Economía y Desarrollo
¿Qué nos muestran los resultados electorales?
Doctor en Economía, máster en Economía del Desarrollo y en Política Pública. Director general académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
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Si algo logra una mayoría clara es la búsqueda de un nuevo modelo de desarrollo. La extracción de recursos naturales no es la vía que quiere el país. La protección del ambiente está por encima, en especial para las nuevas generaciones.
El 58,97% de los votos (con el 95,58% de actas válidas) optó por dejar el crudo del Yasuní en el subsuelo de manera indefinida. Es verdad que ya se estaba explotando, el mandato es que se debe parar.
Así mismo, más del 68% de los votos (con el 93% de actas válidas) votaron por prohibir la minera en el Chocó Andino. El mandato es que se deben conservar las reservas naturales.
El desafío será la debida implementación de este mandato popular. La industria extractivista buscará las formas de seguir explotando la naturaleza, aun en estas zonas.
Corresponde a la nueva Asamblea Nacional y al nuevo gobierno establecer los mecanismos institucionales necesarios para garantizar que se cumpla la voluntad popular. Es responsabilidad de la ciudadanía exigirlo.
Por su parte, la votación para la Asamblea Nacional evidencia a la Revolución Ciudadana como la principal fuerza política. Su votación para asambleístas nacionales aumentó de 2.584.595 en 2021 a 3.096.508 en 2023 (con el 93,17% de actas válidas), y crecerá de 49 a 51 curules.
La segunda fuerza en el legislativo es la de Construye (anteriormente Ruptura de los 25) que con 28 curules, y a pesar de sus fracturas internas, representa al "anticorreísmo"; dando cuenta de la fragmentación que vive el país.
La tercera fuerza es el PSC que mantiene estable su representación con alrededor de 17 curules, seguida de Acción Democrática Nacional (ADN), conformada por el partido del primo de Lenin Moreno, y por MOVER (anteriormente Alianza País), con 12 curules.
Los grandes perdedores son Pachakutik que pasa de 27 curules en 2021 a tener apenas 4 en 2023, y la Izquierda Democrática no participó (por pugnas internas) y cayó de 18 a 0 curules, siendo el reflejo del desprestigio de la Asamblea Nacional por las acciones de asambleístas que respondían a sus propios intereses y no a los de la ciudadanía.
La presidencial nos muestra que el país busca algo nuevo, pero que un candidato es “nuevo” una sola vez, y que, si no tiene contenido programático, cae vertiginosamente.
Yaku Pérez pasó de obtener 1.798.057 votos en 2021 a 383.546 votos (con el 97,22% de actas válidas) en 2023. Peor aún le fue a Xavier Hervas que apenas logró 47.551 votos en 2023, cuando había alcanzado 1.453.915 votos en 2021.
También nos muestra que se reconoce que antes estábamos mejor. Es así como la Revolución Ciudadana aumentó su votación, pasando de 3.033.791 votos en la primera vuelta de 2021 a 3.236.726 votos (con el 97,22% de actas válidas).
Pero parece no ser suficiente. Falta plantear algo nuevo.
Daniel Noboa se mostró cómo lo nuevo y tuvo una crecida impresionante que lo llevó a segunda vuelta contra todo pronóstico.
Quizá la segunda vuelta se defina entre lo nuevo y lo viejo. El asunto está en que las apariencias engañan.
Un hombre blanco, cuyo padre ha sido cinco veces candidato a presidente, terrateniente, millonario, con acusaciones de violencia intrafamiliar, con empresa que tiene deudas en firme con el SRI y denuncias de explotación laboral, es bastante viejo. Es lo de siempre.
En cambio, una mujer, montuvia, de clase trabajadora, no se ha visto en la presidencia. Quizá si lidera por cuenta propia, asume agendas progresistas concretas y posiciona lo que hará en lugar de lo que ya se hizo, se la pueda percibir como una alternativa nueva.
En todo caso, los resultados de la primera vuelta nos han mostrado que nada está dicho hasta el día de las votaciones.