El indiscreto encanto de la política
¿Transformación o reelección? Noboa y su capital político
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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Todas las encuestas que circularon el mes pasado coinciden en que aproximadamente 8 de cada 10 ecuatorianos consideran que el presidente Daniel Noboa está desempeñando un buen trabajo.
Asimismo, bajo su liderazgo, la imagen positiva de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y del Gobierno ha alcanzado niveles históricos. Incluso, gracias al paraguas de la "unidad nacional contra la delincuencia", instituciones como la justicia y la legislatura, de manera lateral, han mejorado sus antes paupérrimos registros de aceptación.
En definitiva, este conjunto de datos refleja que Noboa ha logrado acumular un apreciable "capital político", término de moda entre los círculos rojos de la política ecuatoriana.
Este capital, que lógicamente no es financiero ni tangible, refleja la influencia y credibilidad que el político tiene con el ciudadano. No es un indicador de poder, pero sí una poderosa herramienta con la que cuenta un líder para generar grandes transformaciones sociales.
La inseguridad y el déficit económico son los principales problemas a los que Noboa se enfrenta este año. Ambos dependen de la oportuna gestión de recursos financieros mediante diversas medidas de recaudación que, por su alcance, están en acalorada discusión en la Asamblea y también en los hogares del país.
Aunque en política no hay absolutos, sino un amplio espectro de matices, para Noboa la escala y la agenda están planteadas: gobernar para la próxima generación, o para su reelección.
Si opta por lo primero y Noboa asume el reto de trascender más allá de los próximos sufragios, el camino sin duda será más difícil. Las bases para el necesario equilibrio financiero se sostendrán en nuevos sacrificios del ciudadano común, así como de decisiones incómodas que afectarán el confort de grupos económicos, gremios, políticos, activistas y funcionarios públicos.
Estas decisiones, a corto plazo, podrían afectar ese 80% de popularidad que hoy registra el mandatario y hasta podría subir la temperatura del conflicto social, haciendo que su reelección sea más competitiva.
Pero las principales voces económicas calificadas, más allá de discrepar en la receta, coinciden en el diagnóstico: si hoy no se toman decisiones estructurales y de largo plazo, el país llegará al colapso económico y será ingobernable para Noboa (o para cualquier otro que llegue a Carondelet).
Si, en cambio, Noboa prioriza su objetivo electoral, seguramente buscará mantener su fórmula de 2 puntos del IVA temporales y 1 punto permanente, se eliminará el subsidio de la gasolina eco/extra, pero no del diésel y quizá se omita -para no hacer ruido- la pregunta sobre el contrato por horas de la eventual Consulta Popular.
Seguiremos con el discurso buenista, esquivando tomar medidas que fomenten la inversión petrolera/minera, y la reducción del gasto público no pasará de ser un discurso bienintencionado.
Con esfuerzo sortearemos el bache de 2024, pero definitivamente no enderezaremos el camino hacia mejores días.
Como todo activo, el capital político se acumula o se agota, dependiendo de las decisiones y acciones que el Presidente tome (o no tome). Pero, siendo un hombre de negocios, Noboa debe tener muy claro que asumir mayores riesgos conlleva mayores beneficios. En este caso, la retribución se traduce en ofrecer a los ecuatorianos una vida mejor y un futuro más prometedor.
Presidente, el Ecuador le ha dado la oportunidad histórica de que usted pueda hacer lo políticamente responsable y no únicamente lo electoralmente rentable. El capital político está para usarse.