Una Habitación Propia
Sansa, la Reina del Norte
María Fernanda Ampuero, es una escritora y cronista guayaquileña, ha publicado los libros ‘Lo que aprendí en la peluquería’, ‘Permiso de residencia’ y ‘Pelea de gallos’.
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Mírenla. Mírenla bien. Esta niña, Sansa, de la casa Stark, fue criada para ser una damita perfecta. Aprendió genuflexiones, bordados, docilidad. Vistió vestiditos de brocado y aprendió a apoyar en su regazo las manos madre perla y a peinar con trenzas su pelo de fuego.
El horror que visitó uno por uno o en masa a todos los protagonistas de Juego de Tronos –una de las series más vistas de la historia de la televisión con un promedio de espectadores igual a la población total de Perú– la visitó a ella varias veces, de las peores maneras imaginables, y transformó a la muñequita parlante en alguien que conoce su poder.
Porque más allá de que en el último episodio de la serie la coronaran Reina del Norte –primera mujer en recibir ese cargo– Sansa Stark –quizás como todas nosotras– es una superviviente de ese –¿este?– mundo de hombres violentos, misóginos, envilecidos por la ambición y el deseo.
Al final, poderosa, la cabeza erguida y triunfal ante los cerdos que destrozaron su cuerpo y perforaron su corazón, ella representa el increíble poder de resiliencia de las mujeres y nuestra hermosa voluntad. Larga vida a tu reino, Sansa Stark.