De la Vida Real
Sólo tenemos dudas y nada de certezas
Es periodista y comunicadora. Durante más de 10 años se ha dedicado a ser esposa y mamá a tiempo completo, experiencia de donde toma el material para sus historias. Dirige Ediciones El Nido.
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En este tiempo quisiéramos tener más certezas que dudas, pero no. Tenemos más dudas que certezas.
El país está en una crisis total por donde se le mire y por donde se le escuche. Sabemos que la crisis es profunda. Y lo más grave es la carencia de un líder político. Vemos a políticos egoístas sin querer soltar mi una parte de su sueldo.
Vemos a un vicepresidente pelearse con una alcaldesa. A un alcalde que ha hecho una buena gestión, pero se las da de influencer en redes sociales. Tal vez, así cree él, gana más protagonismo. Vemos a un Ministro de Finanzas con un discurso que no nos explica cómo vamos a salir de esta crisis económica.
Nos explican, una y otra vez, por qué estamos en estas. Nos repiten que es por la pandemia, por el anterior Gobierno, por la corrupción, que por el uno y el otro. Pero jamás nos muestran una alternativa para salir de esto.
PRIMICIAS sacó un informe detallado de todas las cadenas que el gobierno ha emitido: 2.500 minutos al aire en 126 cadenas. ¿Se imaginan todo este tiempo y dinero invertidos en cadenas educativas para prevención de Covid-19? Otro fuera el panorama del país.
Porque la gente hasta ahora no tiene idea de cuál es el uso correcto de la mascarilla. Y los guantes, que dan una falsa seguridad, terminan botados en las calles. Las personas creen que por ponerse guantes ya están protegidas y que usar las mismas mascarillas más de 10 veces es lo correcto.
El discurso repetitivo de “quédate en casa y lávate las manos” cada vez tiene menos efecto. ¿Se han puesto a pensar en la gente que vive en extrema pobreza? Deben trabajar y deben alimentar a sus hijos. Estoy segura que una familia de cinco personas prefiere comprar comida a gel antibacteriano o mascarillas.
Nosotros nos hemos vuelto críticos, pero no racionales, y el Gobierno no se centra en lo fundamental: educar a una población que está necesitada de verdad. Tengo pánico de que esta cuarentena se termine, porque los ciudadanos no estamos preparados para salir al mundo real, con tres enemigos tan poderosos: el coronavirus, el hambre y el miedo.
Es angustioso ver cómo el Gobierno da bonos que deben ir a retirarse en filas eternas, provocando aglomeración de personas. Sería maravilloso que también les entregaran un kit con lo básico: mascarillas, guantes, gel antibacteriano, alcohol y jabón.
El otro día salió la alcaldesa de Guayaquil, muy sana y ruborosa, con brigadas médicas para tomar signos vitales a la gente ¿Y si ya arma la logística con brigadistas, por qué no entregar, de una vez, los insumos básicos para que la gente ya no se contagie? No hay vacunas para este virus, pero sabemos cómo se puede prevenir, con medidas de desinfección.
El Ecuador necesita soluciones reales, prácticas e inmediatas. No más espectáculo ni tarimas.
La vida va a volver a la normalidad pronto, pero si no nos cuidamos y nos protegemos, otra vez nos tocarán el encierro y el silencio. Este virus y esta crisis van a durar mucho, y estos políticos un poco menos.
Hay que empezar por la base de todo: la educación. Una educación que es escasa, y el poder la confunde con información propagandística, cadenas diarias, donde los funcionarios ya no tienen que más decir y los periodistas no saben qué más preguntar.
Tomará tiempo pero, si no comenzamos, esto no va a tener fin. A la gente no se le se le puede pedir más que se quede en casa. Sé que es lo correcto, pero necesitan trabajar. Es mucho mejor que nos vayan enseñando poco a poco a ir saliendo de este encierro y tener todas las precauciones del caso y no salir en estampida, como ahora lo hacemos cada vez que tenemos la placa permitida.
Para esto se necesita una estrategia clara, políticos que dejen el espectáculo de lado. Se necesita un líder. Y el circulo empieza otra vez.
Ahora nos toca esperar a ver qué pasa y desde casa idearnos la mejor manera para salir adelante siendo empáticos y cuidándonos primero nosotros para cuidar al resto. Esa por hoy es la única certeza que existe.