¿Quieren ver el fin del mundo?
Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
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Hollywood, la fábrica de ilusiones y clichés del siglo XX, ha sido superada por el crecimiento demencial de Netflix, que produce y coloca cada rato, en streaming, películas y series de gran calidad técnica, con los mejores directores y actores y con temas que enganchan a medio mundo.
Además, se da el lujo de presentar documentales críticos sobre problemas sociales tan graves como la pandemia de los opiáceos, o la manipulación de las redes, en los que se denuncia la política tóxica de las grandes farmacéuticas y corporaciones.
En esa onda ha lanzado 'No mires arriba', una sátira sobre el fin del mundo basada en el esquema buenos–malos, donde un par de astrónomos de medio pelo (torpe él, Di Caprio; desbocada e irascible la muchacha) tratan de alertar a la presidenta de Estados Unidos, quien anda más preocupada de las elecciones intermedias y de su relación con el gran billete que del fin del mundo (o sea, un Trump con las faldas de Meryl Streep).
Verdad es que las sátiras suelen abundar en gags y clichés, pero estas caricaturas se vuelven aburridas para quien espere algo más de semejante reparto.
Y no hay que ser sociólogo para decir que estamos ante una simplificación populista de la política. Un mundo en el que reinan la estupidez, la codicia y la banalidad –sobre todo arriba–, razón por la que algunos críticos de izquierda hablan de una crítica al capitalismo.
(Alerta de Spoiler: el castigo a los 'malos' llega en la escena final, donde la presidenta llucha es devorada por un pajarraco del futuro).
Quien desee ver una obra maestra con el mismo tema de un planeta que viene a colisionar con la Tierra, que mire 'Melancolía' del director danés Lars von Trier. Aquí no hay chistes fáciles ni efectos especiales porque la procesión va por dentro de unos personajes femeninos llenos de matices y de contradicciones.
Por ello, las actuaciones y la cámara son sutiles y melancólicas como esa casa campestre de un país nórdico donde asistimos con elegancia, casi con alivio, al fin de todo. Incluidos Netflix, la FIFA y la Asamblea Nacional del Ecuador.