Leyenda Urbana
Putin invade Ucrania y Occidente le asesta un feroz golpe a su economía
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Vladimir Putin no habría imaginado jamás que invadir Ucrania, a sangre y fuego, fortalecería de tal manera a Occidente que ha tomado medidas de seguridad nunca antes adoptadas y decisiones económicas no imaginadas.
En un giro dramático que marcará una nueva era en materia de defensa, el canciller de Alemania, Olaf Scholz, anunció, en el Bundestag, una partida extraordinaria de 100.000 millones de euros para mejorar el ejército alemán, y un aumento anual del presupuesto de Defensa de más de 2% del PIB.
Putin ha logrado de Alemania lo que durante años no lo ha hecho Estados Unidos, ha dicho un experto en geopolítica, que dimensiona el cambio de la política de Berlín, con relación a destinar cuantiosas sumas para la Defensa, desde la Segunda Guerra Mundial.
Por si fuera poco, la víspera, rompiendo su política de no envío de armas letales a zonas de conflicto, Alemania hizo saber que mandará a Ucrania 1.000 misiles antitanque y 500 misiles tierra-aire Stinger, “para ayudar a Ucrania a defenderse del ejército invasor”.
Así, se suma a Estados Unidos que proporciona armas a Ucrania, país al que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, también ha anunciado suministrará "el material defensivo necesario".
Pero hay más.
Dejando de lado la tradición de no proveer armas en una guerra, la propia Unión Europea (UE) acordó usar el Fondo Europeo de Apoyo a la Paz para enviar a Ucrania 450 millones de euros en ayuda militar y 50 millones en ayuda no letal, al considerarlo un país agredido, por lo que la decisión se ampara en el Derecho Internacional.
La incursión de Putin ha dado un vuelco también a las relaciones económicas en el mundo, y ha desatado una auténtica guerra financiera contra Rusia.
Los aliados de Occidente han congelado los activos del Banco Central ruso, por lo que el Kremlin tendría dificultades para proseguir sus operaciones militares.
Sacarlo del sistema de pagos SWIFT para las transacciones de dinero, supone una acción insospechada para el invasor, que tendría reservas superiores a los USD 630.000 millones, pero que deberá recurrir a las criptomonedas.
En este marco, la suspensión del gasoducto Nord Stream 2, para abastecer de gas a Alemania, es un golpe adicional; como lo es el cierre del espacio aéreo a las aerolíneas rusas y a los jets privados de los oligarcas.
Por si fuera poco, Estados Unidos y la Unión Europea (UE) han saltado a la yugular del mismísimo Vladimir Putin, al congelar todos sus posibles activos y bienes personales, así como los de su canciller, Serguéi Lavrov, y el de los poderosos oligarcas rusos, que manejan los negocios de ese enorme país, de cuyas fortunas ya no podrán disponer.
La UE cierra la emisión de las principales cadenas de televisión públicas como Russia Today (RT) y Sputnik TV y sus filiales, "por ser tóxicas".
Tras estas medidas, un Putin fuera de control, prevalido de su arsenal nuclear ha puesto sus fuerzas atómicas en alerta máxima, horrorizando al mundo, aunque antes de las 'operaciones militares' para 'desnazificar' a Ucrania, ya amenazó a cualquiera "que trate de interponerse en nuestro camino".
Conociendo su forma de manipular los hechos, no se puede dejar de sospechar que el despliegue de superioridad militar podría ocultar su debilidad en el teatro de operaciones.
La actitud heroica del pueblo ucraniano y de su presidente, Volodímir Zelenski, al plantar cara al agresor, debe haberle sacudido.
La reacción del mundo, que mira, con angustia, cómo un pueblo entero huye de la guerra, debe, también, causar algún efecto en este astuto ex agente de la KGB (el despiadado exservicio de inteligencia soviético).
Las víctimas directas de la locura expansionista de quien se cree predestinado a recomponer la geopolítica global, son, hasta ahora, los centenares de muertos en el campo de batalla; unos 500.000 refugiados que han entrado a Polonia, Hungría y Moldavia y otros cientos de miles de desplazados.
Los rostros de angustia y de dolor de los niños y de las mujeres, obligados a dejar su casa, su país; a cambiar sus planes de vida en busca de la línea de frontera para salvarse. Y el de los padres y esposos que se despiden para tomar un arma y defender su país del invasor, desgarran el alma.
Ecuador ha sido tocado, de manera directa, por la guerra de Putin.
Cientos de compatriotas han vivido el drama de la huida veloz, con lo que tienen a mano, para ponerse a buen recaudo, con la acción excepcional de la Cancillería, en momentos de confusión, restricciones y miedo a las balas y a las bombas enemigas.
También ha sido afectada la economía nacional por las cuantiosas exportaciones, sobre todo de flores y banano a Ucrania y Rusia.
Pero la dignidad del pueblo ucraniano, de hombres y mujeres, con el presidente Zelenski, a la cabeza, pese a la descomunal diferencia numérica con el ejército invasor, ha conmovido al mundo y despertado la solidaridad global.
Vladimir Putin sobrevaloró a sus fuerzas y subvaloró a los ucranianos; la cobarde invasión ha fortalecido a la UE y a la OTAN.
La agresión, mil veces negada por él, ha logrado juntar a todos en su contra. Aquí, y ahora, el jefe del Kremlin encaja un golpe feroz.