En sus Marcas Listos Fuego
La publicidad engañosa judicial y las noticias de allanamientos
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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En toda sociedad poco educada, vender piedras como mascotas (Pet Rock) y hacer creer a los consumidores que sería una muy buena idea pagar por ellas, sí, por una roca, resulta un juego de niños.
Lo mismo ocurre en Ecuador, país en donde un diario vende más los lunes (porque son sexys) a quienes se saben las capitales de ningún país.
Y todo ello es un problema del capitalismo que a mí no me incumbe, porque cada quien sabrá donde despilfarra sus recursos. Lo que sí me incumbe, con miras a tener una mejor sociedad, es que no sigan comprando publicidad engañosa en asuntos de la justicia.
Por eso hoy voy a enseñarles a leer la tabla nutricional de las noticias de allanamientos e incautaciones. ¿Por qué? Porque están consumiendo demasiada basura y el framing los está quebrando como seres pensantes.
Típica noticia de un allanamiento: se publica en redes la fotografía de un allanamiento, donde se informa que se encontraron escondidos en cajones y en la caja fuerte varios pasaportes, dinero en efectivo en billetes de USD 20 y divisas internacionales, varios relojes, dos computadoras, 40 tarjetas de crédito y varios documentos con logos de instituciones financieras.
Y en la foto se ve sobre una cama (¿por qué les encantarán los colchones de fondo?) todo lo que les acabo de describir, perfectamente alineado y listo para venderse.
¿Y vende? Pero claro que sí. Es escandaloso. El allanado obviamente es un delincuente de alto vuelo, con varios pasaportes para simular varias identidades y nacionalidades, que esconde dinero en efectivo producto del delito (y hasta en moneda extranjera), tiene patrimonio sucio en especie (en relojes de lujo) y claramente estaba utilizando a la banca corrupta para lavar dinero. ¿40 tarjetas de crédito? Wow. ¿De qué clase de Lupin estamos hablando?
Este último párrafo es lo que la gente siente y piensa cuando es propensa a comprar una roca y darle mucho amor. Es que en verdad no me entra en la cabeza cómo el consumidor de noticias puede ser tan, déjenme buscar la palabra, ¿rústico?
Ese allanamiento fácilmente pudo ser realizado a mí, a usted o a cualquiera de sus conocidos y les voy a explicar por qué.
Yo conservo todos mis pasaportes. Desde el pasaporte en que salgo con cara de bebé (literalmente) porque caducó allá en 1991; el pasaporte en que salgo sonriendo y me faltan dos dientes, que caducó en el 96; el pasaporte en el que salgo con el pelo largo y espinillas, que caducó en 2005, en fin.
En total tengo siete pasaportes, seis caducados y el vigente. No solo eso, también guardo de recuerdo, como reliquias, los de algunos seres queridos que ya no están conmigo y, cuando sea padre, seguramente guardaré yo los de mis hijos.
¿Por qué si alguien los encuentra 'escondidos en un cajón' (del velador) y los extiende sobre un colchón, ustedes asumen que son identidades falsas? No solo por ser amarillistas y acomplejados, sino porque quien publica la noticia es lo que les quiere hacer sentir, para que compren el producto basura.
¿Y el dinero en efectivo? Entiendo que la literatura suene a física avanzada para expertos en nanotecnología, pero contar sí han de poder los que planifican su día solo después de escuchar a Walter Mercado.
Entonces, si esos billetes extendidos e individualizados que cubren media cama son en total 42, hay que multiplicarlos (hasta pueden usar calculadora) y descubrir que en realidad el allanado había 'encaletado' USD 840 (menos de dos sueldos básicos).
¿Y las divisas extranjeras? Si nos tomásemos un tiempito para investigar lo que vemos antes de concluir, con odio, después de consumir lo que lamemos, descubriríamos, como descubrí una vez, que el allanado tenía un hijo de 11 años que coleccionaba con ilusión billetes de bajo monto que algún tío le traía de algún viaje y que lo que le encontraron era, por ejemplo, unos billetes de un país africano que convertido a dólares daban 0.006 centavos.
¿Y los relojes? ¿Quién tiene más de un reloj? Ehhh…medio Ecuador, ¿no? En la cama hay un reloj Tommy Hilfiger, uno Guess y un Rolex chino comprado en un semáforo y todo el mundo grita: "¡ahí está el dinero de la corrupción!".
¿Y los documentos con logos de un banco? ¿Cómo se justifica eso? ¿En verdad tengo que explicarlo? ¿Cómo voy a justificar que alguien, un monstruo sanguinario recién allanado, reciba en papel sus estados de cuenta y no en digital? Masácrenlo por dañar el medio ambiente, pero no por las pendejadas que todos se imaginan.
¿Y las computadoras? ¿Dos? Ajá, dos. Una de él y otra de su hija adolescente. ¿Por qué dos? Porque les da la regalada gana.
¿Las tarjetas de crédito? ¿40? Ajá, 40. Usted no sabe si han sido usadas, si están o no caducadas, si el allanado es acumulador y no las destruye cuando caducaron, o si todas están usadas y pagadas al día o llenas de pagos diferidos. ¿Por qué tienen esa capacidad indestructible de siempre imaginarse lo peor?
Quiero que se den cuenta, que regresen a la escena de la 'evidencia' sobre el colchón y se imaginen, si allanan su casa, qué encontrarían y cómo luciría todo perfectamente alineado en su cama para la fotografía oficial.
Es que en verdad somos consumidores de basura capaces de llegar a conclusiones sin conocer las premisas. Vemos falacias y creemos que son falafels y empezamos a salivar.
Es más, les voy a contar por experiencia propia (no se emocionen, no me han allanado) que la mayoría de fotos de allanamientos son publicidad engañosa. Las que sí son reales e insalvables son las obvias, cuando se encuentran armas de fuego, munición o varios kilos de droga. Claro, porque tener todo eso es ilegal.
Esta columna tiene un fin en un medio donde las novelas mexicanas fueron remplazadas por las novelas judiciales: contarles que Morelia es una actriz, que Marimar nunca fue mucama de nadie y que la Gaviota llegó a primera dama.
Bienvenidos al mundo real, donde todos compran basura y luego no tienen la menor idea de donde arrojarla. Les pido que la próxima vez que vean la noticia de un allanamiento vuelvan a leer esta columna y piensen dos veces antes de arrojar lo que no debería salirles por la boca.