Leyenda Urbana
Locos por remplazar a Lasso, los políticos desbarran y Correa pierde la cabeza
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Obsesionados con la idea de echar del poder al presidente, Guillermo Lasso, ciertos políticos ecuatorianos parecen haber sido atacados por una suerte de histeria colectiva, que los ha llevado a dar bandazos, dejando entrever que ya no pueden más con su alma.
Son apenas tres personajes, pero ejemplifican, de manera inapelable, lo que pasa en Ecuador, en estos días.
La cara de golpistas de algunos asambleístas los delata, produciendo asombro y dolor democrático en quiénes miran, con impotencia y vergüenza a la vez, que ni siquiera han leído la Constitución para identificar las causales para enjuiciar al primer mandatario.
La vicepresidenta de la comisión ocasional del caso Gran Padrino, Mireya Pazmiño, no solo comete un desatino al afirmar que si la Corte Constitucional (CC) inadmite el juicio a Lasso, tienen las calles.
Sino que, a renglón seguido, desbarra al aludir a la salud mental del Presidente de la República, porque dice que "cuando se fractura pie, al otro día está caminando". O porque "un día dice una cosa y al otro día otra cosa".
Pensando con el deseo, Pazmiño asegura que el juicio político "va por que va", cuando, hasta la fecha, ni siquiera existe la petición formal con las 46 firmas que exige la ley, por lo que es obvio que el CAL no lo ha tramitado y, obviamente, la CC no podía haber recibido el documento.
Una cosa es que la Constitución les manda a legislar y fiscalizar, pero hay límites que la ley impone.
Escuchar a constitucionalistas y penalistas, de reconocida solvencia, explicar lo procedimental de un juicio político aumenta el asombro porque pone en evidencia la ignorancia de quienes hacen las leyes, y la liviandad conceptual de los asambleístas.
Pero ellos tienen los votos, y harán lo que les parezca, aunque quebranten las leyes y las normas.
Lo del presidente de la Conaie, Leonidas Iza, es otro tanto.
Autor confeso de preferir el caos a la democracia, como lo dice en su libro 'Estallido', esta vez se ha superado a sí mismo.
Como amplios sectores sociales le han obligado a desistir de un paro, puesto que le han hecho saber que necesitan trabajar para vivir, porque ellos no reciben asignaciones nacionales ni extranjeras, se vio obligado a cambiar paro por marcha.
Eso sí, con una audacia pocas veces vista, saldrá a las calles este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, para mezclar su agenda política con la noble lucha de las mujeres que se baten por la igualdad y la equidad.
Loco por el poder, hoy dice exaltar el 8 de marzo, olvidando que maniobró para desplazar a una mujer a quien correspondía la Presidencia de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie).
Iza es el prototipo del dirigente ofuscado que se burla de las reglas de la democracia cuando declara que no admitirá que se disuelva ninguna Función del Estado y se gobierne por Decreto, en clara alusión a la muerte cruzada, figura que parece ignorar que consta en la Constitución de la República.
Y por eso amenaza a Lasso al decir que, de haber alguna iniciativa de cualquier índole, declarará el levantamiento y el paro nacional, al tiempo de calificar al presidente de incapaz y exigirle dar un paso al costado por el caso Encuentro.
En realidad, Ecuador está en una encrucijada democrática.
Cuando uno cree haber visto y oído lo peor de los políticos, siempre es posible que salga el sentenciado de Bélgica y aumente el desconcierto.
Frenético por la abstinencia de poder, Rafael Correa que conspira día y noche ha rebasado los límites al usar palabras burdas para referirse a la fiscal General del Estado, Diana Salazar.
En una reciente entrevista, durante la cual perdió la cabeza, la calificó de inepta, corrupta, cruel, mala y sinvergüenza.
Dice que parte de la tragedia de Ecuador es Diana Salazar, a quien evidencia odiar tanto como a la prensa, a la que culpa de todos los males "del país y el mundo".
Correa ha hecho del odio un arma política, sin que le importe hacer más daño al país.
Hoy, ataca a la Corte Constitucional (CC) porque, dice, está legislando y gobernando, y anticipa que debe ser cambiada.
Irrefrenable con las palabras, confirmó las sospechas de que su objetivo al buscar tumbar a Lasso es apoderarse de las instituciones del Estado para sacar del cargo a la fiscal Salazar, cambiar la Contraloría, la Procuraduría, el Consejo de la Judicatura y a los jueces. Lo dijo tal cual.
En buen romance, tener jueces propios que anulen la sentencia en su contra o le declaren inocente.
Con absoluto cinismo, quien se jactaba de ser jefe de todos los poderes del Estado, hoy afirma que, "con la consulta mañosa del 2018 se han tomado todas las instituciones y que eso debe terminar".
Y hay más: quiere una nueva Constituyente para a hacer reformas, entre las que menciona que el vicepresidente de la República presida la Asamblea Nacional.
La experiencia con su binomio parece le ha dejado huella. En fin.
Así está el Ecuador político en momentos que una tensa calma se cierne sobre el país tras los inesperados 104 votos que aprobaron el informe de la comisión ocasional de El Gran Padrino.
Hasta ahora la acusación constitucional con 46 firmas para el juicio político que se tramitará en el CAL y luego en la CC, no se ha presentado.
Pero no cejarán en intentar sacar del poder a Lasso.
¿Lo conseguirán?