Economía y Desarrollo
En riesgo el primero de los objetivos de desarrollo, y no se propone nada
Doctor en Economía, máster en Economía del Desarrollo y en Política Pública. Director general académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
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La pobreza se entiende como la carencia de un nivel mínimo de bienestar: sufrir hambre, no tener libertad, ser excluido y violentado, no tener oportunidades.
La pobreza es la manifestación extrema, intolerable e injusta, de la desigualdad. Es la privación de la ciudadanía: la carencia de derechos, una forma de esclavitud.
Vivimos en sociedad, en la medida que eso es bueno para todos sus miembros. La pobreza refleja el fracaso de la civilización.
En palabras de Adam Smith: "ninguna sociedad puede ser floreciente y feliz si la mayor parte de sus miembros es pobre y miserable".
Son principios de justicia social, en línea de lo que plantea John Rawls, que todas las personas tengamos un nivel mínimo de bienestar garantizado, y redistribuir en favor de quién se encuentre en peores condiciones.
Y, en términos de Amartya Sen, lo justo es que todas las personas contemos con el más amplio conjunto de capacidades, y libertades, para lograr con igualdad de oportunidades, el proyecto de vida que cada persona desee.
Erradicar la pobreza es una responsabilidad social. Es un imperativo moral para lograr una sociedad con verdadera justicia y real libertad.
En el Ecuador el diagnóstico es grave.
Medida por ingresos (tener menos de USD 1,60 al día, que es el costo de una canasta de alimentos que aporten 2.141 kilocalorías), en pobreza extrema se encontraba el 9% de la población a diciembre de 2019 (19% en zonas rurales). Estimaciones realizadas para 2020 (ante la falta de estadísticas oficiales) señalan un incremento de hasta el 11% o 15%.
Dos millones y medio de personas, en Ecuador, no cuentan con ingresos suficientes para adquirir una canasta de alimentos de subsistencia.
En cuanto a pobreza por ingresos (tener menos de USD 2,83 al día, que incluye gastos no alimenticios vitales), esta alcanzaba al 25% de la población en diciembre de 2019 (42% en zonas rurales); y se estima que en 2020 subió a entre el 30% y 35%, es decir cerca de seis millones de personas privadas de un nivel mínimo de bienestar.
Por su parte, la pobreza multidimensional (que en Ecuador se mide desde el ejercicio de derechos económicos y sociales) a diciembre de 2019 alcanzaba al 38% de la población, y en zonas rurales al 71% de las personas.
Las principales carencias, a esa fecha, eran el subempleo y la falta de cobertura de seguridad social, el logro educativo incompleto, la falta de acceso a agua segura y el déficit de vivienda.
Todas las dimensiones de la pobreza multidimensional han empeorado en 2020. El gobierno que sale deja un país, empobrecido, en crisis económica, institucional y social.
Lamentablemente, el debate y las propuestas para las elecciones presidenciales poco o nada han dicho sobre cómo erradicar la pobreza en el Ecuador.
De manera general se habla de crédito, poco de seguridad social, algo de subir el salario básico y devolver la jornada de trabajo, y casi nada de protección social.
Por definición, quien se encuentra en situación de pobreza no es sujeto de crédito (porque no tiene capacidad de pago), tampoco aporta a la seguridad social ni tiene un empleo formal.
Las personas en situación de pobreza, en Ecuador, trabajan en el sector informal de la agricultura, el comercio y la industria. Además, en la construcción los hombres y en servicios (sobre todo domiciliarios) las mujeres.
Ningún candidato ha hablado de la relevancia de las inspectorías del trabajo para que se garanticen los derechos laborales y se prevenga la explotación laboral.
Por la pandemia, en 2020, según datos levantados por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y UNICEF, el 27,7% de niños y niñas menores de cinco años, no continuó con la vacunación, propia de su edad, por miedo al contagio y cierre de servicios.
Los niños, las niñas y adolescentes (NNA), que viven en hogares en situación de pobreza, no cuentan con Internet (indispensable en la actualidad) para estudiar, y quienes siguen estudiando lo hacen en un 85% a 89% por medio de un celular, en comparación con NNA en hogares de ingresos altos que en un 55%-68% lo hacen con una computadora (o similar).
El empobrecimiento actual, que limita la generación de capacidades de NNA es la condena al empobrecimiento futuro.
Ningún candidato ha hablado de la prioridad y urgencia de fortalecer los programas de prevención de la malnutrición; y pocos, ninguno con claridad operativa, hablan de cerrar brechas de conectividad y calidad en la educación.
¿Qué se puede hacer?
No es casualidad que, como se aprecia en una exhaustiva recolección de evidencias, 212 países, unos más rápidos y mejor que otros, hayan implementado programas de protección social (en especial transferencias monetarias).
Las transferencias monetarias, además de proteger el bienestar de los hogares empobrecidos, promueven capacidades e incentivos para la salida sostenida de la pobreza y la reactivación económica.
Si se quiere erradicar la pobreza, en Ecuador se necesitan cerca de USD 3 mil millones, para la pobreza extrema USD 1 mil millones, que vayan directamente a los hogares empobrecidos.
Si se tiene prioridades claras, hay que empezar por los hogares con niños, niñas, adolescentes y adultos mayores, para que puedan comer, estar sanos, estudiar, vivir con dignidad, y también consumir (que es la única vía para reactivar la economía).
USD 3 mil millones, es menos de los USD 6 mil millones que cada año se acumulan en gasto tributario (impuestos que no se cobran, por distintos incentivos), y menos también de los USD 4 mil millones por la evasión fiscal anual. Es menos de la mitad del préstamo recibido por el FMI.
Es una cuestión de voluntad y decisión, pero los candidatos poco hablan de estos temas.
¿Si no es para erradicar la pobreza, para qué sirve un gobierno?