Renta Básica Universal: ¿Propuesta que podría unir a derecha e izquierda?
Economista de la Universidad Católica del Ecuador, tiene una maestría en Administración Pública de Harvard y un MBA de la Universidad de Texas. Ha publicado análisis en el Washington Post, el Nuevo Herald y El Tiempo de Colombia.
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En años recientes el interés en el concepto de Renta Básica Universal (RBU) ha crecido tanto en países ricos como en naciones en desarrollo.
No se trata de un concepto nuevo pues se probó en Canadá en los años 70, sin embargo, algunas condiciones actuales han reactivado el debate sobre sus méritos e impulsado experimentos en Dinamarca, Alemania y Kenia.
La incertidumbre sobre el futuro del trabajo es una de estas condiciones, dada la potencial sustitución de los humanos por robots y por la Inteligencia Artificial en una variedad de industrias y de actividades económicas.
Otra es el incremento de las desigualdades sociales y la situación de los trabajadores que, si bien tienen una ocupación, no logran generar suficientes ingresos para eludir una la precariedad.
La pandemia ha acelerado estas tendencias, afectando particularmente a los grupos sociales menos favorecidos y eliminando trabajos en los sectores que no logran adaptarse a la llamada nueva normalidad. Muchos de estos empleos se perderán para siempre, ya sea por falta de demanda de algunos productos y servicios o por la automatización de los procesos.
Ante la perspectiva de que en un futuro cercano legiones de trabajadores no tengan una posibilidad real de ganarse la vida, exacerbando los problemas sociales, la RBU retornó con fuerza al debate global durante 2020.
Ecuador no es la excepción y hoy, incluso, es tema de debate en la campaña electoral. Sin embargo, la discusión local se ha dado sobre la base de malentendidos y de posiciones radicales, que han impedido una consideración seria de los méritos de la RBU y su viabilidad para el caso particular de Ecuador.
De hecho, la propuesta más prominente sobre el tema, que hoy se encuentra para consideración del Legislativo, distorsiona los principios de la RBU, lo que ha limitado sus posibilidades de contar con un amplio apoyo político.
Como su nombre lo indica, la RBU tiene dos elementos fundamentales: es básica y universal. El primer elemento implica una renta suficiente para impedir que las personas caigan en situación de precariedad y mantengan un nivel de vida muy básico, pero no excesivo como para llegar a promover la inactividad.
El segundo implica que todos los ciudadanos -independientemente de su estatus económico- tienen derecho a recibirla, evitando así el estigma y promoviendo un apoyo político más amplio pues no se trata de una limosna para un grupo social específico.
Desde una perspectiva fiscal, es importante que la RBU reemplace a la mayoría de programas sociales estatales -con la excepción de los de salud y educación dirigidos a los sectores más vulnerables- y sus presupuestos se reorienten exclusivamente a la RBU.
Un programa de RBU de este tipo contiene elementos atractivos tanto para la izquierda como para la derecha. A la izquierda le ofrece un gobierno activo en la lucha contra la pobreza y en la promoción del bienestar de los ciudadanos, especialmente de los más vulnerables.
Además de ser una manera de reducir las desigualdades sociales, por ejemplo, al compensar el trabajo no remunerado que mayoritariamente asumen las mujeres en el hogar.
A la derecha le ofrece la oportunidad de optimizar y de transparentar el gasto social -que llegaría directamente a los ciudadanos- y de reducir la burocracia, la ineficiencia y las oportunidades para la corrupción.
También es la oportunidad para fomentar la innovación y los negocios, pues los emprendedores estarían menos preocupados de que un eventual fracaso los ponga en situación de precariedad.
Vale destacar que, a diferencia de otros países, la RBU podría tener mayor viabilidad financiera en Ecuador.
Un argumento recurrente en contra de la RBU es que la carga tributaria que supondría sería excesiva, lo que representa un problema menos significativo en un país que posee enormes recursos naturales en manos del Estado.
La explotación petrolera y minera en Ecuador contaría con un más amplio apoyo político si sus beneficios se trasladan, de manera directa y transparente, a los ciudadanos a través de la RBU.
La RBU no deja de ser una propuesta polémica, pero es de las pocas que eventualmente podrían encontrar apoyo tanto en los sectores de izquierda como en los de derecha.
Lo que no es un tema menor en el altamente polarizado ambiente político que vive hoy el mundo y, sin duda, Ecuador.