Punto de fuga
Resoluciones que se le olvidaron al Consejo de Gobierno de Galápagos
Periodista desde 1994, especializada en ciudad, cultura y arte. Columnista de opinión desde 2007. Tiene una maestría en Historia por la Universidad Andina Simón Bolívar. Autora y editora de libros.
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Ya era hora de que subieran la tarifa para entrar al Parque Nacional Galápagos. No importa que lo hayan hecho a regañadientes. El hecho es que el sentido común le ganó —aunque sea por una vez— a la politiquería. Pero todavía no posen para la foto. ¡Qué va! Si están enteritos y les queda harto por hacer.
¿Qué tal si empiezan a trabajar de verdad, con el mismo empeño que ponen en temporada de campaña, para que Galápagos tenga alcantarillado? Es inconcebible que la provincia que da fama mundial al país (porque si uno dice Ecuador en el extranjero no suenan ni los grillos, pero si dice Galápagos todo el mundo sabe de qué estamos hablando) no llegue a tener ni el 30% de cobertura en alcantarillado. No lo digo yo, lo dice el INEC.
Esta resolución es urgentísima, para anteayer. ¿O acaso no saben a dónde van a parar las aguas servidas de las sobrepobladas islas? Yo, sí: al mar o al subsuelo de donde se provee de agua el archipiélago. Es decir que cualquier ser vivo que circule por las islas habitadas está en inminente riesgo de contacto con los famosos coliformes fecales a través del agua. No solo es una vergüenza, es una tragedia. ¡¿Qué esperan?!
Si lo que necesitaban era más plata, ya la van a tener. Y podrían tener más, si comprendieran que para ingresar al tesoro que es Galápagos habría que pagar (y por tanto recaudar) mucho más. Con lo cual se podría dejar de depender del turismo chatarra y contaminador sin que dejen de ingresar recursos.
Por ejemplo, quien quiera visitar el Parque Nacional Serengueti, en Tanzania, deberá pagar hasta 153,40 dólares por día, por persona adulta, en temporada alta; la tarifa incluye la entrada al parque, un cobro por servicios y el 18% de IVA. El precio está incluido dentro de los paquetes de safaris; por qué no implementar un modelo similar.
Otra resolución, para la que no necesitan plata, o muy poca, pero sí mucha voluntad política y ningún rabo de paja, es el control migratorio y laboral. Vayan a darse una vuelta por los hoteles, sobre todo los de tarifas bajas; también por el barrio La Cascada y sus tugurizadas viviendas en Puerto Ayora; o inspeccionen las camionetas blancas que funcionan como taxis, y que hace veinte años ya eran demasiadas, aunque eran muchas menos que las que circulan ahora. Otra vez, no lo digo yo, lo reconoce la alcaldesa de Santa Cruz, Fanny Uribe, en esta entrevista que le hizo Bitácora Ambiental en noviembre del año pasado.
¿Para qué hago esta sugerencia? Para que constaten los abusos laborales (¡increíble que no se haya enterado!) que un sinnúmero de colonos inflige a una cantidad importante de ecuatorianos provenientes del continente que no tienen permiso para trabajar en Galápagos. La ley manda que no haya gente irregularmente en las islas y también que nadie pueda ser abusado laboralmente por su condición migratoria, en ninguna parte del territorio ecuatoriano. Y a ustedes se les paga para que hagan cumplir la ley.
Si al menos añaden estas dos resoluciones ya habrán hecho mucho. Les habrán devuelto a los habitantes de Galápagos la dignidad más básica, por ejemplo. Pero ni así calificarían para la foto, por lo tanto ni posen ni se peinen. A algunos de ustedes, de hecho, les tocaría volver a nacer para calificar.