Con Criterio Liberal
¡Soy Mayor! La serie que nos dice todo lo que está bien sobre educación
Luis Espinosa Goded es profesor de economía. De ideas liberales, con vocación por enseñar y conocer.
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Aunque lleva más de 30 años emitiéndose en Japón, donde es todo un éxito, no ha sido hasta que en abril una popular plataforma la ha retransmitido para el resto del mundo que la serie japonesa ¡Soy Mayor! Ha alcanzado fama internacional.
El argumento no puede ser más sencillo, en cortos capítulos de unos cinco minutos vemos cómo unos padres encargan a sus hijos, de unos tres añitos, una tarea, como ir a comprar o llevar un recado, que han de hacerla ellos solos por primera vez.
La serie está cargada de ternura, por ver a estas criaturas esforzarse para lograr lo que les han pedido sus padres. Además, no está exenta de suspenso, pues no se sabe si lograrán completar la tarea, y como niños pequeños que son muchas veces se entretienen dejando dudas al espectador.
Pero sobre todo es una serie de valores. El principio de educar es lograr que el educando desarrolle todo su potencial, y para ello debe esforzarse, equivocarse, fallar y rectificar.
Evidentemente, sería mucho más sencillo para los padres hacer esos recados ellos mismos o ayudar a sus hijos cuando tienen alguna dificultad como que se pierdan, se les rompa la bolsa o les pese mucho lo que han comprado.
La mejor educación no consiste en ayudar a los hijos a que lo hagan bien, sino en dejarles equivocarse para que aprendan a hacerlo ellos mismos.
Para cualquiera que vea la serie desde América Latina hay algo que sorprende muchísimo, y es la tremenda seguridad de Japón.
Se deja a los niños andar solos unas cuantas manzanas (evidentemente en la serie, supervisados por el equipo de producción), con confianza en que los carros pararán cuando cruzan por los pasos peatonales, que no les robarán ni engañarán al darles el cambio.
Y también es llamativo por el reiterativo respeto a los ancianos y ancestros, a los espíritus. Los niños van siempre con un amuleto con ellos, al llegar a las casas saludan en el pequeño altar familiar, y muchas veces pasan por delante de las esculturas en recuerdo de sus ancestros y les dejan flores u ofrendas.
La satisfacción con que los niños exclaman al final de cada capítulo ¡Soy mayor! Sienten que han colaborado con su familia cumpliendo con la responsabilidad asignada, y el amor y el orgullo con el que les contemplan sus padres habla claramente de una sociedad que valora la responsabilidad, el cumplimiento y el esfuerzo.
Queda la inquietud de si esos mismos valores son los que transmiten nuestras sociedades, y si esa educación tendrá como consecuencia sociedades más respetuosas, responsables y prósperas que las nuestras.