Canal cero
Sucre, héroe nacional del Ecuador
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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Era venezolano, pero formó su familia en Quito y allí quiso vivir. Adoptó como su patria al país que hoy es Ecuador, luchó por ella y se consagró como su héroe mayor. Antonio José de Sucre tuvo una vida corta, pero con mucha gloria y es recordado como un gran soldado y estadista.
Nació en Cumaná, Venezuela, en 1795. Fue miembro de una familia de posición social y desde muy joven se inició en la milicia en el arma de artillería e ingeniería militar, como cadete de la compañía de Húsares Nobles de Fernando VII.
Pero en 1810 se unió a la lucha por la independencia de Venezuela. Ascendió rápidamente y en 1816 era ya coronel.
En 1819, en que se fundó la República de Colombia, fue ascendido a general de brigada y pasó a ser hombre de confianza de su presidente y mentalizador, Simón Bolívar, quien firmó en 1820 con el mando español un Tratado de Regularización de la Guerra, redactado por Sucre. En el plasmó sus ideas de respeto y tolerancia, que le consagraron como pionero del Derecho Humanitario.
En 1821 Bolívar lo nombró comandante de las fuerzas que apoyarían a los independentistas de Guayaquil. Desde allí condujo al ejército patriota a tierras andinas y derrotó al ejército español en las faldas del volcán Pichincha el 24 de mayo de 1822, liberando Quito y su jurisdicción.
Luego de ejercer poco tiempo como Intendente en Quito, pasó al Perú y allí tuvo varios mandos en las campañas libertarias. En 1822 Bolívar le encomendó la dirección del ejército que triunfó en Ayacucho, la última batalla de la independencia de América del Sur, que le valió el título de Gran Mariscal de Ayacucho y el grado de General en Jefe.
Fue destinado al Alto Perú, donde un congreso creó la República de Bolívar, que luego se llamó Bolivia, de la que Sucre fue nombrado primer presidente en 1826. Allí se destacó como gran estadista, honrado y organizador.
En 1828 se retiró y regresó a Quito, donde se inscribió como vecino e hizo una vida de hogar con Mariana Carcelén y Larrea, la noble quiteña con la que se había casado. Cuando en 1829 el ejército del Perú invadió el sur de la Gran Colombia, comandó el ejército que lo derrotó en Tarqui, cerca de Cuenca.
A inicios de 1830, Sucre viajó a Bogotá y presidió el último Congreso de la Gran Colombia. Pero no pudo salvar la existencia de ese gran país. Enfrentó el rechazo de Venezuela y la oposición antibolivariana en Bogotá.
De vuelta a Quito fue asesinado en la montaña de Berruecos (actual departamento de Nariño), el 4 de junio de 1830. Bolívar, que había dejado la presidencia de Colombia y marchaba al exilio, dijo con inmensa pena: “Se ha derramado la sangre del justo Abel”.
Sucre fue declarado héroe nacional y se bautizó a la moneda ecuatoriana con su nombre. Su cadáver permaneció oculto hasta 1900, cuando se lo descubrió y fue trasladado a la catedral metropolitana de Quito, donde se levantó su túmulo en una capilla especialmente diseñada. Allí recibe el homenaje permanente de gratitud nacional.