Matrix política
Tóxicos en la Revolución Ciudadana: ¡amiga date cuenta!
Consultor Político con 20 años de experiencia en campañas electorales, comunicación de Gobierno y gestión y management de la crisis. Catedrático universitario y conferencista en varios países de América Latina y en España.
Actualizada:
I
Una vez que este artículo sea publicado, habrá pasado ya una semana de la inauguración del Metro realizada por el Alcalde de Quito, Pabel Muñoz.
Una obra que, por su magnitud, trascendencia para la ciudad y el país, pero sobre todo por la demora en ser entregada por varias administraciones, causó una gigantesca expectativa en los ciudadanos de todos los rincones del Ecuador. Era un hecho político de gran importancia y así lo sabíamos todos.
Por eso, los que frecuentamos la red social política por excelencia, X (antes Twitter), que son bastante menos que el grueso de la población que no se entera ni que existe o la mira de lado, estábamos pegados a nuestros dispositivos para enterarnos en tiempo real lo que sucedía en ese día tan especial.
Nos despertamos con una novedad altamente grata para ambos lados del espectro político hiper polarizado de Twitter, Pabel y su equipo habían diseñado una impecable estrategia de comunicación para inaugurarlo.
Y así lo señalé ese día:
Hasta ahí todos habíamos reconocido algo bien hecho y acorde a estos tiempos.
Sin embargo, y lastimosamente, me enteré horas más tarde que al equipo de comunicación parece habérsele olvidado algo y parece que hubo una llamada para recordárselo: en la RC no pasa absolutamente nada por fuera de su líder y caudillo y, medio al apuro, medio mal actuado, Pabel recurrió al argumento de una llamada imaginaria para echarle flores a Él y decirle que prácticamente fue el artífice de la construcción de la obra.
Ese preciso instante, todo lo que venía bien, se fue por la borda. ¿Por qué? Es muy sencillo explicarlo: porque Correa siempre polariza el escenario político y eso encendió la red social y terminamos como es costumbre: insultos, diatribas, bronca. X (antes Twitter) más tóxico que nunca por culpa del tóxico. Lo usual digamos.
II
Fue en el museo Luis Noboa Naranjo, en donde la Universidad de las Artes y Oficios de México entregó un doctorado Honoris Causa a Isabel Noboa Pontón por su destacada actuación en el ámbito empresarial privado en el Ecuador.
La acompañó a su lado alguien que viene ya haciéndolo con alguna frecuencia: la prefecta del Guayas, Marcela Aguiñaga. Todo era sonrisas y cordialidad. Abrazos, felicitaciones, palabras de rigor. Una verdadera fiesta.
Hasta que, de manera inusitada, apareció el exvicepresidente de la República Jorge Glas.
Pero, para nadie es un secreto, no fue precisamente a congraciarse con la homenajeada ni mucho menos. Fue directamente a sentarse en la primera fila y, con una actitud del todo amenazante, a encarar a la prefecta Aguiñaga sin bajarle la mirada un segundo.
Todo lo que venía bien se fue por la borda. Incomodidad, caras largas, gestos de pocos amigos, en fin la fiesta arruinada por Glas por algo que es público y notorio: la posición de Aguiñaga en el manejo del escándalo de los audios entre Glas y su exasistente Soledad Padilla. El evento se transformó en tóxico por culpa del tóxico.
La Revolución Ciudadana ha renovado sus cuadros con el éxito que no han tenido, ni de lejos, otros partidos cuando han intentado hacerlo.
Tienen líderes presidenciables capaces, pero sobre todo con un mayor espíritu democrático (al menos así aparecen), dialogantes, alejados del narcisismo y la vanidad). Ahí están Pabel, Marcela, Aquiles y Rabascal (aunque parece que este último ya entendió y voló).
Jamás en mi vida le diría yo a un Movimiento o a un partido político cómo debe manejarse, ni creo que les importe mucho tampoco, pero, desde mi visión, es hora de que la RC eche a los tóxicos y renueve sus liderazgos con gente que esté muy alejada de esa toxicidad. No sé, tal vez así ganen una segunda vuelta en estos nuevos tiempos.