza es que nadie es leal con nadie y al final triunfa el peor.