Iluminaciones
SOS Quito: la ciudad necesita un plan de reactivación
Economista y periodista. Trader de commodities, índices y monedas.
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Protegida por un muro, la ciudad fue concebida como un espacio de sosiego para sus habitantes; que les permitiera no solo vivir en paz sino también reflexionar en común.
Es famoso aquel pasaje de “Fedro” en el que Sócrates confiesa que “los campos y los árboles nada me enseñan, y solo en la ciudad puedo sacar partido del roce con los demás hombres”.
Ningún diálogo socrático tiene lugar fuera de la ciudad, salvo en el “Fedro” donde, a la sombra de un árbol de plátano, este filósofo se enzarza en una conversación apasionada con uno de sus seguidores.
Las ciudades rompen la tradición de los nómadas que creían en la pureza del clan y en la importancia de las figuras patriarcales y autoritarias, cuenta Rafael del Águila, uno de los clasicistas más connotados que tuvo España.
La ciudad fue, más bien, el lugar donde se practicó el mestizaje y donde se hablaron varias lenguas; el espacio donde se adoraron distintos dioses y se eligieron los gobernantes democráticamente, añade el autor antes mencionado.
La ciudad fue, por tanto, el invento que permitió alcanzar lo que en tiempos antiguos se creía casi imposible: erradicar la violencia y cultivar la tolerancia. La ciudad es uno de los grandes inventos de la civilización.
Quito, con su halo de santidad franciscana, siempre ha sido vista como una ciudad pacífica y amistosa con propios y extraños; un lugar pequeño pero acogedor, en donde cualquiera podría echar raíces y crecer.
La depresión económica y la pandemia podrían cambiar todo aquello. El desempleo y las quiebras masivas de negocios están convirtiendo a la ciudad en lugar inhóspito.
Mientras el crimen y la delincuencia siguen en aumento, se echa en falta un plan de reactivación que devuelva a la ciudad su antigua vitalidad.
Sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero es momento de que el Municipio y el sector privado acuerden –en consonancia con el Ejecutivo– una serie de iniciativas que permita inyectar liquidez al aparato productivo local.
Se sabe que las finanzas del Cabildo quiteño están en una situación calamitosa, no solo por la caída de las recaudaciones, sino también por la enorme cantidad de recursos (unos USD 500 millones) que le adeuda el Gobierno Central.
Las dos alternativas que tiene la ciudad para salir del estancamiento son (I) endeudarse en el exterior, y (II) poner en marcha un plan agresivo de concesiones, alianzas público-privadas y venta de activos.
Conseguir deuda en el exterior –vía emisión de bonos, por ejemplo– siempre va a ser difícil para una ciudad como Quito. No obstante, valdría la pena explorar algunas figuras que podrían funcionar, sobre todo ahora que el riesgo país ha descendido.
La segunda iniciativa –montar un programa agresivo de concesiones– es, con seguridad, la mejor opción que tiene ahora mismo la ciudad para reactivar la obra pública, la inversión y el empleo en general.
Con la ayuda de organismos y bancos internacionales de inversión, el Municipio quiteño debería apuntar a levantar varios centenares de millones de dólares en los siguientes meses.
Para que eso ocurra, las autoridades de la ciudad deberían estructurar procesos transparentes que den confianza al inversionista local y externo.
De nuevo: es fácil decirlo y difícil hacerlo pero, por la gravedad de la situación, la ciudad y sus habitantes no tenemos más alternativa que la de actuar con rapidez y consensuadamente.
@GFMABest