Contrapunto
Un Wagner misógino, pero admirado por las mujeres
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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Entre la enorme literatura que explora descarnadamente la vida y la obra de Richard Wagner (1813-1883) existe un trabajo del musicólogo Alex Ross que analiza algunas óperas del alemán y encuentra en algunas de ellas rasgos de misoginia.
Pero al mismo tiempo apunta la gran popularidad y acogida, incluso después de muerto, de un público femenino que admira su enorme creación operística.
'Wagnerismo. Arte y política a la sombra de la música', Editorial Planeta 2016, es uno de los libros más completos acerca de Wagner; comienza con esta premisa: “Para bien o para mal, Wagner es la figura más influyente en la historia de la música”.
Otra premisa esbozada por un historiador señalaba que después de Jesucristo y Napoleón, Wagner es el hombre del que se han escrito más novelas, biografías, ensayos, artículos de prensa, documentales, etcétera.
La voluminosa obra de Alex Ross señala que Richard Wagner fue un artista que pudo rivalizar con Shakespeare en la historia universal, pero se vio “arruinado por una ideología de odio”.
El capítulo específico sobre Wagner, las mujeres y su posible o evidente misoginia comienza con la cita de uno de los libros más importantes escrito por Friedrich Nietzsche (1844-1900) ‘El caso Wagner’.
Amigos durante muchos años, en su ensayo, el filósofo alemán acusa a Wagner de “degenerado sexual”.
El arte del músico está enfermo, acusaba Nietzsche. “Es la obra de un histérico, un neurótico, un decadente”, disparaba el filósofo alemán. Pero antes de ser enemigos, Friedrich Nietzsche decía: “Wagner resume la modernidad. No queda otro remedio: lo primero que hay que ser es wagneriano”.
El musicólogo Ross sostiene, sin embargo, que “Wagner no era un hedonista; declaró creer en la monogamia y en su famosa ópera Parsifal valora la castidad, aunque en una atmósfera erotizada”.
No solo Wagner, el siglo XIX, el de mayor esplendor de la música romántica, dejaba poco espacio a las mujeres, tal como hemos narrado en artículos anteriores.
El musicólogo Ross reconoce que el compositor nacido en Leipzig idealizaba el espíritu femenino, pero impuso papeles secundarios a todas las mujeres que tenía a su alrededor.
En el libro se cita a la historiadora Catherine Clément, que en 1979 escribió ‘La ópera o la derrota de las mujeres’. La obra escénica, según la autora, sigue un orden patriarcal “que impone la degradación y la muerte de las mujeres”.
Aunque la violencia contra las mujeres no es frecuente en las óperas wagnerianas, sus principales personajes femeninos “muestran una tendencia a caer muertas sin ningún motivo evidente”, se destaca en Wagnerismo.
Autor de 13 óperas, tales como La cabalgata de las valquirias, El holandés errante o El anillo de los Nibelungos, la anarquista Emma Goldman sostiene que la música de Wagner siempre tuvo más acogida en las mujeres.
Su música, dice, “afecta a las mujeres como la fuerza liberadora de las emociones contenidas, reprimidas y ocultas de sus almas”.
Desde 1876 se celebra en la ciudad alemana de Bayreuth un festival con música exclusiva de Richard Wagner; la estadística de asistencia dice que la concurrencia femenina es mayoritaria.
En los veranos boreales, los hoteles alemanes registran mayor número de huéspedes mujeres, dice otra estadística de corte turístico.
El historiador estadounidense Joseph Horowitz afirmaba que, en Nueva York, en los conciertos wagnerianos “las mujeres entraban en un pacto secreto, en una conspiración compartida con Wagner”.
En la enorme literatura wagneriana se destacan sus relaciones amorosas turbulentas y escandalosas, su agresiva personalidad y sus comentarios descarnados acerca de la política y el judaísmo, también acerca de la música.
En asuntos sentimentales, su primera esposa fue Christine Wilhelmine Planer, más conocida como Minna, pero durante su matrimonio conoció a la poetisa y escritora Mathilde Wesendonck, a quien dedicó unos lieder.
Tal vez la relación más sólida la tuvo con Cosima Wagner (1837-1930), hija de Franz Liszt, que estuvo casada con el compositor y primer director de la Filarmónica de Berlín Hans von Bülow (1830-1894). Después de ser amantes se casaron.
A la muerte de Wagner, Cosima continuó con los festivales de verano de Bayreuth, que hasta la actualidad se escenifican en esa ciudad alemana exclusivamente para difundir la obra del compositor alemán.