Al aire libre
La nueva riqueza es la salud, la nueva belleza es la fortaleza
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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La nueva riqueza es la paz. La nueva belleza, ser fuertes
Hay una corriente que nos empuja a codiciar los bienes ajenos.
La casa de fulano es mejor que la mía. El carro de mengano es más nuevo.
Pero, hablando con sinceridad, ¿quién quiere pertenecer a la familia vecina?
Hagamos la prueba y preguntemos a nuestros hijos: ¿quieren ir a vivir con la familia de la casa vecina? Nos van a responder que no.
Si les preguntamos, ¿quieren tener otro nombre y apellido? Responderán que no.
Esas voces de sirena que nos hacen desear cosas que no están dentro de nuestros sueños, de nuestra forma de ser, solo traen malos consejos e insatisfacción.
Pasó con los migrantes ecuatorianos que fueron a trabajar a España y a Estados Unidos, especialmente. Con enorme esfuerzo construyeron o encargaron que construyan unas mansiones de lujo en sus chacras o pequeñas propiedades rurales.
En las afueras de Azogues vi algunas de esas casas. Estaban vacías o servían de corral de cerdos o de gallinero. Sus propietarios no llegaron a vivir allí porque no era su estilo, no se acostumbraron, muchos nunca volvieron a Ecuador.
Los invito a hacernos un examen de conciencia real para descubrir lo que añoramos, lo nuestro, lo que le gusta a nuestra familia.
¿Qué nos hace tener sentido de logro? De significado. ¿Qué nos da calidad de vida real?
Nadie sino uno mismo tiene esas respuestas.
Me da satisfacción mejorar mi negocio. Me hace feliz adecuar mi vivienda. Mi sueño es tener una casita propia con huerta. Que mis hijos estudien. Sacar un máster.
Qué proyectos tan positivos y legítimos.
Enseñemos a los hijos a soñar sus sueños y no los que dictan las redes sociales.
Si un hijo o una hija quiere ir a la universidad en el extranjero, darle alas. Puede ser imposible ahora, pero puede ver videos de la ciudad y de la universidad a donde quisiera ir. Trazar juntos un plan, buscar financiamiento, becas. El que la sigue la consigue.
Las tendencias ahora son otras.
Antes la calidad de vida se promocionaba con riquezas, joyas y la cultura de la apariencia.
La nueva riqueza es dormir en paz. Vivir sin oropeles, con ingresos suficientes para pagar una buena alimentación, un seguro de vida y salud -porque nunca faltan las contrariedades-, la educación para los hijos y un techo firme donde estar tranquilos.
¿Para qué trabajo? Para pagar todo eso. Y algo importante: para ir guardando poquito a poquito en un fondo de emergencia. O para irnos de vacaciones todos juntos. Para mi jubilación. Para cumplir mis sueños.
Siempre recuerdo el cuento del pescador y su mujer, y cómo la codicia y la ambición desmedida de ella "rompió el saco".
Buscar dinero rápido, crecimiento de la noche a la mañana, exigir sin medida a la pareja o a los hijos, puede provocar desesperación. La desesperación lleva a actos ilegales, a la enfermedad y en casos extremos, al suicidio.
El pescador en su bondad dejó libre al pez mágico que se lo pidió. La bondad es el bien más preciado que tenemos. En un mundo en que la maldad crece, ser bueno es ir contra corriente, actuar bien nos da paz y tranquilidad a corto, mediano y largo plazos.
Los parámetros de belleza también han cambiado. Dicen que ser fuertes es la nueva belleza. Hombres y mujeres fuertes, tonificados, con poco maquillaje. Eso es salud y autenticidad.
Una vez los dioses decidieron esconder la felicidad en la tierra, pero tenían miedo de que los hombres la descubrieran. Entonces a uno de ellos se le ocurrió meterla dentro de cada persona, porque, según dijo, los seres humanos nunca miran en su interior.
Como dice la canción, cada alma tiene un secreto, cada vida una hambre.
Miremos dentro de nosotros y de nuestra casa, pues allí está la felicidad.
Logremos prosperar con abundancia y orden en nuestras finanzas, sin impactar en el entorno natural, viviendo experiencias compartidas con los seres que más queremos.