Lo invisible de las ciudades
Rescatar el MAAC es interés de todos
Arquitecto, urbanista y escritor. Profesor e Investigador del Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la USFQ. Escribe en varios medios de comunicación sobre asuntos urbanos. Ha publicado también como novelista.
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Definitivamente, Uno de los mayores aciertos del proyecto Malecón 2000 fue establecer al MAAC como espacio para las diferentes manifestaciones de la cultura. Hasta la fecha, sigue siendo el proyecto cultural más ambicioso que se ha realizado a escala nacional; tanto como edificio, como colección cultural. El MAAC cuenta con más de 60.000 piezas arqueológicas y 3.500 piezas artísticas.
Este proyecto museográfico ha pasado por altos y bajos. Actualmente, no está en su mejor momento; y cabe recordar los méritos y motivos por los cuales instituciones e individuos deberíamos arrimar el hombro y sacarlo a flote.
Desde mucho antes de su inauguración, el MAAC se convirtió en un hito importante para la cultura en Guayaquil. Su arquitectura propuso el uso de las piedras locales como piel. Lo que conocemos como “marmetón”, y que solía exportarse con el nombre de “mármol habano Guayaquil”, sirvió para definir una fachada de texturas pulidas y martelinadas. El MAAC ha sido el único edificio público que optó por tan interesante exploración arquitectónica.
Sobre su losa superior, la que se conocía como “la plataforma del MAAC”, se llevaron innumerables eventos; desde conciertos de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, hasta las presentaciones de artistas nacionales e internacionales. Todos ellos contaban con un gran número de asistentes.
Otro espacio que congregaba a muchos era el MAAC Cine, que presentaba una cartelera cinematográfica interesante; ajena a la usual cartelera comercial de los otros cines de la ciudad.
El interior de esta institución presentaba ambientes interesantes para la realización de exhibiciones. De joven colaboré con la puesta en obra de una exhibición, sobre la importancia de la Spondylus Princeps en las culturas de la costa ecuatoriana. Dicha exhibición se basaba en un guion museográfico escrito por el Dr. Jorge Marcos, uno de los arqueólogos más relevantes a escala nacional, durante la segunda mitad del siglo XX. Recuerdo haberlo acompañado por el enorme repositorio arqueológico del MAAC; recogiendo las piezas que formarían parte de dicha exhibición. En esa oportunidad pude disfrutar de este museo, no solo como un espectador; sino que pude apreciar cuán efectivas eran sus instalaciones para la preservación de piezas artísticas y museográficas.
Sin embargo, el MAAC también ha tenido que lidiar con adversidades. La mayoría de estas provienen de su origen dual; es decir, de las contradicciones existentes entre las organizaciones que dieron paso a su creación. Me refiero al Gobierno Nacional y a la Municipalidad de Guayaquil; que se ven representadas por el Banco Central y por la Fundación Malecón 2000.
En varias ocasiones, las pugnas entre estos bandos dispares han perjudicado al MAAC y sus alrededores. Hubo un tiempo en que no se le daba mantenimiento alguno a los exteriores del MAAC. Los tiempos de crisis económica también perjudicaron al mantenimiento de sus espacios interiores. Hubo ocasiones en las que el espacio se quedó sin aire acondicionado, con filtraciones de agua, incluso hasta con fallas en su sistema eléctrico. Todo esto empujó al museo más grande del país a la incertidumbre.
Hubo una ocasión en la que se habló de usarlo como sede de la futura facultad de Arquitectura de la UArtes; pero ese proyecto no salió de las carpetas.
Actualmente, se pretende usar nuevamente al MAAC como campo de batalla para las rivalidades políticas entre el municipio guayaquileño y el gobierno nacional. Debemos pedirles a ambos entes, que aprovechen esta oportunidad como una causa común que puede ser manejada como seres civilizados; y no como otro espacio para expresar la mezquindad política, muy común en estos tiempos.
El MAAC cambió radicalmente la forma en que Guayaquil entiende y comparte el arte y la cultura. Estoy seguro que aún puede recuperar su relevancia en esos ámbitos, y seguir impulsando la movida cultural del puerto principal. Ojalá que nuestros políticos lo entiendan de esa forma, más allá de sus intereses proselitistas.