Contrapunto
La perturbación mental de Schumann no afectó su virtuosismo
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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En un artículo reciente comentamos las genialidades como intérprete y compositora de Clara Wieck, la esposa de Robert Schumann (1810-1856), pero al revisar las publicaciones en este Contrapunto constato que se ha escrito muy poco sobre este notable músico alemán del romanticismo.
Se considera a Schumann como el más fiel y puro representante del romanticismo tras la muerte, a año seguido, de Weber, Beethoven y Schubert.
Fue un músico que, al igual que Mendelssohn y Brahms, cultivó las bellas formas heredadas de Haydn, Mozart y Beethoven.
El piano, que ya Beethoven y Chopin habían elevado a niveles de supremacía musical, fue la mayor fortaleza demostrada por Schumann en sus composiciones; el período más fecundo lo alcanzó después de casarse, en 1840, con Clara Wieck.
La musicóloga Pola Suárez afirma que el estilo de Schumann se caracteriza por el uso de temas cortos, que a menudo consisten en una línea ascendente que da a la melodía un carácter interrogativo propio de la inquietud existencial del músico.
Sus melodías, según el análisis de la historiadora, reflejan su desequilibrada, tortuosa y convulsa personalidad; aunque no siempre ocurrió así, aclara.
"A veces muestra líneas ligeras, alegres, jubilosas, incluso serenas", remarca la musicóloga. En la investigación sostiene que perdió la razón en 1853, pero desde la década de 1830, en que realiza su primer intento de suicidio, "su mente evidencia síntomas indudables de perturbación".
Después de trabajar por más de 10 años en la composición de lied y música para piano, se dedica a la producción sinfónica.
La primera de sus cuatro sinfonías la estrenó en 1841, en tanto que su célebre Concierto para piano en la menor, opus 54, fue concluido cuatro años después.
En su producción orquestal destacan la Segunda sinfonía, de 1845, la Tercera o Renana, de 1850, y la Cuarta, de 1841. Figuran también un Concierto para piano, 1841, y un Concierto para violonchelo, 1850.
Como ha ocurrido con muchos virtuosos de la música, a los siete años Robert Schumann ya garabateaba algunas notas musicales y también escribía versos breves; de hecho, algunos biógrafos destacan la afinidad del músico por la literatura.
Hijo de un padre librero, en su juventud fundó una revista cultural que en poco tiempo se convirtió en un referente de la crítica musical de la época.
A través de personajes imaginarios analizaba las obras musicales de sus contemporáneos. Esos personajes, por ejemplo, dialogaban entre ellos para criticar unas variaciones musicales de Fréderic Chopin.
A los 20 años tomó lecciones con el maestro y vendedor de pianos Friedrich Wieck, que posteriormente se convertiría en su suegro. Wieck creía que Schumann podía convertirse en un gran concertista, pero surgió una incapacidad física.
La mano derecha de Schumann sufrió una lesión que le impedía tocar el piano. Según Friedrich Wieck la lesión fue causada por un aparato mecánico que el entonces joven músico se puso en uno de sus dedos para fortalecer la movilidad de los dedos más débiles.
La descabellada hipótesis fue posteriormente desmentida tanto por Robert como por Clara. Lo más probable es que fuera una "aflicción de toda la mano" y otra más truculenta señalaba que la causa estaba relacionada con el mercurio contenido en los remedios para curar la sífilis.
El musicólogo Roger Alier simplemente anota que se convirtió en compositor porque una desafortunada cirugía de su mano lesionó un tendón cuando intentaba agilizar el movimiento de sus dedos.
Precisamente Alier, en su Guía universal de la ópera, afirma que Schumann comenzó la idea de su única ópera en 1842 a partir de un drama psicológico de Friedrich Hebbel, la empezó a trabajar en 1847 y la terminó en 1850.
Se trata de la ópera en cuatro actos Genoveva, con libreto de Robert Reinick; un drama auténticamente alemán que prescindió totalmente de la influencia de las obras escénicas italianas tan influyentes en la época.
La ópera, dice Alier, "circuló sin prisas por Alemania durante unos 20 o 30 años y su memoria se fue extinguiendo". La muerte de Schumann a los 46 años "cerró una biografía musical llena de posibilidades", según Alier.