Economía y Desarrollo
El retorno de la política marcado por resultados y escenarios electorales
Doctor en Economía, máster en Economía del Desarrollo y en Política Pública. Director general académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
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El peso de octubre de 2019 se siente. El 'correísmo', el movimiento plurinacional y la socialdemocracia, que representan a sectores que se movilizaron en octubre, concentran, con el 88,92% de actas computadas, el 69,63% de votos válidos. Es un triunfo contundente de la línea progresista.
Por su parte, la línea conservadora de Guillermo Lasso, junto al PSC, que obtienen el 19,51% de los votos válidos, son los mayores perdedores de la jornada.
Se evidencia una caída de 8,56 puntos, en comparación con el 28,09% que obtuvo Lasso en la primera vuelta de 2017, y de 24,81 puntos al considerar, por la alianza, el 16,32% que logró Cynthia Viteri.
Se siente el castigo a la gestión del gobierno saliente, representado en Lasso-Nebot-Moreno, en cuanto a favorecer intereses de grupos económicos por sobre el bienestar de las mayorías. Justamente lo que se reclamó en octubre de 2019, y que ni Lasso ni Jaime Nebot logran entender.
La elección nos deja nuevos vientos.
Un pedido de jubilación política para los expresidentes derrocados Lucio Gutiérrez (con menos del 2% de la votación presidencial) y Abdalá Bucaram (con menos del 1% de la votación para asambleísta nacional).
Un llamado de atención para que exista un filtro que regule la participación de personajes como Paul Carrasco, Geovanny Andrade, Carlos Sagnay, Gustavo Larrea y César Montufar que aportan poco y elevan el gasto público por su participación.
Lo mismo va para Juan Fernando Velasco y Guillermo Celi, que, aunque obtuvieron mayor votación que los anteriores, también se quedaron por debajo del 1% de votos válidos.
Lo más destacable son los resultados de la Izquierda Democrática (ID), y de su candidato Xavier Hervas.
La ID logra un bloque propio en la Asamblea Nacional, y en la presidencial superó, en una corta campaña y con tendencia al alza, el 15,96% de votos válidos. Un aumento de 9,27 puntos frente al 6,70% de Paco Moncayo en 2017.
Hervas ganó en El Carchi, fue segundo en Pichincha, ganando en el distrito centro-sur de Quito, y tercero en Azuay, Guayas y Manabí, además de otros resultados territoriales de relevancia.
Con un partido político en búsqueda de renovación, que finalmente logró desmarcarse de viejas figuras que, en elecciones pasadas, restaban credibilidad a su discurso, se potenció a un buen candidato, con rostro nuevo, acogiendo demandas progresistas de derechos, y se aprovechó el contexto para que una agenda económica liberal se presente cauta en comparación con sus contendientes, a lo que se suma una muy buena campaña para completar una combinación exitosa.
Qué tanto se consolida y renueva el espacio de la socialdemocracia como fuerza política dependerá de que el triunfalismo por el resultado electoral no se convierta en la búsqueda de personalismos que desgranen la estructura, sino que se articule hacia la legislatura y a una agenda en defensa de las y los trabajadores y de mayor garantía de derechos.
¿Qué nos queda para la segunda vuelta?
El menos probable en la contienda es Guillermo Lasso que, como ya lo hace desde el final de la campaña de primera vuelta, apelará al populismo de medidas compensatorias, como subir 25% el salario básico, algo que quienes lo apoyan (sectores empresariales) ven con desconfianza, pero callan porque al final se puede "ofrecer, ganar y no cumplir".
Deberá además buscar espacios en el movimiento indígena, aquellos a los que su aliado, Jaime Nebot, recomendó "que se queden en el páramo".
Lasso es un candidato desgastado, que no entiende las demandas populares, y al que no se le cree. Su mejor opción es apelar a la polarización extrema 'anti-correista', siendo la violencia que esto implica el mayor riesgo que genera.
La alternativa es Yaku Pérez. En la búsqueda de opciones, puede hacerse fuerte en su posición de garantía de derechos, incluyendo los de la naturaleza, y presentarse como la opción de cambio frente a la polarización de quienes han disputado el poder político en los últimos años; sin embargo, para ganar necesitará generarse apoyo en los sectores anti-correístas, aliados de Lasso-Nebot-Moreno. Necesita de ellos, en la misma medida que estos necesitarán de él.
El riesgo de su candidatura es su historia de flexibilidad, para acoplarse. Renunciar a la prefectura, con menos de 18 meses de gestión, para postularse a la presidencia, es solo un ejemplo.
En este escenario, es probable que, para diferenciarse de su contrincante y sumar apoyos, ceda al programa económico de Lasso-Nebot-Moreno, dejando de lado las demandas de octubre, y dando un viraje similar a los que hicieron Lucio Gutiérrez y Lenin Moreno en sus respectivos gobiernos.
Por su parte, el ganador de la primera vuelta es Andrés Arauz. Evidencia de que la sociedad prefiere un gobierno que asuma frontalmente reivindicaciones sociales al compararlo con el gobierno saliente que dejó a la sociedad abandonada.
Para ganar, requiere, sin embargo, vincular a mayores sectores indígenas, progresistas y productivos, que le demandan autocrítica y apertura, cambiando un estilo de democracia representativa e imposición electoral hacia uno de mayor participación y búsqueda de consensos, además de mayor claridad en cuanto a derechos sexuales y reproductivos y en la defensa de la naturaleza.
Esto puede generar tensión con su 'voto duro' al requerir mayor atención a su 'voto blando' y dar espacio para el voto que se llevaron los candidatos y la candidata que no alcanzaron el balotaje.
Finalmente, y dado que no se logrará hegemonía alguna, el resultado y el futuro dependen de cómo los electores, lejos de posiciones extremas, asumamos la responsabilidad de, con nuestro voto y participación, exigir y apoyar la búsqueda de acuerdos que prioricen el bien común, en especial de los sectores vulnerables y empobrecidos por la crisis.
Lo propio queda para la nueva Asamblea Nacional.
Es el retorno de la política.