Al aire libre
Silencio electoral que grita
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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Tuve que eliminar el artículo que estaba escribiendo. Me quedé sin palabras ante la noticia del asesinato de un candidato a la presidencia de la República.
Fue hace solo diez días.
Desde entonces estamos de duelo, así nos sentimos.
Oí a tres ancianas de más de noventa años decir que lloraron cuando se enteraron de la noticia.
Los niños nos ven esperando una explicación que no nos sale.
Andamos erizados por la calle, imaginando oír un tiro o una explosión.
Cuando al final escribo sobre la indignación, el dolor y las pesadillas que nos acompañan, y cómo cambió nuestro esquema mental hacia la incredulidad, entramos al silencio electoral.
Horas antes de las elecciones, la gente tiene que reflexionar.
Reflexionemos en esta frase que viene de la época de Matusalén:
Todo lo que hagas te van a hacer.
Que escuchen los asesinos, los que dispararon y los que mandaron a matar: lo que hicieron, van a recibir de vuelta.
Este silencio electoral grita la muerte injusta y vil de un ser humano valiente y patriota.
Dice Cayetana Álvarez de Toledo, en su artículo a favor de la democracia, que el pesimismo sirve de excusa para no hacer nada.
Y añade: "El optimista se levanta del sofá y hace lo que debe hacer cualquiera: asumir la responsabilidad. Bajar a la arena".
Así que madrugamos, vamos al trabajo y vivimos el día a día.
Entro a la frutería y la casera me dice, -delante de su hijo pequeño-, que todo está hecho pedazos en Ecuador.
Tengo los ojos de ese niño de ocho años puestos en mí. Asumo la responsabilidad y le digo a la señora:
- Vea como son sus frutas, lindas, brillantes, pero usted ya separó las que estaban podridas. Igual es la sociedad, hay gente podrida, pero la mayoría es buena.
- Me dice, sí, cierto es.
- Las cosas no están tan mal en Ecuador, añado, no ve como en Argentina ya quieren poner dólares en vez de pesos. Allá la plata no vale nada. El sueldo baja cada mes.
- Entonces me hace la pregunta del millón: ¿Por quién va a votar, casera?
- Mi papá dice: “hay que votar por el que le guste, no por el que cree que va a ganar”.
- Nos despedimos y le voy diciendo, ¡no se juntará con la manzana podrida, se ha de contagiar!
Y nos matamos de la risa.
Los políticos nos creen tontos, creen que nos pueden seguir engañando con sus promesas. Votemos por quien dicte nuestro corazón, sin iras, con esperanza.
¿Y qué hacer por recuperar nuestro Ecuador?
Lo mejor a ratos es no hacer nada.
Al menos no fomentar la violencia en las redes, en las conversaciones.
Como Gandhi que tanto lo mencionan últimamente. Él resistió con bondad, con paz.
Gandhi gritó en silencio.
Hagamos el bien para que regrese bien a nosotros.
Dicen que el mejor gobierno es el que no se hace sentir. O sea, aquel que trabaja a conciencia para que la ciudadanía resuelva sus contrariedades diarias en paz. Que las personas fluyamos, seamos productivas, que eduquemos a nuestros hijos con alternativas de una alimentación sana y espacios verdes dónde distraerse, que haya agua y aire puros.
¡Cómo se hizo sentir el grupo de asambleístas del período que pasó! En vez de trabajar por el país, de aprobar leyes para que haya paz y seguridad, aprobar leyes laborales para que los ecuatorianos tengamos empleo. En vez de trabajar, acabaron emperrados en la tarea de botarle al presidente de la República.
Ahora que se fueron, no hacen falta. Igual no trabajaban.
Pero su huella nefasta sigue haciéndonos daño. No en vano estamos en una elección anticipada. Con un asesinato que se pudo evitar.
Es un día de reflexión y yo propongo votar con el corazón, no con ira ni con violencia, con el corazón. Porque solo así vamos a sanar.