Economía y Desarrollo
¿Qué podemos hacer distinto?
Doctor en Economía, máster en Economía del Desarrollo y en Política Pública. Director general académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
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El Informe sobre Desarrollo Humano 2019 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se centró en las desigualdades.
El prólogo, de este informe global, resume con precisión el diagnóstico sobre el estadio de desarrollo en que nos encontramos: “La oleada de manifestaciones que se han producido en numerosos países es un claro signo de que, para el progreso de la humanidad, hay algún aspecto de nuestra sociedad globalizada que no funciona”.
La explicación es evidente. Junto a la degradación ambiental, la desigualdad que se expresa en la explotación y acaparamiento económico, y se hace estructural por el machismo, el racismo y la xenofobia son los principales problemas que enfrenta la humanidad.
El prólogo, firmado por Achim Steiner, administrador del PNUD, cierra dando claridad sobre las lecturas que se deben hacer: “hace unos 40 años, el profesor Amartya Sen, padre del desarrollo humano, formuló una pregunta engañosamente simple: ¿igualdad de qué? La respondió con idéntica sencillez: de las cosas que nos importan para construir el futuro al que aspiramos. Las palabras del profesor Sen nos ayudan a adoptar una nueva mirada; a ver más allá del crecimiento y los mercados para entender por qué la gente se lanza a las calles para protestar, y qué pueden hacer los líderes al respecto”.
En Ecuador, la protesta social tuvo su punto más alto en el mes de octubre pasado. El detonante fue el decreto firmado por el Presidente de la República en que eliminaba, de un día para otro y sin participación previa, el subsidio a la gasolina y el diesel.
La protesta requiere lecturas profundas sobre el descontento de la clase media y los sectores populares que sienten pérdida de bienestar, mientras las clases altas aumentan sus ganancias y beneficios estatales (camuflados en falsos “incentivos económicos”) y los sectores políticos, junto a la mayor parte de medios de comunicación se enfrascan en la revancha sin dar alternativas reales a la gente, al tiempo que intentan minimizar las manifestaciones.
La protesta social se da por las crecientes desigualdades, por la cultura del privilegio que excluye y violenta a muchos grupos sociales y por el dogma economicista basado en la individualidad y el rentismo. Es un problema global, que requiere soluciones inmediatas.
En 2020, en Ecuador, viviremos un proceso pre-electoral en un contexto de desaceleración económica, pérdida de empleo, y polarización política. Es caldo de cultivo para el caudillismo y la demagogia, y para financiar sus campañas desde grupos económicos extractivos (de la banca, la minería, las telecomunicaciones y el comercio de importación) para mantener sus privilegios.
La alternativa viene por el lado de impulsar procesos de dialogo para construir un modelo de desarrollo que priorice la igualdad de oportunidades, junto a una democracia libre de influencias del poder económico, que se construyan desde lógicas de solidaridad, reciprocidad y sustentabilidad. La convocatoria debe venir desde las universidades, con pluralidad y objetividad.
Si seguimos haciendo lo mismo, no es posible esperar mejores resultados.