El Chef de la Política
¡Quiero ser candidato!
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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A quien corresponda:
Soy ciudadano ecuatoriano, mayor de edad y con ganas de ser candidato a algún cargo de elección popular. A cualquiera. No importa si es como concejal, alcalde, prefecto o incluso asambleísta.
Si ustedes a bien tienen, podría ser candidato a la Presidencia, ¿por qué no? A mí lo que me interesa, y que esto quede en claro pues soy un hombre sincero y frontal, es llegar a algún cargo en el que tenga capacidad de maniobra política para negociar contratos con el Estado, para obtener prebendas o para sacar una tajada de acuerdos con el sector privado a cambio de la aprobación de leyes u ordenanzas.
En resumen, estoy a la búsqueda de un espacio en el que, con poco trabajo y mucha creatividad, pueda engrosar mis cuentas en el exterior. Patriota como soy, parte de lo que espero usufructuar incluso podría invertirlo en el país a través de gente experta en lavar dinero bajo el pomposo membrete de tareas de inteligencia financiera.
En fin, declaro solemnemente que mi objetivo principal es salir de unas deudas que tengo y que son el resultado de malos negocios con colegas y familiares, algunos de ellos vinculados con la política y otros con el narcotráfico.
Demás está decir que estoy consciente de las dificultades económicas que vive el Estado por lo que, desde ya, ofrezco mesura en mis actuaciones. Me beneficiaré solamente hasta un monto que me permita tanto resolver mis problemas financieros como sostener mi estilo de vida por un par de décadas más.
Tengo hijos pequeños a los que educar y pareja a la que mantener. Como ustedes saben, ante todo está la familia.
Sé bien que a los políticos muy ambiciosos no les va bien y que luego les boicotean sus candidaturas a la reelección. No quiero estar en ese grupo pues soy una persona decente. Tanta es mi decencia que, si ustedes lo creen necesario, podría elevar esta declaración a escritura pública.
Por otro lado, quiero que sepan también que tengo experiencia en el servicio público. He trabajado en varios ministerios, subsecretarías y otras dependencias. Honesto como soy, tengo que señalar que en ningún cargo estuve mucho tiempo pues, como es de conocimiento público, esos puestos son de libre remoción y cuando los amigos se van de las altas esferas a uno también le toca levantar vuelo.
En mi vida pública tuve unas pocas glosas, cierto es, pero todas han sido desvanecidas en su debido momento. Por ese motivo mantengo algunos favores pendientes de pago con abogados y funcionarios de control. Para ellos va mi mensaje de esperanza pues mis negociados iniciales irán a cubrir esas obligaciones.
He aprendido a lo largo del tiempo que el que cae en prisión no es el que más roba sino el que no sabe compartir lo robado.
En la vida privada tampoco tengo nada que ocultar. He sido emprendedor varias veces y aunque el éxito no me ha acompañado en el giro normal de mis negocios, el rol de testaferro me ha dejado réditos importantes.
Si ustedes revisan mi historial de juicios penales van a encontrar algunos de diferente alcance y significación, pero en ninguno de ellos he sido sentenciado y, como sabiamente se dice por ahí, mi inocencia siempre ha sido ratificada.
Nunca me han faltado amigos abogados que, al igual que yo, carecen de cualquier principio ético y con relativa facilidad han conseguido sobreseimientos, nulidades y esos subterfugios legales respecto a los que no es necesario entrar en detalles.
Cuando las cosas han tendido a complicarse, porque jueces y fiscales honestos sí hay, me he esforzado en manchar su buen nombre para conseguir que se aparten de los juicios. Gajes del oficio, nada más.
Adicionalmente, y para evitar malentendidos, quiero que sepan de mi propia boca que por ahí algún juicio de alimentos tengo y alguna denuncia de maltrato también. Todas son infundadas y en caso de ganar la elección, ofrezco resolverlas. Antes no, pues como lo he dicho, estoy un poco corto de platas.
No quisiera terminar sin antes exponerles que en el plano académico es donde más virtudes tengo. Ahí nadie me gana, como dice un marchante. Estoy más preparado que un cuy. Más preparado que carilargo, como le definen al buen roedor los compatriotas del Carchi.
Tengo tres maestrías, curso ahora mismo un doctorado y tengo otro de esos que dan honoris causa. Este último me lo consiguió una comadre que me debía un favor grande y que ahora es rectora de una universidad de esas de garaje. Una universidad chichipata, como dicen los amigos colombianos. Pero bueno, en las maestrías aprendí hartas cosas y me costaron tiempo, unas pocas lecturas y alguna dedicación.
Sin embargo, lo que más rescato de mi paso por las aulas es que esas aventuras me implicaron una fuerte inversión económica. Mandar a hacer trabajos, ensayos y sobre todo las tesis no fue una cuestión menor.
Asumo que los gastos para la tesis del doctorado serán mayores por lo que ahí está otra de las razones por las que me urge la candidatura y sobre todo ganar el favor popular. A diferencia de esos señores de más edad que solo tienen un titulito universitario, yo tengo todos los posgrados que ahora se exigen para garantizar mejor desempeño.
Cierto es que no tengo muchas destrezas para escribir y que no he leído un libro completo en los últimos veinte años, pero en cambio tengo tantos títulos que fácil podría llegar a Senador, el cargo más sofisticado que ahora quieren inventar para resolver los problemas de Ecuador.
Como pueden ver, estoy seguro de que mis intenciones y formación son suficientes para obtener la candidatura que ahora mismo demando; no obstante, si ustedes creen necesario que abunde en detalles o documentación, no tengo problema alguno en satisfacer sus requerimientos.
Tengo todo en regla y lo que no, lo arreglo. Para eso hay amigos.
Finalmente, si me piden pertenencia, afiliación o patrocinio de alguna organización política, tampoco tengo problema. Afortunadamente, aún me queda algún remanente en dinero e inversiones que me permitirán comprar el espacio en alguno de los movimientos o partidos de alquiler que pululan en el país, en la seguridad que el cargo por obtener me permitirá resarcirme con creces.
De hecho, si me va bien, no descarto la posibilidad de crear mi propio movimiento, con mi nombre, mi foto y mi familia en la directiva.
A la espera de sus comentarios, me despido, no sin antes saludarles por el Día de Inocentes.
Sinceramente, quisiera que los términos de mi petición de ser candidato fueran parte de la ironía y buen humor propios de esta efeméride; sin embargo, y con profunda preocupación, tengo que admitir que no son sino la más fiel descripción de lo que acontece elección tras elección en este país.
Ojalá los tiempos cambien. Ecuador está harto de delincuentes, charlatanes, mafiosos y mequetrefes en los espacios de poder.