Contrapunto
La revolución mexicana al estilo de Pérez-Reverte
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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Narrar una guerra o una revolución es quizá la mayor fascinación del escritor Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, España, 1951), ex corresponsal y reportero de varias batallas, investigador de la historia y académico de la lengua española.
'Revolución, una novela' (Penguin Random House, 2022) es el libro más reciente del autor español, que ha escrito más de 30 obras en las que sobresalen episodios históricos reales, investigados y narrados con el lenguaje propio del territorio de los personajes.
Durante los días previos y posteriores a la presentación del libro, el escritor reconoció el rico aporte mexicano a las letras y a los neologismos en un país tan enorme y diverso culturalmente.
Son las primeras décadas del convulsionado Siglo XX, los personajes fueron los líderes de una revolución que ilusionaba, que triunfó y no duró mucho, pero dejó lecciones dolorosas.
El personaje es un español (gachupín), Martín Garret, ingeniero de minas de 24 años de edad, que por causa de la revolución vio cómo se paralizaba la minería y de repente, sin proponérselo, se involucró con los revolucionarios del norte, comandados por el famoso y temible Francisco Pancho Villa.
Desde su hotel escuchaba explosiones, ametralladoras, disparos de fusil y salió a curiosear; los mexicanos lo miraban con recelo, pero muy pronto se dieron cuenta cuán útil sería la especialidad del ingeniero: dinamitero.
Las primeras acciones con explosivos fueron en un banco de Ciudad Juárez, luego vino el derribo de puentes, destrucción de vías férreas. En total fueron 11 acciones realizadas por el ingeniero entre Zacatecas y Ciudad Juárez.
En las explicaciones acerca del libro, Pérez-Reverte decía que "las revoluciones las pierden quienes las hacen".
Que precisamente es lo que ocurrió en México con apellidos tan famosos como Madero, Villa, Zapata o el mismo Venustiano Carranza.
La revolución comenzó con Francisco I. Madero, quien sucedió en el poder al dictador Porfirio Díaz, que había gobernado México durante treinta años.
Pero Madero, se lamentaba Villa, era un blandengue que seguía confiando en los funcionarios del derrocado dictador Díaz. El caudillo decía que "los puercos de antes no pierden el olor, son los puercos de siempre".
Por el sur, Emiliano Zapata y, por el norte, Villa trataban de consolidar una revolución que a Madero en la capital se le hacía cuesta arriba por causa de las traiciones, conspiraciones y escaso liderazgo político.
Al contrario de 'Línea de fuego', en la que narra la Batalla del Ebro, 'Revolución', aclara el autor, no es una novela histórica, es su particular mirada a una historia que comenzó a pensarla hace 20 años.
Martín Garret no fue un revolucionario ni simpatizaba con la revolución, simplemente se encontró con ella y trabajó para que se consolide.
Tampoco pudo escapar a las tentaciones sentimentales; fueron tres las mujeres que se le cruzaron durante la cruenta campaña.
Garret no la tuvo fácil, pudo ser fusilado, pero tenía claro un pensamiento mexicano: "cuando te toca (la muerte) ni aunque te quites; y cuando no te toca ni aunque te pongas".
Los personajes son reales, por ejemplo, Victoriano Huerta, que según la historia desplazó al general Pascual Orozco, que había sido uno de los protagonistas del derrocamiento de Porfirio Díaz y que luego se levantaría en armas contra Madero.
Huerta consideraba inútil confiar a 13 millones de indios analfabetos una elección presidencial y creía que "la revolución consiste en que muchos que no saben leer ni escribir se adueñan de las propiedades de los pocos que sí saben leer y escribir".
El lenguaje de la guerra, el autor lo pone en práctica en la descripción de los episodios:
-Las granadas estallaban sobre Zacatecas en forma de nubecillas de color azafrán, escupiendo granizadas de reluciente metralla sobre los federales encogidos en barricadas y trincheras.
-Tras invadir hoteles y cantinas, bandas de revolucionarios celebraban la victoria destruyendo, saqueando, entrando en las casas a sangre y fuego mientras resonaban descargas de piquetes de fusilamiento.
Se calcula en 5.000 el número de fusilamientos ordenados por Villa. ¿Qué pasará con él? Se preguntaban: "Terminará refugiado en Estados Unidos o negociando, quizá le den un rancho, dinero… la revolución no sabe qué hacer con él, se mantendrá al margen o lo acabarán matando", que fue lo que finalmente ocurrió.