Lo invisible de las ciudades
¿Cómo podemos rescatar a La Mariscal?
Arquitecto, urbanista y escritor. Profesor e Investigador del Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la USFQ. Escribe en varios medios de comunicación sobre asuntos urbanos. Ha publicado también como novelista.
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El pasado fin de semana fui invitado una vez más al programa radial del Cabildo Cívico de Quito, en la Radio Municipal. Una vez más, el tema a tratar fue la polémica alrededor del Hotel Quito. Entre los otros invitados, estaba Manuela Gallegos, quien ha empujado por años el rescate del barrio La Mariscal; una zona tradicional de la capital, muy venida a menos en los últimos años.
Durante la entrevista conjunta en la que participamos, se hicieron algunas referencias sobre La Mariscal; considerando que se trata de un sector con muchas edificaciones inventariadas. El problema de la preservación del patrimonio construido es general; no se limita exclusivamente al Hotel Quito.
Hace un par de semanas, mientras los ojos de la ciudad estaban enfocados en aquel ícono importante de la arquitectura contemporánea local; una casa patrimonial de La Mariscal fue demolida intencionalmente, usando una retroexcavadora.
El precario estado de abandono en el que se encuentra gran parte del barrio preocupa. Si un sector queda echado a su suerte, y cuenta con inmuebles patrimoniales, se puede dar una tormenta perfecta para que el olvido haga de las suyas.
Dichos comentarios dejaron en mi mente una pregunta relevante para la ciudad: ¿Cómo podemos sacar nuevamente a flote al barrio La Mariscal?
Gallegos mencionó que La Mariscal no cuenta con el apoyo necesario para rescatarlo de su crisis. También dijo que en dicho barrio existe una interesante cantidad de agrupaciones culturales y artesanales. Quizá en esta última observación esté la clave para otorgarle un futuro mejor dicho barrio.
¿Cómo podría verse La Mariscal del futuro? En primera instancia, podríamos establecer como objetivo que se convierta en el equivalente quiteño a San Telmo; el barrio tradicional bonaerense, donde los domingos cierra algunas de sus calles y se instala una enorme feria. Ahí, artesanos y anticuarios venden lo sus artículos a un público numeroso.
Nuestra Mariscal cuenta ya con el mercado artesanal, un hito relevante para locales y turistas. Podría pensarse que este mercado se amplíe, ocupando algunas de las calles circundantes, convirtiéndose así una feria dominguera, similar a la de San Telmo. En esta feria participarían también las agrupaciones culturales establecidas en el sector. También se la podría combinar con la presencia de artistas y anticuarios. Que estos vendan sus obras y artículos.
Como la Mariscal es atravesada todos los domingos por la ciclorruta, el barrio puede ampliar las áreas peatonales durante los días de feria. Eso haría más atractiva la visita al sector.
Un evento itinerante de semejante envergadura debería complementarse con negocios comerciales y gastronómicos; los cuales atenderían durante toda la semana.
Años atrás, personal municipal dispuso de requerimientos muy exigentes para el barrio, respecto a la instalación de nuevos negocios. Con ello se quería promover el surgimiento de negocios de élite, esperando que su supuesta solvencia permitiera la permanencia de negocios en el sector. Dicha estrategia ha fallado. No solo que hay muy pocos negocios nuevos; sino que aquellos actualmente presentes se están mudando a otros barrios.
Quizá toque apostarle al negocio más humilde, para traer mueva vida al barrio. El emprendedor de clase media se juega la piel cuando se aventura a un negocio nuevo. Enfrentar más riesgos implica estar más comprometido con lo emprendido; pues la supervivencia de uno depende de ello.
Gente así es la que recupera áreas urbanas deterioradas. Hay que darles ciertas facilidades para que ellos y el barrio logren cierta estabilidad
Dichas disposiciones bajarían fácilmente los niveles de inseguridad barrial y llamarían la atención de potenciales nuevos residentes. Si se sigue esa secuencia, en ese orden, es muy posible rescatar a La Mariscal; tal como se está haciendo en otras partes de la capital.
El urbanismo suele ser más sencillo y exitoso, cuando no se lo usa para propagar una ideología o para establecer una agenda política. Es sentido común, al servicio de los demás.