Tres retos de las ciudades de Ecuador frente a sus quebradas
Investiga procesos de transformación de las ciudades ecuatorianas. Es PhD en Arquitectura y Estudios Urbanos, docente e investigadora universitaria y cofundadora del grupo LlactaLAB-Ciudades Sustentables.
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¿Cuál es la relación actual de las ciudades ecuatorianas con sus quebradas?
Es evidente que esta relación se ha deteriorado junto a los acelerados procesos de expansión urbana, que son relativamente recientes.
Lo que ha provocado intervenciones en busca de respuestas sostenibles y resilientes.
Estas acciones se han centrado en los ríos más representativos, tanto de ciudades principales como de aquellas de menor jerarquía, relegando a todo un sistema de quebradas.
Así, los cursos de agua menores enfrentan un triple reto:
1. Visibilizar su importancia en la red hídrica urbana.
2. Afrontar la presión ejercida por la urbanización acelerada.
3. Aprovechar sus características ecosistémicas frente al cambio climático.
El caso de Cuenca ilustra esta condición de las quebradas.
Si bien esta ciudad es referente nacional en el tratamiento de las orillas de sus ríos, no ha ocurrido lo mismo con el resto de la red hídrica.
El crecimiento expansivo vigente desde 1950 ha afectado especialmente a las quebradas.
Actualmente, la zona urbana cuencana se asienta sobre 183 quebradas cuya longitud debería alcanzar 275 km.
Sin embargo, más del 80% de ellas han sido embauladas, canalizadas, privatizadas, tugurizadas y hasta rellenadas.
Mapa de la pérdida de quebradas en Cuenca
El mapa muestra cómo la rica red hídrica de las zonas rurales se reduce a los cuatro ríos principales en la zona urbana.
Lo que hemos visto en el caso cuencano se replica a escala nacional, siendo los cursos de agua menores los más afectados.
Esto implica una serie de riesgos para la población asociados a inundaciones, deslaves y contaminación.
Pero los daños en la red de quebradas implican, además, la pérdida de una serie de características ecosistémicas vinculadas a los ciclos de vida.
El ejemplo citado refleja la tensión permanente entre urbanización y naturaleza, presente aun en los casos considerados referentes.
Dicha tensión debe quebrarse, entendiendo que la ciudad está compuesta tanto de elementos naturales como producidos por las actividades humanas.
En este sentido, debemos reconocer la importancia de las quebradas en el sistema urbano y sus características ecosistémicas.
Y minimizar la presión que la ampliación urbana ejerce sobre toda la red hídrica.