El indiscreto encanto de la política
Las relaciones comerciales de Ecuador y Estados Unidos
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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Estados Unidos es nuestro principal socio comercial. Un cuarto de nuestras exportaciones no petroleras tiene como destino este país y, sostenidamente, en los últimos siete años, la balanza comercial bilateral ha mantenido saldos a nuestro favor.
A agosto de 2020, Ecuador registra un saldo comercial no petrolero positivo de USD 930 millones. Y, a pesar de no contar con un acuerdo comercial, mientras las exportaciones no petroleras ecuatorianas al mundo crecieron en un 8% (en comparación con 2019), las que tenían como destino los Estados Unidos crecieron 22%.
Además, nos llena de optimismo que, en parte, este crecimiento se sustente en un repunte de la exportación de frutas como el tomate de árbol, la granadilla y las piñas que, en el lapso de un año, han multiplicado sus ventas por 20.
Por supuesto, la canasta de productos de exportación todavía está altamente concentrada: entre el camarón (23%), el banano (19%) y las flores (11%) se alcanza el 53% de participación.
Desde la otra vía -la importación- el portafolio es mucho más diversificado. Entre materias primas, bienes de capital y combustibles se registra un 95% del volumen de importación desde Estados Unidos; mientras que solo el 2% corresponde a bienes de consumo.
Por lo expuesto, es evidente que ambas economías son altamente complementarias y, al contrario de lo que se cree, competimos en muy pocos sectores y productos.
En este sentido, el acuerdo comercial bilateral que está empezando a negociarse es altamente positivo. Abrir esta zona de libre comercio facilitará el acceso libre y permanente de productos ecuatorianos a un mercado de 328 millones de habitantes y un PIB de USD 20 trillones.
Por otra parte, desde una perspectiva regional, el acuerdo también es necesario en virtud de que nuestros vecinos, Colombia y Perú -que tienen una oferta exportable muy similar a la nuestra-, ya han suscrito sendos acuerdos comerciales de largo plazo; con la ventaja adicional de poder devaluar su moneda cuando sus precios pierden competitividad.
Las exportaciones fortalecen la dolarización. Más allá de este acuerdo puntual, el proceso de abrir y consolidar nuevos mercados para nuestros productos debe también ir acompañado de políticas públicas y acciones concretas orientadas a mejorar la productividad, competitividad e innovación en nuestro país.
Del desarrollo de nuevos productos y del acceso a nuevos mercados se desprende la generación de nuevas plazas de empleo, con el consecuente mejoramiento de la calidad de vida de los hogares ecuatorianos.